Más que un simple modo de transporte, el Metro en Santiago ha dejado claro los múltiples beneficios e impactos que tiene en quienes viven en su entorno y en la población en general. Es un actor relevante en el desarrollo urbano. Diversos estudios muestran, por ejemplo, que cuando se expanden las líneas se reduce el uso del transporte privado.
Pero también cumple un importante rol social en una ciudad muy segregada como es Santiago. Eso quedó de manifiesto en el llamado “estallido social” de octubre de 2019, cuando un alza en el valor del pasaje fue el impulso a manifestar múltiples situaciones de inequidad social, en un movimiento ciudadano pocas veces visto en la historia reciente del país.
Pero, además, tiene otra implicancia vinculada el desarrollo socioeconómico y social, al permitir movilidad social. Es una política pública que promueve la integración social. Sí, la disponibilidad, accesibilidad y conectividad que entregó la Línea 4 (Plaza Puente Alto-Tobalaba) inaugurada en noviembre de 2005 (con 23 estaciones y 24,7 kilómetros construidos en ocho comunas) permitió que escolares pudieran viajar a otros establecimientos educacionales ubicados en otras comunas distintas a las que ellos residían, lo que posteriormente implicó una movilidad de ingresos intergeneracional lo que se tradujo en un aumentó en promedio en 2 puntos porcentuales por encima del de sus padres, o un 5% de aumento salarial.
Eso es lo que muestra el estudio Intergenerational Mobility After Expanding Educational Opportunities: A Quasi Experiment realizado en Chile por Francisco Meneses Ponzini, candidato a Doctor de Duke University, con amplia trayectoria académica.
Metro y mejores colegios
El trabajo, que se presentó en un seminario en el Centro de Investigación en Economía Aplicada (CIEA) de la Universidad de Talca en conjunto con el Doctorado de Economía (DOEC), establece que en el caso de la Línea 4 del Metro de Santiago, influyó en el acceso a mejores colegios para los jóvenes del sector lo que años después implicó mejores sueldos en comparación a sus padres.
Meneses explica que el estudio se realizó siguiendo a una cohorte de jóvenes chilenos desde octavo básico hasta que tuvieron una edad de entre 27 a 28 años. “Seguimos sus trayectorias educacionales y laborales, analizamos en el contexto del nivel socioeconómico de origen de los jóvenes y los ingresos que obtienen cuando trabajan”, indica el investigador sobre el modo en que calcularon la movilidad social que tuvo esa generación en su conjunto.
Las nuevas líneas del metro redujeron sustancialmente los costos de transporte y aumentaron el acceso a oportunidades educativas entre los estudiantes de bajos ingresos.
Se trata del primer estudio en Chile que vincula la expansión de la red de metro con movilidad intergeneracional. Otras investigaciones anteriores, señala Meneses, habían analizado las líneas del metro y el impacto educacional, y encontraron que los alumnos usaron el metro para ir a mejores colegios, pero también encontraron que a los alumnos les fue “peor” de lo esperado en el SIMCE y la PSU.
El trabajo de Meneses determinó el mismo resultado que esas investigaciones previas, una baja en los puntajes, “pero también un cambio en las áreas de estudio en Educación Superior”. Los alumnos que usaron el Metro, indica, “fueron a colegios que los guiaron a áreas de estudio más rentables y eso aumento sus sueldos futuros y los ayuda a moverse socialmente”.
Los alumnos y alumnas beneficiadas por el metro, no aumentaron sus puntajes SIMCE, o tasas de titulación, sino que cambiaron sus áreas de estudio en Educación Superior a áreas más rentables.
El estudio indica que las nuevas escuelas además pueden brindar oportunidades a través de orientación, expectativas, presión de grupo y cambio de creencias sobre el futuro que simplemente no se miden en los puntajes de las pruebas, algo que ya se ha encontrado en otras investigaciones.
El investigador resalta que los colegios son mucho más que las pruebas estandarizadas. “Los colegios tienen efectos pares, expectativas y profesores que guían a los alumnos. Lo importante es que parece que los padres ven eso y en este caso decidieron bastante bien”, indica.
Integración
Santiago es una ciudad desigual y desintegrada socialmente. En el año 2017 un estudio del Instituto de Estudios Urbanos de la Universidad Católica, publicado en la revista de la Cepal, titulado Santiago de Chile: ¿ciudad de ciudades? Desigualdades sociales en zonas de mercado laboral local, detallaba cómo en la capital nacional existe una zona centro oriente que concentra gran parte de los trabajos y servicios de calidad, y el resto corresponde a zonas altamente dependientes de la zona centro oriente. Y lo mismo ocurre con los establecimientos educacionales, acceso a salud y actividades de ocio.
Con la implementación de la Línea 4 se logro disminuir el tiempo de viaje desde Puente Alto a Providencia, por ejemplo, de cerca de 2 horas a 40 minutos.
Otros estudios también indican que la expansión de los trenes urbanos generan cambios en la localización de actividades, modificando usos de suelos de tal forma que se reduce la distancia media de los viajes en automóvil, generando beneficios por menor contaminación y congestión. Más líneas se traduce en viajes más cortos en auto, aunque los usuarios de auto no usen el Metro; esto, debido al impacto que ese medio tiene en el sistema de actividades.
En ese sentido la red de Metro hace todas esas zonas más accesibles. Y la Línea 4, analizada en este estudio ha sido relevante. Según datos del Reporte de Sostenibilidad de Metro de Santiago, en 2019, la Línea 4 concentró el 14,8 % del total de viajes realizados, convirtiéndose en la tercera línea más utilizada del sistema luego de las líneas 1 y 5.
Todos esos aspectos sin duda son importante, dice Meneses, y “en una sociedad tan desigual como la chilena”, deberían ser tomado en cuenta.
“Las políticas públicas tienen que mirar su efecto en desigualdad y en movilidad social. Esto nos va a ayudar a tener una sociedad más justa y sana. También sería un poco más honesto, al hacer políticas públicas y ver el verdadero efecto que tienen sobre la sociedad. El Banco Mundial hoy en día realiza análisis de impacto de desigualdad sobre diversas políticas que promueve, creo que esa sería una práctica interesante que se podría hacer en Chile”, destaca Meneses.
Una mirada que debería primar en la planificación de futuras líneas de Metro. Ese medio de transporte dice Meneses “conecta a las personas de grupos más vulnerables con el resto de la ciudad, como lo que está ocurriendo con la Línea 9 que llegará a la Pintana y la Línea 7 a Renca”.
Conectar a las personas a la red ya existente es lo más importante, indica el investigador: “No creo que los chicos de Renca usen la Línea 7 para ir a colegios en Vitacura, pero sí, para ir a colegios en Santiago Centro o en Providencia, donde las líneas de metro ya existen”.