Esta semana, pese a que varias comunas vuelven a la Fase 1, el amor y el fútbol se toman la agenda nacional. Por instantes, las discusiones sobre el manejo de la pandemia y la Constituyente dieron paso al matrimonio igualitario, a la homoparentalidad y a los derechos de las hijas e hijos de estas uniones. Fuera de la cancha Arturo Vidal marca positivo… dentro… Alexis se encumbra con un gol, Chile empata con Argentina, la derecha se desordena y los candidatos presidenciales se sacan en cara el uso -o mal uso- de la bandera del orgullo gay… mientras uno de sus diputados propone retirar el 100% de los ahorros de las AFP. ¿De verdad vas a ir votar por Gobernador?
Al norte de nuestras fronteras, Keiko Fujimori logra un empate técnico con el profesor Castillo tras un debate sin ganadores, Federer y Garín avanzan en Roland Garros -y Naomi Osaka se retira debido a largos episodios de depresión-, Argentina enfrenta un nuevo riesgo del default por no pagar su deuda con el Club de París, Alemania reconoce su participación en dos genocidios en Namibia, Francia reconoce no haber evitado otro en Ruanda, el partido comunista chino accede a que cada pareja pueda tener hasta tres hijos y Jeff Bezos suma los estudios de la Metro Goldwyn Mayer a su Imperio de Amazon.
Cierro mis redes sociales y los diarios locales para atender, vía zoom, a Gustavo, un cliente que la semana pasada sentía que su mundo se hundía… retiro a retiro…
Hola Sebastián. Después de nuestra primera sesión me sentí bastante mejor. Nada más cortar contigo me llamó la Maite para preguntarme cómo me había ido y me felicitó por pedir ayuda, pues ella entiende que después de estar casado con una psicóloga y haber pasado por todo tipo de terapias, lo último que quería era terminar en otra. Supongo que está preocupada.
¿Qué le preocupa?
La Maite, al ser mi última pareja, es la única que cacha cuan complejo ha sido lidiar con dos ex matrimonios y una madre del terror. Ella conoce toda mi historia y supongo que lamenta que una vez más, mis rollos no resueltos, afecten mi presente. Es cierto, ya estoy viejito para echarle la culpa a mamá de todo, pero créeme que cuando tienes una como la mía, todo se echa a perder.
¿Por qué?
No es fácil constatar, una y otra vez, que tu madre te tiene mala. Mira, mi hermano mayor es doctor y para ahorrarse todas las molestias se quedó en Inglaterra. Allá se fue a hacer su subespecialidad, se casó con una pakistaní, armó familia y literalmente se desentendió de mis viejos. ¿Resultado? Mi vieja lo idolatra. Por el otro lado está mi hermano chico, el favorito. ¿Cómo no? Es músico y filósofo. Regalón y protegido de mamá. ¿Resultado? Lo he financiado toda mi vida, pues mis viejos no lo ayudan con un peso. ¿Por qué? Porque él no les pide nada. Y como es filósofo, pero no weón, se fue a vivir al Cajón del Maipo con su pareja para estar lejos del sistema y de sus contradicciones, asegurándose, de paso, que mis viejos nunca fueran a visitarlos. (Silencio). En definitiva, soy el único que se hace cargo de una madre combativa y de un papá esquizoide que, para sobrevivir a mi vieja, vive en un mundo paralelo.
¿Qué quieres decir?
Mira, si hay algo que le reconozco a mi viejo, es haberse bancado a mi mamá sin reclamar, y supongo que para lograrlo se refugió en el yoga. Si bien los une la medicina -se conocieron estudiando- son polos opuestos. Mi viejo es de esos doctores de pelo largo, flaco y ascético. Todas las mujeres lo aman, pero tuvo el buen ojo de casarse con la única que lo odia.
¿Por qué dices que lo odia?
Mi viejo nunca fue lo suficientemente revolucionario para una mujer cuyos padres huyeron de la guerra civil española. Descendiente de catalanes que sufrieron el horror, el hambre y el destierro, mi madre se crío con dos personas que no eran las más indicadas para ser padres. Esos señores eran mis abuelos, que en paz descansen. Y esta mujer, templada a golpes, se casó con un ser etéreo y bondadoso. Imagínate, para completar la película, que mi papá es vegano, medita y hace yoga desde los años sesenta. Es una especie de santo que atiende en consultorios y que llega a la casa con los regalos que le llevan sus pacientes, pues a veces es la única forma que tienen de pagarle. Y hace clases. Sus alumnos lo aman. (Largo silencio). Y mi vieja no baja las armas desde el estallido social. Y como mi viejo no le sirve, yo soy su puching-ball. Conmigo pelea y me cuestiona todo. Y te lleva de lo público a lo privado y de lo social a lo familiar y a lo personal en cuestión de segundos. Y mientras mi mundo colapsa… ahí está mi vieja machacándome la cabeza. Contra el sistema, contra las AFP, contra mi Ministerio… Y cuando se cansa de estar en contra… se pone a favor del primer retiro, del segundo y el tercero… y si le das cuerda… dinamita todo… y puta la webada… yo soy su hijo… y esto tiene impacto en los míos…
¿Qué quieres decir?
Claramente es más trendy tener una abuela ñurda, que un padre del partido del orden y la estabilidad. Sinceramente no sé si soy tan momio, pero soy economista, trabajo en un Ministerio… y tengo mis ideas, mis convicciones, pero cuando te das cuenta que tus hijos repiten los incendiarios discursos de la abuela… mientras tú pagas la educación, la salud, la vivienda, el wifi y el plan del celular… -webadas que a sus ojos debieran estar garantizadas o resueltas en una nueva constitución-… puta… te calentai… pero son tus hijos… es tu mamá… te la comes… y… ¿con quién explotas?
¿Con quién?
Ahora último con nadie… antes… con mis parejas… Exploto con ellas y las cago, sobre todo con la Maite y con la Javiera, mi segunda señora. Con la Claudia, la primera, era distinto.
¿Por qué era distinto?
En ese entonces mi vieja webeaba menos, trabajaba más y mis problemas eran mis problemas. O eso creía, pero ahora que lo pienso, igual mis problemas con mi vieja me llevaron a buscarme una mujer como la Claudia.
¿Qué tipo de mujer?
Mira, después de una crianza estaliniana, no es raro que me haya enamorado del caos. La Claudia era un desastre. Ella y toda su familia. Y que te puedo decir… me encantaba y me sentía muy a gusto con sus disfuncionalidades. Piensa que mientras yo carreteaba como un acto de rebeldía y transgresión, la Claudia hacía lo mismo como una consecuencia natural de su vida. Para ella no había ninguna contradicción. Era la continuidad de su casa, de sus viejos, de su familia. Todos inconsecuentes, divertidos y caóticos. Los amaba y para mí fue una segunda familia. Una familia donde me valoraban. Y no solo me escuchaban, sino que me pedían ayuda. De manera informal, hice mi práctica como ingeniero comercial en la casa de la Claudia. Los ayudé, casi desde el primer año, a ordenarse y a rentabilizar un par de negocios. De ellos viven hasta la fecha y siempre los he asesorado. Por eso me siguen amando…Claudia incluida.
¿Y por qué no funcionó?
Cuando nacieron nuestros hijos las cosas empezaron a cambiar. Yo estaba haciendo carrera en un mundo muy formal. Y me iba muy bien en el Ministerio y supongo que el contraste era inevitable. Y cuando tomé el curso del doctor Maturana… este me obligó a pensar. A pensar de verdad, pues tenía la cagada en la cabeza. Salí del Kremlin, me instalé en Woodstock y fingía ser un equilibrado jefe en un importante Ministerio. Me sentía un impostor y temía que me fueran a descubrir. Puta, pasé de la Rosa Luxemburgo a la Janis Joplin y el Maturana me hizo ver que me había ido de un extremo a otro… para volver a lo mismo. ¡Y ya teníamos dos hijos! (Silencio). Y después pienso en la Javiera, mi segunda señora… psicóloga, apostólica y romana. ¡Media cagada! Dos hijos más y hasta el día de hoy me sacan en cara que no cumplí lo que prometí en el altar. Y así llegamos a la Maite, cuatro hijos cada uno, estallido, embarazo, pandemia, bonos, retiros, separación… y no quiero cumplir 50 años así.
¿Así cómo?
Dejando cagada tras cagada. Tengo hijos universitarios furiosos con el sistema, escolares deprimidos por el encierro y un pre-escolar que no conoce niños de su edad. Tengo tres ex que son amigas. ¿Un éxito? Puede ser, pero igual se generan sus roces. Y supongo que he podido resistir todo esto gracias a la estabilidad del Ministerio… pero retiro a retiro… me voy un poco más a la mierda. ¿Exagero? Sebastián, me preocupa mi trabajo, el futuro de mis hijos, mi familia, el país. Y mientras me hundo, mi vieja crece y se levanta. Y me da rabia… ella tiene su vida resuelta… pero… (largo silencio)
Pero…
Imagínate que para mi vieja mis problemas matrimoniales y mis separaciones son la máxima expresión del pequeño burgués. Para ella mis penurias amorosas son un lujo de rico y a sus ojos… un hombre… o una mujer de verdad… no se separa ni tiene tiempo -ni plata- para tanta webada… Eso piensa mi querida madre, siendo que el Che Guevara, su ídolo de juventud, decía que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor.
Continuará…