Los animales, y nosotros como tales, hemos evolucionado en conjunto con diversas comunidades de microorganismos. Ellos son esenciales para el desarrollo y la actividad de los sistemas inmunitario y nervioso.

El cuerpo humano, incluidos el intestino, la piel y otros ambientes de la mucosa, está colonizado por una enorme cantidad de microorganismos, los que colectivamente se denominan microbioma. Las bacterias y otros microorganismos que constituyen ese ecosistema, se han investigado cada vez más durante las últimas dos décadas.

Esos avances en la investigación de microbiomas, revelan aspectos importantes en especial sobre la función del microbioma intestinal, que no es solo un espectador pasivo, sino que su composición microbiana impacta activamente en múltiples funciones, incluida la ritmicidad circadiana, las respuestas nutricionales, el metabolismo y la inmunidad.

Esos microbios que se alojan en nuestros intestinos y componen lo que se conoce como microbiota, millones de bacterias, diminutas, pero relevantes. Estudios muestran que sus cambios pueden estar más implicados en diferentes aspectos, hasta en trastornos neurológicos que involucran neuroinflamación, como la esclerosis múltiple y la enfermedad de Parkinson.

Microbios y Covid-19

Hoy la preocupación mundial sobre Covid-19, también plantea la interrogante de si la esa microbiota tiene o no un rol. Estudios recientes han mostrado una posible relación entre el estado de la microbiota y la posibilidad de agravar por la infección viral, explica Nelba Villagrán, Nutricionista Integrativa, Fundadora de Ortomolecular Chile, “esta relación se encuentra en investigación por varios grupos de científicos”.

Villagrán explica que en el intestino existen microbios que actúan ya sea como probióticos inmuno estimuladores e inmuno reguladores. Los primeros se refieren, dice a aquellos estimuladores que activan la respuesta de linfocitos y macrófagos, los encargados de atacar los microorganismos patógenos.

Los moduladores, en tanto, se adaptan el sistema inmune y lo modulan de acuerdo a la necesidad frente a organismos extraños. “Se ha comprobado en personas sanas una mejor respuesta inmunitaria preventiva de algunos probióticos específicos”, indica. Acción que potencia además su respuesta inmunológica al combinarlos con Vitamina D3.

Una vez que la persona se contagia por el virus también tendrían un rol destacado. La microbiota intestinal y sus metabolitos tienen una acción moduladora de respuestas proinflamatorias o antiinflamatorias, explica Villagrán. Produce anticuerpos específicos, estimula macrófagos, células NK, linfocitos T., todo eso, explica, “favorece un efecto barrera en el epitelio intestinal contra microrganismos patógenos, compite con microorganismos patógenos por los sitios de adherencia al enterocito, de tal forma que influye sobre sistema inmune de muchas maneras”.

Además, la microbiota incide en la metilación del ADN. “Esto hace suponer que enfrentar la virosis con un mejor estado de la microbiota representaría un factor relevante de resistencia ante la posibilidad de agravar y morir”, sostiene la especialista.

Intestinos

Según demostró un equipo del Hospital Universitario de Groningen, y confirmado por otros equipos de investigación, el nuevo coronavirus es capaz de infectar y multiplicarse en los intestinos. Lo hace a través del receptor ACE2, enzima convertidora de angiotensina, que tiene relación con la regulación de la presión arterial y que está presente en la superficie celular de pulmón, riñones, corazón, “pero también y especialmente del intestino delgado”, señala Villagrán.

El interior del intestino está repleto de receptores ACE2. Pero hasta el momento se desconocía si las células intestinales podrían infectarse y producir partículas de virus.

La mayor expresión de ACE2 en el cuerpo humano ocurre en el borde de cepillo de los enterocitos intestinales, células epiteliales del intestino delgado que tienen como función la absorción de los nutrientes y su transporte hacia otros tejidos del cuerpo. "La ACE2 se ha relacionado con la protección frente a la hipertensión, la arteriosclerosis y otros procesos vasculares y pulmonares. Si el virus la bloquea, favorece la generación de péptidos secundarios con efecto vasoconstrictor, proinflamatorio y de retención de sodio, hipertensión arterial y daño pulmonar”, explica.

Un estudio chino realizado por Lei Pan, de la Universidad de Binzhou, realizado en 204 pacientes reveló que casi la mitad de ellos sufrían trastornos digestivos gastrointestinales como diarrea y vómitos, que empeoraban a medida que la infección por coronavirus se agravaba. “Recientemente se ha descrito ‘el eje intestino-pulmonar’, un sistema de comunicación entre la microbiota intestinal y la pulmonar, cuyo papel es cada vez más conocido. De este modo, la microbiota influiría en las respuestas inmunitarias pulmonares a las infecciones, la presencia de alérgenos, etcétera”, aclara Villagrán.

Los estudios han demostrado que este eje está implicado en diversas patologías, como el asma, la gripe a la bronquitis. Esto es la base para pensar, indica, "que la microbiota y los probióticos podrían ser una importante opción en la búsqueda de soluciones contra la Covid-19”.

Pero no es un tema del que se hable en la actual crisis sanitaria. “Creo que lamentablemente no hay una conciencia suficiente de la relación de lo que comemos con la capacidad inmunitaria de nuestros organismos. Estamos acostumbrados a actuar después de la enfermedad y dedicar pocos esfuerzos a la prevención”, subraya la especialista.