Los bosques submarinos de huiro (Macrocystis pyrifera) son una especie “fundacional”, es decir, sienta las bases para que otras especies, a su resguardo, se puedan desarrollar. Atenúan la fuerza de las corrientes marinas y cambian el microclima de su entorno, favoreciendo un ambiente estable y tranquilo. Invertebrados y mamíferos encuentran en estos bosques protección y alimento.

Son, además, bioindicadores del cambio climático. Son muy sensibles a las perturbaciones provocadas por este fenómeno, y si estos bosques desaparecen, las especies que viven bajo su alero también lo harán o se verán obligadas a migrar en busca de otro hogar.

Ahora, un equipo de siete investigadores de Finlandia, Serbia y Chile a bordo de la embarcación Huracán, realizó una expedición al seno Almirantazgo, en la Región de Magallanes y Antártica Chilena, con el objetivo de analizar cómo las condiciones de los fiordos, que son extremas para los bosques de huiro, afectan su fisiología y el potencial para ocupar nuevas áreas.

El huiro es una especie de macroalga ampliamente distribuida, que forma bosques submarinos y alberga uno de los ecosistemas más ricos y productivos del planeta. Puede llegar a medir hasta 70 metros de largo, casi duplicando el largo de la ballena azul y en condiciones óptimas alcanza tasas de crecimiento de hasta cerca de 50 cm diarios. Otorgan refugio, alimentación y reproducción para un sinnúmero de especies marinas, incluida un gran diversidad de microorganismos.

Huiro

La campaña científica fue liderada por el director del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL) de la Universidad Austral de Chile (UACh), Dr. Iván Gómez. Los investigadores realizaron diversas transectas desde el glaciar hasta la zona donde se inician los bosques de macroalgas.

El equipo de científicos tomó como área de estudio el seno Almirantazgo, aledaño a la cordillera de Darwin en Tierra del Fuego, dado que es un lugar muy parecido al ambiente polar y, además, está sufriendo cambios producto del calentamiento global. Se considera un centinela, debido a que podría entregar respuestas de lo qué ocurrirá con la Antártica.

“Los glaciares en esta zona están retrocediendo en diferentes grados. Entonces, lo que nosotros quisimos ver con un análisis microbiológico del fondo y una serie de parámetros químicos, es si se están dando las condiciones para la llegada de los propágulos, la parte reproductiva del alga”, explica el Dr. Gómez.

El equipo de científicos planea hacer análisis genómicos de los microbiomas que se encuentran en los bosques de huiro al lado del glaciar y compararlos con lugares más alejados.

“En algunos fiordos el huiro crece a muy poca distancia del glaciar, por lo que uno de nuestros próximos desafíos es entender por qué esta especie no está en la Antártica. Si es una especie capaz de vivir en muchos ambientes, perfectamente podría tener el potencial de colonizar el continente blanco, considerando que este tendrá periodos más cortos de cubierta de hielo marino”, concluye el investigador.

Los científicos durante su trabajo en terreno. Foto: IDEAL

Dos veces más grandes que los bosques tropicales

Uno de los científicos del Centro IDEAL que estudia esta especie es el ingeniero en acuicultura y candidato a doctor Mauricio Palacios, quien ha dedicado su doctorado al estudio de este especie.

Palacios explica que esta especie “puede sobrepasar los 70 metros de longitud, y llegar a pesar 200 a 250 kilos. Dice que comparado con los bosques tropicales, son dos veces más grandes. Además, son mitigadores de muchas perturbaciones según Palacios.

Añade que los bosques de algas pardas o huirales son bosques de un grupo de algas que se llaman laminarias, que son las más grandes. Tienen un rol ecológico muy importante.

Entre sus “ramas” también nadan mamíferos marinos como lobos de mar y chungungos. Incluso ballenas y delfines utilizan este lugar como zona de “sociabilización”.