Miles de mujeres siguen pidiendo su cuarto propio
Cuando a la escritora Virginia Woolf le encargaron hablar sobre novelas escritas por mujeres se dio cuenta de que sería difícil. Los títulos eran muy pocos. Mirando los estantes de la biblioteca recordó a un obispo que repetía en varios diarios que era imposible que una mujer tuviera el genio de Shakespeare.
Lo triste es que el obispo tenía razón, pensaba Wolf. Si el mismo Shakespeare hubiese tenido una hermana idéntica a él, ella no habría sido capaz de escribir sus obras. En esa época, esa hermana no habría ido a una escuela y, si la sorprendían leyendo algún libro de modo furtivo, la habrían mandado a hacer cosas útiles como zurcir medias. El potencial lo habría tenido, pero en vez de desarrollarlo, “habría estado lavando platos y acostando chicos”.
Para la escritora, las diferencias de género y la falta de un desarrollo intelectual de las mujeres se resumían en algo simple: no tener “un cuarto propio”, nombre de su famoso ensayo, para lo que es necesario contar con igualdad de oportunidades, independencia económica y la posibilidad de trabajar sin la sobrecarga de las tareas del hogar.
La desigualdad en cuanto a las posibilidades de desarrollo, diferencias en el mercado laboral y carga de tareas del hogar y cuidado siguen vigentes. El proyecto Nuestra Voz, plataforma colaborativa que utiliza inteligencia artificial, recogió mensajes de audio de miles de mujeres que respondieron durante 2020 a la pregunta “¿Qué es lo primero que cambiarías de Chile?” Sus voces incomodan, pero lamentablemente no sorprenden.
Con estos audios, se elaboró el informe “16 mil voces para construir el Chile del futuro con una perspectiva de género”, el cual puede revisarse en el sitio web de Nuestra Voz www.nuestravoz.cl.
El análisis muestra que la demanda más levantada por las mujeres en Chile es una que no aparece en las encuestas tradicionales y tiene que ver con los derechos de las mujeres y la igualdad de género. Estas demandas incluyen: la urgencia de proteger físicamente a la mujer y evitar la reproducción de violencia de género, la necesidad de acceso de empleo femenino, el respeto a la maternidad (pre y post natal) sin que perjudique la carrera profesional y la representatividad igualitaria de género en cargos públicos y privados. También, hay testimonios respecto a las diferencias de género en la realización de tareas domésticas, además de la invisibilización de los trabajos dedicados al cuidado de niños, niñas y adultos mayores.
Estos temas, si bien ya sonaban en el primer pre informe realizado por Nuestra Voz, se hicieron más evidentes con la pandemia. El encierro aumentó las denuncias por violencia intrafamiliar y la necesidad de una real corresponsabilidad dentro de los hogares.
La reflexión de Virgina Woolf tiene casi 100 años, pero continúa vigente. Hoy queremos que esos testimonios sean escuchados por todos y todas, por quienes redactarán la nueva Constitución, por quienes elaboran políticas públicas y por quienes viven con mujeres, para que nunca más quede un talento sin desarrollar por no poder optar a “un cuarto propio”.
* Académica Escuela de Gobierno UC y cofundadora de Nuestra Voz