Hábitos, estilo de vida y nivel educacional son factores importantes en la salud de la población, sobre todo en lo que se refiere a las enfermedades crónicas como cáncer, diabetes, patologías cardiovasculares y respiratorias.

Según el estudio Envejecimiento, Enfermedades Crónicas y Factores de Riesgo: Una mirada al pasado y al futuro, elaborado por el Observatorio del Envejecimiento (una alianza la Universidad Católica y la Compañía de Seguros Confuturo) la mortalidad causada por las enfermedades crónicas en nuestro país ha aumentado y por varias razones.

Si en 1990, el 73% de las muertes tenía como causa alguna enfermedad crónica, en el año 2019 esta razón creció al 86% respecto del total de muertes de ese año. Para ese mismo período, las muertes por enfermedades transmisibles bajan también considerablemente de representar un 13,8% en 1990 a 6,8% veinte años después.

Marcela Carrasco, geriatra, académica de la Escuela de Medicina UC y miembro del CEVE-UC, explica que “gracias a políticas exitosas de salud pública, por muchos años en nuestro país se logró disminuir la mortalidad prematura del tipo materno infantil y de origen infeccioso, teniendo actualmente una transición epidemiológica avanzada, donde la morbilidad, discapacidad y mortalidad se concentra en las enfermedades crónicas no transmisibles”.

Foto: Agencia Uno

Es en esa lógica, que ahora surge “como un gran reto el control de las enfermedades crónicas, que se han convertido en la primera causa de mortalidad tanto en Chile como en el mundo”. ¿Cuáles son las principales enfermedades crónicas? “Las cardiovasculares, cáncer, diabetes y enfermedades respiratorias y renales crónicas”.

Según el estudio, este incremento en las causas de muerte por enfermedades crónicas se vincula al aumento en la esperanza de vida y se concentra en los grupos de mayor edad en la población. De hecho, el porcentaje de personas entre los 30 y 70 años que fallece debido a estas patologías ha disminuido considerablemente tanto en el país como a nivel global. “En Chile, específicamente, la muerte prematura desciende en 2,2 puntos porcentuales desde el año 2000 hasta el año 2016, llegando al 12,4%”, indica el reporte.

¿Por qué disminuyen? Probablemente una mezcla de varios factores. “Hoy existe más conciencia y se cuenta con las herramientas médicas y farmacológicas para el manejo de estas condiciones. Sin embargo, el riesgo es que prevenir la muerte no es el único objetivo, también se debe prevenir el deterioro funcional asociado a las enfermedades crónicas, porque de lo contrario los sobrevivientes van a ser dependientes de otros para su cuidado y se sabe que ese es uno de los principales temores asociados al envejecimiento”, dice Carrasco.

Desde el 1990 hasta el año 2006, la esperanza de vida aumentó de 73,5 a 80,3 años en Chile. Sin embargo, los años que las personas viven con discapacidad también se han incrementado, específicamente en 1,16 años. “De esta forma, entre 1990 y 2016 el promedio de esperanza de vida era de 77 años, y el promedio de años que se vive con discapacidad son 10 años”, señala el reporte.

El geriatra Jaime Hidalgo, miembro de la Sociedad de Geriatría, explica que, si bien en Chile hay una alta esperanza de vida, y la mayor parte de esos años se viven sin discapacidad y de forma funcional y activa, las enfermedades crónicas pueden desatar futuras discapacidades. “Nuestro objetivo hoy es concentrarnos en gran parte en las enfermedades crónicas, ya que entendemos que son las que pueden motivar a que esa funcionalidad, sea física, o mental, se pueda disminuir”, dice.

Carrasco agrega que el desafío actual es que los años de vida ganados sean libres de discapacidad. “Para esto es muy importante no solo el diagnóstico y tratamiento adecuado de las enfermedades crónicas, sino también la implementación de programas de rehabilitación para que quienes sufran complicaciones asociadas a las enfermedades sean capaces de reinsertarse a la vida activa. En este sentido una visión integral de salud y la participación de equipos multidisciplinarios en todos los niveles asistenciales cumplen un rol fundamental”, insiste la geriatra de la UC.

Con lo anterior, Chile se aleja de la tendencia seguida por países sudamericanos y se acerca más a lo que ocurre en Canadá y Estados Unidos, cuya población tiene mayor esperanza de vida, y vive más años con discapacidad.

Prevención y factores de riesgo

Una particularidad muy importante de las enfermedades crónicas, dice Carrasco, “es que son prevenibles” si se actúa sobre los factores de riesgo. “Si uno pudiera prevenirlas todas, se estima que hasta el 80% de las enfermedades cardiovasculares del tipo infarto o accidentes cerebrovasculares y diabetes se podrían evitar y hasta el 40% de los cánceres”, indica la geriatra.

Todas las enfermedades crónicas, aunque multifactoriales, están relacionadas directamente con los hábitos y estilos de vida de las personas. Se caracterizan por ser de larga duración y lenta progresión. ¿Tratamientos? Existen, pero de igual forma afectan la calidad de vida y suman discapacidad cuando los años pasan.

“Los principales factores de riesgo tienen que ver con el estilo de vida poco saludable e incluyen obesidad, dieta poco saludable, sedentarismo y consumo excesivo de alcohol y tabaco. Es difícil decir cuál de ellos es el mas importante, ya que actúan de forma sinérgica y rara vez se encuentran solos. Pero en Chile destacan la alta prevalencia de sedentarismo, tabaquismo y obesidad”, recalca Carrasco.

Pobreza

A los hábitos de vida, se suman determinantes sociales como la pobreza que también impactan en la salud de los chilenos. Según el reporte pobreza y desigualdad son elementos relevantes en el desarrollo y prevalencia de diferentes patologías.

“Los grupos más vulnerables tienen un bajo acceso a educación y servicios de salud, y, por otro lado, suelen estar insertos en medios más poblados y con más contaminación. Todo ello incide en que sean más propicios a tener dietas poco balanceadas, sobrepeso u obesidad y desarrollar estilos de vida poco saludables. Por ejemplo, vidas más sedentarias y/o con mayor consumo de tabaco y alcohol, siendo estos factores los que se asocian más directamente con las enfermedades crónicas”, resume el estudio.

En palabras de la doctora Carrasco, las situaciones socioeconómicas más precarias y menor nivel educacional se correlacionan con hábitos de vida menos saludables, que son los que inciden en gran medida en el desarrollo de patologías crónicas, y que potencia peores indicadores de salud global. En las poblaciones con más equidad, las diferencias son menores.

Impacto de la pandemia

El análisis del estudio llega hasta 2019, justo antes que llegara la pandemia de Covid-19, un evento que seguro impactará en la cifra de mortalidad a causa de enfermedades crónicas.

El estudio señala que los confinamientos, sus implicancias en la movilidad y actividad física, así como en el acceso a los alimentos; el empeoramiento general de la salud mental producto de la pandemia también puede incidir también en el padecimiento de las enfermedades crónicas.

“La pandemia ha impactado muy fuertemente en el control de los pacientes con enfermedades crónicas, quienes llevan ya más de un año sin un control regular, algunos solo tomando los medicamentos, pero otros incluso han abandonado totalmente sus terapias, sin posibilidad de estudios o derivación a especialistas. A esto se suma el efecto de las cuarentenas en el deterioro de los estilos de vida saludables: mayor sedentarismo y obesidad, en la salud mental y en los hábitos de consumo de alcohol o tabaquismo que agravan el panorama”, explica Carrasco.

¿Qué ocurrirá? “Aún no tenemos datos concretos, pero se puede inferir que la situación será muy compleja de revertir, especialmente en un sistema de salud ya muy sobre exigido. Se puede suponer que el impacto será muy fuerte en enfermedades cardiovasculares, diabetes e hipertensión, especialmente”, dice.

Christian Abello, gerente general de Confuturo, dice que pensar en la vejez es clave. “Este reporte da cuenta de la importancia que implica mantener hábitos sanos de autocuidado para las personas, más aún cuando la esperanza de vida se mantiene en aumento en el mundo y que la mayor parte de la población en Chile será de tercera edad en un futuro cercano”.