Mujeres y discapacidad: Un desafío por delante
En nuestro país hay 4.277 hombres con discapacidad que tienen contrato laboral, mientras que esta cifra se reduce casi a la mitad en el caso de las mujeres, que son 2.240 las que cuentan con un contrato de trabajo.
Han pasado siete meses desde la promulgación de la Ley de Inclusión para Personas con Discapacidad, que reserva el 1% de los empleos para personas con discapacidad o con alguna pensión de invalidez de cualquier régimen previsional, en instituciones públicas y empresas con más de 100 colaboradores, la Dirección del Trabajo informó que los últimos meses los contratos de trabajo de personas con discapacidad registraron un alza de 46,5%.
Nos alegramos con estas cifras ya que, sin duda, representan un gran avance, pero de todas formas hay algo que me llama la atención. Uno de los datos contenidos en el informe de la Dirección de Trabajo revela que en nuestro país hay 4.277 hombres con discapacidad que tienen contrato laboral, mientras que esta cifra se reduce casi a la mitad en el caso de las mujeres, que son 2.240 las que cuentan con un contrato de trabajo.
Al analizar estos números, y pese a los esfuerzos que se han materializado en Chile, nos damos cuenta que la brecha laboral entre hombres y mujeres se replica en personas con capacidades diferentes. Las mujeres que viven con alguna discapacidad en nuestro país, aún mantienen bajas tasas de inserción laboral. Esto, entrega un antecedente más a la deuda histórica que tenemos como país: el balance de género en el mercado laboral.
El aporte de las mujeres en el mundo laboral permite a las empresas obtener una visión más rica, compleja e innovadora. Nuestro liderazgo es complementario al de los hombres, por lo mismo, como empresas debemos comprometernos en educar a nuestros públicos internos y externos sobre la importancia del balance de género de mujeres con discapacidad y ayudarlos a conocer la realidad que viven, promoviendo su inserción en el mundo laboral.
Dentro de este contexto, en BASF nos hemos planteado el gran desafío de contribuir, a través de la educación, a hacer de la inclusión de personas con discapacidad parte de nuestra cotidianeidad, porque creemos firmemente en un entorno donde las capacidades y talentos de las personas sean el único diferencial importante y no su condición. En un ambiente corporativo donde la discapacidad, en sus distintos tipos y grados, no sean impedimento para la realización profesional.
En el siglo XXI, la inclusión brinda a las empresas una oportunidad para desarrollar equipos de trabajo consolidados, captar al mejor talento y crear una fuerza laboral comprometida. Por esto, les hago el llamado a no detenerse y seguir trabajando para que la diversidad y la inclusión sean parte del día a día de las empresas en nuestro país.
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