En un estudio realizado por Centro Miintimidad con 1.607 pacientes que asistieron al lugar, se encontró que el 50,7% de ellas nunca había mirado sus genitales y el 72,9% de esa muestra recibió una educación sexual restrictiva en sus casas y colegios. En plena época de revolución feminista, en donde las mujeres sacan la voz y luchan por sus derechos, por igualdad, por justicia en todos los ámbitos, es inentendible que un gran porcentaje de ellas nunca ha mirado ni explorado sus genitales.

¿La razón? Es sorprendente la falta de curiosidad, el miedo, los nervios, la vergüenza, la sensación de hacer algo indebido, que sienten tantas mujeres, frente al hecho de mirar sus propios genitales.

¿Qué pasa en pleno siglo 21, que siguen existiendo tantos prejuicios sobre el tema? Una educación sexual restrictiva y pecaminosa influyen directamente en generar pensamientos erróneos sobre la percepción de los genitales femeninos, encontrándonos con frases como: "encuentro que mis genitales son horribles, es feo y sucio andar mirándose esas partes, me enseñaron que hay que lavarse con una esponja y nunca tocarse ahí abajo".

Muchas mujeres creen que todas las estructuras de los genitales externos son la vagina y la confunden con la vulva, otras piensan que el clítoris está dentro de la vagina y que el himen es una tela rígida que cubre toda la vagina, el cual se rajará, emanando chorros de sangre.

¿Y por qué es tan importante que las mujeres conozcan sus genitales? La falta de conexión con la pelvis y con el área genital, genera una desintegración de esta zona con el resto del esquema corporal, pudiendo producir disfunciones sexuales como Anorgasmia o dificultad para experimentar el orgasmo, pues nunca han explorado sus sitios de placer, no saben dónde están ubicados y menos aun cómo estimularlos.

Y en el caso del Vaginismo (contracción involuntaria de los músculos de la vagina, frente al intento de penetración vaginal), no hay control voluntario de la musculatura vaginal para relajar y abrir la vagina, lograr un examen ginecológico, insertar un dedo, tampón o pene. Todo esto genera grandes dificultades personales y relacionales, impidiendo disfrutar de una sexualidad satisfactoria..

Para reparar estos mitos y estas disfunciones sexuales que se generan, debemos resignificar los pensamientos erróneos, los miedos y recurrir a varias estrategias terapéuticas, para volver a integrar el área genital al resto del cuerpo. Las pacientes de Centro Miintimidad se van con tareas para la casa, que consisten en estudiar la anatomía de los genitales femeninos, mirarse con un espejo y reconocerlos en su cuerpo, para luego incorporar a la pareja (si la tiene) en este aprendizaje.

El mensaje final es: mujeres, es hora de empoderarse de su propia sexualidad, de no olvidar que los genitales son parte de su cuerpo; agarren un espejo, y no tengan miedo ni vergüenza en mirarlos, explorarlos y conectarse con ellos.