Por primera vez en el mundo se define una participación paritaria de género para desarrollar un proceso constituyente. Este liderazgo fue tomado por nuestras congresistas, en una emocionante sesión del Congreso, desde donde enviamos una potente señal de las transformaciones que precisamos para avanzar en sociedades más justas.

El mayor desafío que enfrentamos como planeta es el de frenar el cambio climático, lo que requiere, junto con reducir emisiones, avanzar en conservación de la naturaleza, que es la mejor y más conveniente herramienta de mitigación y adaptación. La biodiversidad, que ha sido horadada por siglos, sostiene toda la economía de la región; la de grandes empresas como la forestal, pesquera, acuícola, agrícola, turismo, entre otras, así como las economías locales que dependen directamente de la provisión de servicios ecosistémicos que entrega la naturaleza, como el agua, el más básico para toda la humanidad.

Latino América es una superpotencia de naturaleza, pues un 40% de la biodiversidad del mundo se encuentra aquí, a la vez que emite menos de un 10% del carbono. Las ventajas de este gigantesco capital natural, suman a las de sus capacidades humanas, lo que se refleja en el hecho que la biodiversidad en nuestra Región provee tres veces más recursos per cápita que los disponibles para un ciudadano mundial promedio.

Tradicionalmente, las mujeres han tomado en sus manos la protección de los recursos naturales que sostienen la vida de sus comunidades, haciendo un aporte a la economía y a la cultura que es fundamental para el bienestar social de la región. Sin embargo, este esfuerzo permanece en gran medida soterrado y su integración a la toma de decisiones y a la gestión de procesos de adaptación y mitigación al cambio climático es escaso e insuficiente.

La crisis climática y pérdida de biodiversidad impactan con mayor disparidad a las poblaciones más vulnerable, entre ellas las mujeres latinoamericanas. Es por esto que la conservación tiene un valor estratégico para la sustentabilidad tanto de comunidades locales, como también de industrias y de la comunidad global.

Existen numerosas experiencias de conservación regionales, lideradas por mujeres, las que año a año conectan y suman, como evidenció la iniciativa de "Biodiversidad, Género y Cambio Climático: Propuestas basadas en conocimiento” realizada en Santiago justo antes del estallido social. Como ésta, existen numerosas redes de mujeres latinoamericanas que están reconectando entre sí, con el fin de volcar desde sus territorios rural y urbano, sus saberes tradicionales y contemporáneos, entretejiendo una nueva manta de relacionamiento con la naturaleza, donde prevalece la equidad de género, motor indiscutido para la sustentabilidad.

El liderazgo mostrado en el Congreso, refuerza el llamado a mostrar y fortalecer el rol de las mujeres en la construcción no sólo de un nuevo país, sino de un nuevo Mundo. Somos las llamadas a redefinir las políticas que precisamos para el buen vivir. Tenemos visión, compromiso y conocimiento para volcar en los procesos de cambio, para implementar soluciones basadas en naturaleza, con impacto directo (aunque todavía invisible) en economías y sociedades, respondiendo así a la urgencia de los mandatos globales de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, el Convenio de Cambio Climático y el Convenio de Diversidad Biológica.