Las noticias de una rara enfermedad que sorprendía a médicos chinos durante enero, en plena época de vacaciones para Chile, resultaron preocupantes. Sin embargo, la distancia jugó a favor. Existía una sensación de protección.

No era el primer virus. Tampoco, el más peligroso. El nuevo coronavirus, era menos mortal que otros brotes a gran escala como el síndrome respiratorio agudo severo (Sars), el síndrome respiratorio del Medio Oriente (Mers) o el temido ébola. Se pensaba, que igual que los demás se mantendría a miles de kilómetros. Estábamos protegidos.

Era una engañosa percepción. La sorprendente rapidez con que se propaga Covid-19, al poco tiempo mostró un alza preocupante de países con contagios. No era solo en China.

En febrero comenzó su agresivo avance en Italia. El 20 de febrero un hombre de 38 años ingresó a un hospital en la ciudad de Codogno en Lombardía. Era el primer paciente con Covid-19. En menos de un mes Italia pasó a tener el mayor número de casos y muertes fuera de China. A la fecha ya van más de 80 mil casos y 10 mil fallecidos.

En Italia, luego del primer caso registrado en febrero, el avance del virus ha sido muy agresivo. A la fecha ya van 80.589 casos y 8.215 fallecidos.

El escenario en cambió el martes 3 de marzo. El anuncio del primer caso hizo latente la pandemia. En tres semanas hay más de 2.738 contagiados y 12 fallecidos

Impacto familiar

No está claro cómo se comportará el Covid-19 las próximas semanas. Lo que sí se sabe que para detenerlo se necesita cambiar radicalmente nuestra forma de vivir, principalmente con el aislamiento social. El resultado es un profundo vuelco en las rutinas. Nada es como antes.

¿Qué cosas cambiarán? En Italia, se habla que es la mayor crisis desde la Segunda Guerra Mundial. Socialmente se discuten las razones que llevaron a tal número de muertos. Octavio Avendaño, sociólogo y académico de Sociología de la Universidad de Chile, detalla que dos antecedentes son relevantes en el caso italiano de por qué todo partió en Lombardia, una zona rica, “la alta contaminación atmosférica y la privatización del sistema de salud”.

Los italianos, indica Avendaño, ya hablan de ‘cambiar’, la sociedad.

Y no es solo en Italia. En EE.UU., con el mayor número de casos (86.012), se vislumbra una crisis social por desempleo. Escenario que graficó la portada del viernes 27 de marzo uno de los principales medios de ese país, el New York Time, con la imagen de los subsidios de desempleo en los últimos 20 años y los impresionantes 3,3 millones de la última semana.

El virus ha detenido todo. El trabajo ya no es el mismo. Tampoco la vida. Restaurantes, cafeterías, bares, discotecas, gimnasios, hoteles, teatros, cines, galerías de arte, centros comerciales, ferias libres, museos, músicos, artistas, el deporte, las aerolíneas, el transporte público, escuelas, universidades y jardines infantiles, por nombrar algunos, han cerrado y han debido buscar otro modo de funcionar.

¿Volveremos a la normalidad? Para Avendaño, lo más probable es que las cosas no sean iguales. Sobre todo en los países latinoamericanos y en Chile en particular, “que no habían experimentado situaciones de este tipo, de estados de emergencia". En Europa hay una cultura de ‘emergencias’. Se remonta a gran parte del siglo XX, por el fenómeno de la guerra, explica, "hay generaciones que han vivido lo que era el desabastecimiento, la carestía y estar en situaciones límites”.

En Chile, el sociólogo resalta el evento nos marcará como generación. Es un antes y un después. “Esto está obligando a cambiar la organización de la vida cotidiana. El hecho de estar encerrados, la cuarentena, el no poder salir libremente, eso va a generar un efecto en la población”, asegura.

Para el sociólogo José Olavarría, doctor en Ciencias Sociales y académico de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, destacado investigador sobre transformaciones de la familia en Chile, es relevante cómo la dinámica familiar se ha visto profundamente afectada con la cuarentena, primero voluntaria, y desde el viernes 27 de marzo, obligatoria para una proporción importante de los núcleos familiares. “Para una proporción, no menor, se ha hecho necesario gestionar la actividad doméstica cotidiana, espacio femenino en los hogares biparentales”, dice Olavarría.

E teletrabajo es una experiencia nueva para muchos. Pensar que en esas condiciones la vida es ‘más fácil’, es una ilusión, dice el sociólogo. Junto a las tareas domésticas, se agregó la educación de los hijos que están en escolaridad, recalca Olavarría "muchas veces en espacios reducidos”.

Una sobrecarga principalmente femenina. Debido a la saturación de sistemas sanitarios y cierre de escuelas, las tareas de cuidados recaen mayoritariamente en las mujeres, alerta la oficina de ONU Mujeres para las Américas y el Caribe: “Ellas son quienes, por lo general, tienen la responsabilidad de atender a familiares enfermos, personas mayores y niñas y niños”.

Una familia trabaja en su comedor. Durante la pandemia, dicen los expertos, se ha hecho necesario gestionar la actividad doméstica cotidiana, con sobrecarga en especial para las mujeres.

El contexto afectará emocionalmente a las familias. “Algunos núcleos afianzarán sus lazos amorosos y cercanía con los hijos, perdiendo sí, momentos de intimidad. Otros, en cambio, profundizarán sus conflictos de pareja; estos serán más intensos por las exigencias nuevas y el hacinamiento mayor o menor en el que viven la cuarentena. Es predecible que se incremente la violencia intrafamiliar y de pareja”, dice Olavarría.

Una vez pasada la crisis es posible que se constate un incremento de las separaciones de parejas y sus efectos en los núcleos familiares, “acentuando la tendencia histórica que se consta desde los años 90 en adelante”, dice Olavarría. Asimismo, es esperable un alza en la tasa de natalidad por sobre la tendencia histórica que ha prevalecido durante el mismo período. Aumentarán los nacimientos.

Cambios sociales

Replantear cómo organizar la vida y cómo plantear el futuro, serán otros efectos. “Ya no es tan fácil plantear un proyecto de futuro", indica Avendaño.

La actual contingencia, tal cómo fue el estallido social, es el anuncio de una nueva etapa, dice Avendaño. Confirma que las sociedades modernas están experimentando constantemente contingencias y desafíos. "Van por el lado de mayor cantidad de riesgos, crisis de distinto tipo, no solo crisis políticas, sino que también crisis relacionadas con el deterioro del ambiente, en este caso con pandemias o con el aumento de epidemias”.

“La epidemia ha permitido que el gobierno retome el control de la agenda pública; que el parlamento trate y apruebe proyectos que en otro caso llevarían a un debate mucho más profundo, por ejemplo, el teletrabajo o los dictámenes recientes de la Dirección del Trabajo”, agrega Olavarría.

Se intenta además, dice Olavarría, buscar consensos, cooptar a quienes son disidentes de las políticas gubernamentales e “invisibilizar a los movimientos sociales que se expresan a través de las redes sociales”. En la medida que ello se logra, "reaparece con fuerza lo que era la ‘normalidad´ de la política. Actores que estaban ampliamente cuestionados, según las encuestas de opinión y las expresiones de las movilizaciones, con una bajísima aceptación recuperan su sitial como si nada hubiese pasado”, dice.

Hoy el coronavirus pone a la sociedad en crisis. En un futuro cercano, dice Avendaño, será la crisis del agua: “Esto nos va a obligar a replantear muchas cosas, sería bueno que esto también nos lleve a replantear un rediseño de las instituciones, de la normativa y al mismo tiempo del modelo de desarrollo”.

Transformaciones laborales

Olavarría plantea que incrementará la desigualdad en la sociedad chilena. Los efectos económicos en el empleo e ingresos de trabajadores, asalariados, trabajadores independientes, pequeños comerciantes, micro empresarios, se expresarán en empobrecimiento y endeudamiento. "Son sectores que no tienen capacidad de ahorro y para lograr acceso a bienes y servicios superiores a sus ingresos, se han endeudado históricamente. Los grandes propietarios del patrimonio privado, empresarios, sus ejecutivos, a medianos plazos recuperaran el valor de sus de sus patrimonios y sociedades, como lo han demostrado las crisis anteriores”, destaca.

“Hemos atravesado por un modelo de desarrollo que genera exclusión”, dice Avendaño. Si bien tiene una serie de logros desde el punto de vista de la producción y reproducción material, “también genera exclusiones y sensaciones de injusticias”, indica.

Lo que se vive, dice Avendaño, es la reafirmación de la demanda de octubre, que parecía tan difusa. Ahora la demanda tiene concreción. "Para algunas personas es un privilegio estar en la casa. Pero para otras puede ser un problema, tanto por razones de convivencia, como también por razones de otra índole, como por ejemplo, el no contar con la alimentación para los niños que es otorgada por la Junaeb. Si es no es diferencia o discriminación, entonces ¿que cosa podríamos entender por diferenciación social?”.

Ramón Rodríguez, gerente general de Trabajando.com, plantea que al terminar la crisis el empleo debiera reactivarse con buenas ofertas de trabajo, de acuerdo a los aprendizajes y cambios que se realicen en las empresas, tal como ocurre después de una catástrofe o emergencia. “Si a eso sumamos la practica del teletrabajo, donde muchas empresas debieron y se están adaptando rápidamente a este modelo con muy buenos resultados, también abrirán nuevas oportunidades”. Los cambios más importantes se notarán en la forma y perfiles a contratar. Serán más flexibles, horizontales y también se eliminarán roles innecesarios.

Esta crisis, con la antesala del estallido social, nos lleva a repensar nuestras formas de vida, el rol del Estado, el modelo económico, político, social, de comunidad y de género que nos rige, resalta Lorena Fries, presidenta de Corporación Humanas: “Ambas crisis sociales han tenido la particularidad de una voz popular que no busca ‘salvarse sola’, sino que exige poner el bienestar de las personas, la dignidad y la vida por delante. En ese sentido, se comienza a hacer cada vez mas patente la desigualdad e injusticia en materia de tareas domésticas y de cuidados de niños, niñas, adultos mayores y personas enfermas, en materia económica y de acceso a derechos básicos, la salud mental, la vivienda, el consumo”.

Uno de los grandes reaprendizajes, dice Fries, es el valor de la vida en comunidad. “Las crisis siempre se debate hacia donde se encauzan y la fuerza social, el impulso colectivo parecen empujar hacia un modelo en comunidad, de corresponsabilidad y derechos en todos los ámbitos de la vida, entre géneros, entre Estado y sociedad, entre empresas y trabajadores. Eso es una oportunidad sustantiva para pensar que un nuevo Chile podemos estar gestando”.

Para Minerva Gebran, Master Coach Ontológico y fundadora de Asersentido, esta pandemia nos ha remecido de miedo y dolor. También trae con el poder reinventarnos y crear un antes y un después significativo, “en donde hasta estemos orgullosos de que ya no seamos los mismos como humanidad”. Para ello, dice, “es fundamental ser conscientes de que podemos elegir que nuestra vida no sea la misma cuando la emergencia termine, y que vale la pena definir cómo la queremos crear, para conservar lo valioso que nos ha aportado esta nueva forma de hacer y transformar aquello que ya no da para más”.