Cuando hace miles de millones de años la Antártica se separó de Sudamérica nació la corriente circumpolar. Esa corriente actúa como una barrera natural entre los dos continentes no permitiendo que ingresen especies invasoras a las aguas que rodean la península más austral del planeta. A raíz de esto es que en esa zona se puede encontrar una gran cantidad de especies endémicas y una biodiversidad única.
Quienes se dedican a investigar el continente blanco aseguran que en la Antártica hay un ecosistema que no existe en ninguna otra parte del mundo. “Cuando se creó la corriente circumpolar las aguas cambiaron y evolucionaron especies en un ambiente único, muy frío, muy estable pero que a su vez es muy frágil, porque no existen las variaciones que hay en otras latitudes para los organismos. Cualquier cambio acá es mucho más dramático”.
Lo anterior son palabras de César Cárdenas, científico del Instituto Antártico Chileno (Inach) que ha participado en más de diez expediciones a ese lugar. La última de ellas en 2019.
El Océano Austral que rodea la península posee uno de los ecosistemas marinos menos alterados de la Tierra. La gran abundancia de plancton sustenta una de las áreas más importantes para el kril que al mismo tiempo alberga grandes poblaciones reproductoras de peces, pingüinos, aves marinas, focas y ballenas, dando como resultado una de las redes alimentarias más grandes del planeta. Esa región, además, se ha convertido en el mayor sumidero de carbono de la Tierra.
Pero como en todo el planeta, la Antártica también está siendo amenazada por el cambio climático y en los últimos años sus ecosistemas han cambiado debido al aumento de las temperaturas que se están calentando más rápido que en casi cualquier otro lugar del mundo, afectando a una comunidad biológica rica, pero delicada.
A partir de esto es que en 2018 Chile y Argentina se unieron en una propuesta para crear un Área Marina Protegida en el denominado Dominio 1 (oeste de la península Antártica y sur del Arco de Scotia), la cual fue presentada ante la Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCRVMA). En esa oportunidad, sin embargo, aunque la propuesta recibió el apoyo de gran parte de los países miembros, finalmente no logró el consenso necesario para su creación.
La propuesta está compuesta por tres tipos de áreas: áreas de protección general (donde no se puede realizar pesca comercial de ningún tipo), áreas de investigación científica sobre kril (para realizar investigación sobre el comportamiento de este crustáceo) y áreas de pesquería de protección especial (de acuerdo a las medidas de conservación adoptadas por la CCRVMA).
Expedición a la Antártica
La última vez que César Cárdenas viajó a la Antártica fue en 2019 y lo hizo en el buque OPV-83 “Marinero Fuentealba” de la Armada de Chile. Esa travesía fue parte de una exploración organizada por National Geographic, a través de su programa Pristine Seas, en el que participaron científicos del Instituto Antártico Chileno y del Instituto Antártico Argentino -y buzos profesionales de Estados Unidos, España, Australia- con el objetivo de brindar apoyo político, científico y de comunicación, a escala global, a la propuesta binacional de crear el Área Marina Protegida de 670.000 km2 en dicha región.
La expedición examinó la parte occidental de la Península Antártica pudiendo caracterizar las comunidades biológicas submarinas utilizando una combinación de estudios visuales y fotográficos SCUBA, Deep Ocean Drop Cams (cámaras utilizadas por primera vez en el lugar, que logran bajar a aguas profundas) y redes de plancton.
En esa oportunidad se logró mezclar la experiencia de los investigadores antárticos de los dos países junto con la de los científicos de NatGeo que manejan tecnologías diferentes, pero nunca habían estado en la zona. “Fue una dinámica bien especial. Ellos llevaron cámaras con tecnología nueva que permitió grabar el fondo marino a mayor profundidad de lo que se hace buceando. Se pudo tener más información que normalmente no es tan fácil de obtener. Fue bien interesante poder ver cómo cambian las comunidades con más o menos hielo, las esponjas, fue muy interesante”.
El director para América Latina de National Geographic Pristine Seas, Alex Muñoz, cuenta que cuando Chile y Argentina se pusieron de acuerdo para crear el Área Marina Protegida en la Antártica, empezaron a ver cómo poder apoyar la iniciativa mediante una expedición que aportara ciencia y que permitiera registrar cómo es el lugar, de manera de llegar con más fuerza a la comunidad internacional. “En ese momento me puse en contacto con los gobiernos de los dos países”, dice.
Esta expedición de tres semanas -inédita entre las dos naciones- tuvo la misma cantidad de científicos chilenos y argentinos. Esto, asegura, “para que ambos países estuvieran igualmente representadas”. Partieron en Punta Arenas hasta la península, cruzando el Paso Drake y pasando por las islas Shetland del Sur, islas Rey Jorge -o 25 de Mayo como le dicen en el país trasandino- y posteriormente a la isla Decepción donde antiguamente había una gran ballenera que guarda una etapa oscura de la Antártica.
Producto de esta expedición -de la que se pudo realizar un documental- los científicos publicaron un extenso informe y una publicación científica en la reconocida revista Plos One, que reafirma la necesidad de proteger la Península Antártica.
Según el estudio, la zona oeste de la Península Antártica, que es la que se ha propuesto para albergar esta área marina protegida, se encuentra entre las regiones de más rápido calentamiento de la Tierra. Mitigar los impactos del calentamiento, junto con los impactos más directos, como los de la pesca de kril, es fundamental para brindar oportunidades para que las especies que ahí se encuentran se adapten al cambio ambiental y para preservar este ecosistema único.
Según comenta el biólogo marino Mathias Hüne, que también participó en la expedición, las Drop Cams que se utilizaron -y que fueron abordadas en la publicación de Plos One- permitieron grabar una profundidad mucho mayor de la que se había logrado en la Antártica. Se pudo comparar, cuenta, “la parte de la península con la parte de las islas Shetland y el estrecho que las separa, se hizo una comparación y se encontraron diferencias. Fue muy interesante para mi caso que trabajo con peces”.
Además, relata, la experiencia fue un “super desafío”. “Nos tocó bucear en estos bosques de algas que a diferencia de otros bosques en el Cono Sur de América, en la Antártica no salen a la superficie, no es fácil encontrarlos. Y en mi caso, la fauna de peces fue mucho más difícil de encontrar. A esto hay que sumarle la temperatura del agua que hace que el buceo sea bastante complicado”.
Protección al continente blanco
La Antártica es uno de los grandes ecosistemas salvajes que van quedando en el mundo. Así lo dice Álex Muñoz que agrega que pese a esto, se encuentra “tremendamente expuesto a desaparecer por el cambio climático. Si a eso se le agrega el aumento sostenible de las pesqueras que extraen el alimento de las especies que viven ahí, podemos perder poblaciones enteras de especies que no van a encontrar un hábitat similar en otra parte”.
Lo que se puede lograr con la protección de la península, señala, “es hacer un ecosistema que sea más resiliente al calentamiento global y que mantenga los niveles suficientes de alimentos para las grandes poblaciones de pingüinos, de ballenas, y otros, que se alimentan del kril que abunda en esa zona. Es fundamental protegerlo”.
Mercedes Santos también participó en la expedición mientras se desempeñaba como científica Instituto Antártico Argentino (fue su viaje número 16 a la península). Lo que destaca es que gracias a ese viaje -que se convirtió en un documental que será estrenado hoy- es que se pudo tomar la información y poner en valor la propuesta binacional, “hacerla pública, que la gente conozca nuestro trabajo”
Para esta investigadora que actualmente es directora nacional de Áreas Marinas Protegidas -que depende del Ministerio de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible de Argentina- la creación de un área de resguardo “lo que nos permite es preservar áreas para que las distintas especies estén protegidas a un máximo nivel. Las áreas marinas no van a parar el cambio climático, pero lo que nos permite es disminuir los factores de estrés de las poblaciones. Las áreas marinas no son una respuesta al cambio climático, pero frente a un ambiente que es cada vez más variable e inestable, es necesario generar condiciones nuevas que disminuyan el estrés”.
La idea, dice, es proteger los lugares donde las especies se puedan alimentan sin competir con la pesquería.
El documental que se elaboró de la expedición se lanza hoy de manera oficial en el canal de National Geographic, justo en el Día Internacional de los Océanos. Si bien en octubre del año pasado pudo ser visto mediante una suscripción para un pre estreno, hoy será transmitido de manera abierta a las 22.10 hora de Chile.
Para César Cardenas, una de las particularidades del documental es poder crear sensibilidad respecto del lugar. “Cuenta por qué hay que proteger el lugar. El caso de las riquezas de las especies, del ecosistema único que hay, de la importancia del kril del que dependen muchos organismos”. Ademas, señala que “de alguna manera nosotros los científicos estamos aprendiendo cada vez más a trasladar el conocimiento que se genera en los laboratorios o en terreno, trasladarlo no solo al público en general sino a los tomadores de decisiones. Este tipo de documentales son claves para que el público aprenda porqué es tan importante la Antártica”.
Propuesta binacional
Chile y Argentina han estado trabajando de manera conjunta en la elaboración de una propuesta de área marina protegida para la Península Antártica. En 2017, presentaron una propuesta preliminar para el establecimiento de un Área Marina Protegida (AMP) en la zona Oeste de la Península Antártica y el Sur del Arco de Scotia.
La decisión sobre el establecimiento de esta área marina protegida debe ser tomada por la Convención para la Conservación de los Recursos Marinos Antárticos (CCAMLR). Este organismo está compuesto por 25 países, entre ellos Rusia, China, Estados Unidos, la Unión Europea, Chile y Argentina.
Se reúnen cada año a fines de octubre en la ciudad de Hobart, Tasmania. La intención de Chile y Argentina es que la propuesta sea aceptada por el Comité Científico de CCAMLR este año para luego ser aprobada por la Comisión, que es su órgano político. Así podría transformarse oficialmente en un área marina protegida. La propuesta hoy cuenta con el apoyo de prácticamente todos los miembros de CCAMLR pero es resistida por China y Rusia.