Terminamos el año con la ola feminista que si bien tuvo su tsunami en mayo de 2018, no minimizó su movimiento, y espera convertirse en 2019 en un océano. En 2018 me dio la oportunidad de exponer en diversos espacios académicos y no tan académicos sobre el tema, y las preguntas que recibía eran para situarlas en un altar de frases de bronce.
A modo de ejemplo, más de algún académico me preguntó: "¿Qué hago, no sé cómo tratar a las estudiantes, resulta que cualquier cosa que diga puede ser usado en mi contra". "¿No entiendo por qué necesitamos feminismo?". No faltó además aquella autoridad universitaria que me escribió para preguntarme qué hacer o decir frente a situaciones de acoso, olvidando que las académicas no estamos llamadas a pensar por ellos, si no más bien la invitación es a reflexionar en conjunto.
Dejaremos atrás, todas las solicitudes de recetas para comportarse en sociedad sin morir en el intento, porque quienes me conocen como docente, saben que soy anti-recetas, enseño a mis estudiantes a pensar y reflexionar, para que ellas y ellos construyan sus propias formas de ser y hacer en el mundo. Sin embargo, me quiero detener en la última pregunta sobre por qué feminismo, que durante el segundo semestre me dio para escribir un paper junto a mi colega Andrea Lira. Parte de las reflexiones acá expuestas responden a ese paper y la incansable repuesta de por qué necesitamos feminismo en las universidades.
Comienzo enfatizando que no es posible entender las demandas de no violencia y educación no sexista, sin comprender el feminismo como el movimiento que tiene como principal demanda el fin al sexismo, la violencia patriarcal y la opresión en todas sus formas, tal como lo describiera la académica y pedagoga, Bell Hooks. El sexismo es la violencia hacia la mujer y el patriarcado su institucionalización. Si no entendemos aquello, nos será difícil comprender como la violencia opera y es naturalizada.
Necesitamos feminismo para vivir y sobrevivir. Porque no queremos que nos maten, nos violen, nos abusen o nos intimiden. Ya llevamos siete femicidios este 2019, y queremos ni una mujer menos, ni una muerta más. La lista es demasiado larga para enumerarla y no queremos que nos digan que estos femicidios son crímenes pasionales y que las violencias que vemos y vivimos son nuestra culpa.
Necesitamos feminismo para vestirnos de la forma que deseamos, para caminar sin miedo, y ser quienes queremos ser sin pedir permiso. Para que nos entiendan que NO es NO, que mi silencio no es consentimiento, y que mi cuerpo no es un objeto. Necesitamos feminismo no solo porque nos matan y nos violan, sino además porque aún nuestros salarios son más bajos que los hombres, aún existen áreas del conocimiento y profesiones donde las mujeres somos relegadas, aún nos cosifican o ningunean en los medios, y aún nos educan en la vergüenza. Si pensamos o preguntamos demasiado, si no nos sentamos correctamente o nos reímos muy fuerte. Cuantas veces no hemos escuchado, "siéntate como señorita, compórtate como señorita, sé una señorita".
Necesitamos feminismo para mirar las diferencias. Como plantea Sarah Ahmed, para movernos de "hablar sobre la mujer" a "hablar desde la mujer." Cuando hablamos "desde la mujer" encontramos mucho más, la cosa se desordena y se complica. Encontramos esa "habitada complejidad" que mencionaba Audre Lorde en su critica al racismo norteamericano.
Necesitamos feminismo, porque esa habitada y corporalizada complejidad nos invita no solo a mirarnos en nuestros cuerpos o identidad de ser mujer, sino reconocer nuestras diferencias. Si hay algo, que el feminismo y los estudios de genero nos han enseñado, es que aun cuando podamos unirnos en determinadas demandas y luchas, no todas las mujeres somos iguales, y claramente, mientras algunas chilenas rompemos el techo de cristal, es una mujer peruana o haitiana quien recoge los pedazos.
Esto ultimo, me lo recordó hace unos meses Elisa Niño en un congreso de historia. Necesitamos feminismo porque nos permitirá no solo comprender las demandas de una mujer migrante, sino además, entender que nuestros privilegios NOS van a separar si NO somos capaces de mirarlos, reconocerlos y ponerlos al servicio de otras mujeres. Nuestra habitada complejidad nos permite entender que Joane Florvil, no solo la matan porque es mujer, sino además porque es mujer, migrante y negra.
Necesitamos feminismo para entender que somos parte del problema, tal como Toli Hernández lo plantea en sus conversaciones de feminismo decolonial antiracista. Somos parte del problema cuando exigimos igualdad salarial con los hombres, pero nos olvidamos del trabajo precario de miles de mujeres y hombres en este país.
Somos parte del problema cuando exigimos mas mujeres estudiantes en la ciencia y la tecnología, pero nos olvidamos de miles de estudiantes para quienes la universidad es un sueño imposible. Somos parte del problema cuando luchamos por caminar con dignidad en las calles y no recibir comentarios sobre nuestros cuerpos, pero luego hacemos comentarios ofensivos sobre los cuerpos de nuestras amigas y de quienes no son tan amigas.
Finalmente, necesitamos feminismo para tener consciencia que SÍ podemos, para mantener el horizonte de nuestros sueños sin limites, para confiar en nuestra intuición y nuestra fuerza, para amar sin represiones, para cuestionar lo naturalizado, para comprender la necesidad de reconocer al otro como legitimo otro o legitima otra. Necesitamos feminismo para concientizar la necesidad de una sociedad con justicia social y educacional. FEMINISMO, con mayúsculas y letras grandes es el principio que nos permitirá, avanzar desde un constante sobrevivir a vivir.