Nkosi Johnson nació el 4 febrero de 1989 en la ciudad de Johannesburgo, Sudáfrica. El pequeño nació con VIH. Pero más allá de todo pronóstico, llegó a cumplir 12 años de edad (murió en junio 2001). Superó así las estadísticas que en aquellos tiempos mostraban que los niños que nacían con VIH, tenían una expectativa de vida que no superaba los dos años.
Nonthlanthla Daphne, la madre de Xaloni Nkosi (su nombre de nacimiento), era seropositiva. Ella le transmitió el virus a su hijo al nacer y falleció cuando Johnson estaba en sus primeros años de escuela.
El pequeño sudafricano posteriormente, fue adoptado por la voluntaria Gail Johnson, quien trabajaba en el centro hospitalario donde Nkosi y su mamá pasaron los últimos meses antes de su deceso.
El joven saltó a la fama cuando en julio del 2000 fue invitado a dar un discurso en la 13° Conferencia Internacional sobre el Sida. Tenía 11 años. En esa ocasión pronunció las palabras que él mismo escribió. Eran el testimonio con el cual quiso mostrar al mundo que tener VIH no lo hacía diferente.
"Cuídanos y acéptanos, todos somos seres humanos. Somos normales. Tenemos manos. Tenemos pies. Podemos caminar, podemos hablar, tenemos necesidades como todos los demás. No nos tengas miedo, todos somos iguales", señaló en esa oportunidad Nkosi, que al finalizar su discurso se convirtió en un símbolo y ejemplo para los miles de los niños y niñas que padecen esta enfermedad en el mundo.
Hoy Nkosi Johnson habría cumplido 31 años. En homenaje el Doodle de Google recrea sus intervenciones en público en su memoria.
Discriminación e ignorancia
La vida de Nkosi no fue fácil. Cuando tenía ocho años, su madre adoptiva quiso inscribirlo en una escuela del suburbio de Melville, donde ellos vivían. Pero cuando en el colegio descubrieron que tenía VIH, fue discriminado por padres y maestros quienes se opusieron a su ingreso.
Johnson reconoció que él siempre había sido sincero respecto de su enfermedad. Su madre adoptiva interpuso una queja ante la Corte Suprema, la cual fue aceptada y permitió. Finalmente el pequeño pudo ingresar a la escuela.
Esta admisión sentó un precedente, ya que desde ese momento se instauró en Sudáfrica una regulación educativa que prohíbe la discriminación de los alumnos con VIH.
Gracias a esta acción, en la escuela se realizaron talleres sobre VIH para los padres y profesores. Los educaron para derribar los prejuicios y miedo de un niño con esta enfermedad sea parte del colegio.
Con el pasar de los años, Nkosi reconoció que estaba "muy orgulloso de decir que ahora existe una política para que todos los niños infectados por el VIH puedan ir a la escuela y no ser discriminados".
Su legado
En la época de Navidad del año 2000, el estado de salud del niño que se convirtió en un símbolo de lucha, empeoró. Luego de sufrir diversas convulsiones, fue diagnosticado con daño cerebral. Gail, su madre adoptiva, dijo que a pesar de todo se mantuvo firme hasta el final y a pesar de estar a punto de entrar en coma, aguantó consciente y lúcido.
Nkosi muró a las 5:40 del viernes 1 de junio de 2001. Tenía 12 años. Su funeral fue el de un héroe nacional. Asistieron miles de personas, incluido en el expresidente Mandela.
La vida de quien hoy homenajea Google dio un impulso en la concienciación de los Gobiernos en la lucha contra el sida. Partió dejando un gran legado sobre la lucha por los derechos de las personas con VIH.
Superó toda estadística al ser uno de los niños sudafricanos que más años vivió padeciendo esta enfermedad. "Un ícono de la lucha por la vida" como lo describió Nelson Mandela.
El refugio de Nkosi
Parte de aquel legado perdura hasta el día de hoy en Nkosi's Haven (El refugio de Nkosi). Esta ONG que abrió sus puerta en 1999, ofrece atención integral y apoyo a madres indigentes infectadas con VIH/SIDA, sus hijos y quienes queden huérfanos resultantes de esta enfermedad (infectados o no).
Además busca incluir proyectos de atención y también de empleo de los afectados en entornos comunitarios.
"En Nkosi's Haven todas nuestras madres y sus hijos, que actualmente suman aproximadamente 160, viven en total libertad en una de nuestras dos ubicaciones en Johannesburgo", se lee en el sitio web de la organización.
"A través de todo el trabajo que hacemos, nos aseguramos de que nuestros residentes aprendan a vivir con el SIDA, no a morir a causa de él" es el lema del sitio, inspirado en las palabras que el mismo Nkosi Johnson dijo.