No puedo oler el gas ni sentir malos aromas: el dramático relato de las víctimas del coronavirus que perdieron el olfato
A un año de la aparición del virus, siguen apareciendo molestas e inesperadas secuelas. Una de ellas es la pérdida del olfato. A pesar de ser dados de alta, muchos pacientes no son capaces de oler absolutamente nada tras sufrir la enfermedad.
“Yo tuve Covid-19 en mayo del año pasado, me contagié y estuve en casa. Mis principales síntomas fueron parecidos a los de un resfrío, no me dio muy fuerte. Pero al cuarto o quinto día me di cuenta que había perdido el olfato”.
“Aún no lo recupero al 100%, puedo oler algunas cosas pero la mayoría no. Por ejemplo, los malos olores y el olor a gas no los percibo, para mí no es tan terrible vivir así, pero es incómodo y me preocupa en el sentido de que en una situaciones de alarma, como cuando el gas queda encendido, no me daría cuenta”, relata Ulzurrun.
Con el coronavirus en pleno desarrollo, siguen presentándose inesperadas secuelas. En relación a pacientes que fueron afectados por el virus, y ya fueron dados de alta, hay un universo de ellos que se han visto seriamente afectados por un efecto posterior, el que en muchos casos, se ha presentado por meses.
Se trata de personas que siguen sin poder oler nada, perdieron el olfato. El fenómeno, cuando se trata de una pérdida total, es conocido como anosmia, mientras que cuando es parcial, se llama hiposmia.
El testimonio inicial corresponde a Rodrigo Ulzurrun, especialista en medicina interna, quien ha vivido el virus desde dos veredas: como médico y como paciente.
“Teniendo la enfermedad fui identificando la mayor falta de olfato, que fue perpetuando y hasta el día de hoy sigo con los síntomas. El gusto también se vio modificado al principio y después de seis meses de haber tenido Covid-19 lo recuperé”, señala Ulzurrun.
La pérdida del olfato y el gusto, son de los diez síntomas menos frecuentes que deja el virus, según estableció la Organización Mundial de la Salud (OMS), a diferencia de la fiebre, tos y dolor de garganta, síntomas comunes de la enfermedad.
Se cree que la pérdida del olfato por Covid-19 afectaría directamente las neuronas del bulbo olfatorio.
Ignacio Silva, infectólogo y jefe de infecciones intrahospitalarias del Hospital Barros Luco, explica el motivo por el cual un paciente infectado o recuperado de coronavirus llega a perder el olfato. “Lo que se ha visto es que el virus se une a las células nerviosas olfatorias y las daña, es una acción directa del virus sobre estas células y que en algunos casos llegan a perder el olfato”.
Luis Fernando Castell, otorrinolaringólogo de Clínica Universidad de los Andes, señala que los estudios muestran una prevalencia muy variable, pero en general se estima que entre un 40% a 75% de los pacientes presentan esta secuela. “En ocasiones es el síntoma inicial, y en otros el único presente. La razón por la que se presenta la pérdida del olfato es por el daño de los nervios olfatorios, el cual está en el techo de las fosas nasales, en la envoltura de éstos. Además, ahí se ubica el receptor en el que se fija el virus (Sars-Cov2). Aunque también se teoriza que puede ser por el proceso inflamatorio del sistema inmune al tratar de contrarrestar al virus”.
Una situación similar vivió Pablo (32 años). Si bien los efectos fueron menores a los sufridos por Ulzurrun, también perdió el olfato por un tiempo luego de sufrir el contagio de coronavirus. “Estuve un mes sin oler nada, después se me pasó”, revela.
Este último recuerda que el tratamiento que hizo fue fundamental, llamado reeducación del olfato. Consiste en utilizar diferentes tipos de esencias para que las neuronas dañadas recuperen la habilidad de sentir olores. “Habían cuatro opciones (rosa, eucalipto, limón y clavo de olor), yo ocupé solamente limón. Tenía que inspirar el olor por la nariz. Poco a poco comencé a recuperar el olfato, hasta que volvió por completo”.
En cuanto a los hábitos, no han cambiado mucho. “Este último tiempo he estado yendo al otorrino para ver algunas opciones de terapias para recuperar el olfato, porque como comentaba es incómodo”, añade Ulzurrun.
Daño habitualmente temporal
Silva argumenta que la mayoría de las veces se resuelve espontáneamente, “sin ningún tratamiento y otros pocos casos quedan con una pérdida del olfato más crónico, necesitan una rehabilitación que en general está supervisada por equipos de otorrinolaringología y terapia ocupacional, entre otros. Y que toma tiempo en recuperarse (eso puede ser relativo) de tres a un año incluso, va a depender de cada persona”.
Castell coincide en que el daño es habitualmente temporal, “y se recupera en la mayoría de los pacientes al finalizar el cuadro infeccioso, o semanas después. Sin embargo, la pérdida del olfato puede perdurar por meses, inclusive existen pacientes después de un año de haber tenido la infección que aún no lo recuperan. No está claro a la luz de los estudios actuales por qué no se recupera en su totalidad”.
Adicionalmente a la pérdida del olfato, se podrían presentar otras secuelas similares, “como la pérdida del gusto, que también se asocia a la enfermedad por Covid-19. Y otras secuelas crónicas sistémicas como fatiga, dificultad para respirar (persistente), sensación de cansancio y debilidad muscular”, dice Silva.
El médico de Clínica Uandes señala que se han utilizado tratamientos con corticoides orales e inhalatorios, “así como también vitamina D, por su efecto inmunorregulador y neuroprotector. Además, se está intentando con entrenamiento del olfato con olores específicos, pero a pesar de éstos, muchos pacientes no logran recuperarlo completamente”.
“Y en casos más graves se puede generar fibrosis pulmonar con requerimiento de oxígeno a largo plazo o incluso de necesidad de soporte respiratorio crónico. Hay una gama de secuelas post Covid-19 que pueden durar muchos meses y que necesitan rehabilitación”, señala Silva, académico de Dirección de Postgrados Facimed Usach.
Asociado a la pérdida del olfato, también se reportan alteraciones o percepciones del olfato. “Estas se denominan parosmias (percibir un olor distinto al que realmente tenemos en frente), fantosmias, (percibir un olor inexistente en el ambiente en el que nos encontramos). Todos estos podrían deberse a los procesos de reinervación (crecimiento de nuevas fibras nerviosas), y que pueden tomar, por llamarlo así, caminos diferentes hacia el cerebro llegando a sitios erróneos, mal interpretando la información bioquímica que se está olfateando. De todas maneras, se necesitan mayores estudios para poder comprender el por qué de esta complicación y la forma más adecuada para tratarla”, explica Castell.
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