Las altas temperaturas de los últimos días en Santiago -que no son más que la constante de los últimos veranos- nos invitan a recordar que debemos y deberemos lidiar con esta condición de forma cada vez más frecuente. Una situación donde la necesidad de protegernos del calor extremo se hace cada vez más relevante, debido al acelerado aumento de las temperaturas máximas, lo que impacta directamente nuestra salud y calidad de vida.
Si consideramos la estación meteorológica de Quinta Normal y comparamos la media de las temperaturas máximas de verano del periodo 1950-1979 con las de los últimos 30 años podemos ver que estas se han incrementado en 1,0°C, mostrando un aumento del orden de 0,14°C/década, como se observa en la Figura 1.
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Esto puede parecer poco, sin embargo la media nos esconde una realidad que preocupa, y es un acelerado aumento de los eventos extremos de temperatura, rompiendo récords año tras año, viendo esto reflejado desde la sensación de calor insoportable, pasando por golpes de calor, hasta los destructivos y mortales incendios forestales.
En este contexto, cabe preguntarse cómo han sido los primeros dos meses de 2024 con respecto a los registros históricos de temperaturas máximas. Para esto, en la Figura 2 se presenta la temperatura máxima diaria registrada desde 1950 hasta 2024 en la estación Quinta Normal, marcando en rojo los percentiles 10, 50 y 90%, destacando los registros de 2024 que superaron el percentil 90%. En otras palabras, 22 días de 2024 se encontraron en el 10% más alto de todas las temperaturas máximas registradas desde 1950.
Considerando la definición de verano meteorológico, comprendido entre diciembre y febrero, esta temporada (2023-2024) ocupa el 4to lugar entre los más cálidos registrados, con un promedio de 30,8°C (Tabla 1), considerando además que febrero 2024 ocupa el 3er y enero 2024 el 4to lugar de los meses con mayor temperatura máxima promedio en Santiago (Tabla 2), ambos con una temperatura máxima promedio de 31,8°C, sólo detrás de enero de 2017 (33,3°C) y febrero de 2023 (32,6°C).
Enero y febrero marcaron temperaturas altas de forma sostenida (Figura 2), siendo la temperatura máxima mayor a 30°C en 50 de sus 60 días, mientras que en conjunto, superaron los 35°C un total de 7 veces, lo cual activa Alerta Roja según el protocolo regional de calor extremo y altas temperaturas.
Nos encontramos en una situación donde cada vez experimentamos temperaturas extremas que van rompiendo todos los récords, lo cual más que anecdótico se torna preocupante, considerando la insuficiente infraestructura, tanto pública como habitacional para hacer frente a las cada vez más frecuentes olas de calor y potenciales golpes de calor. En esa línea, diversas autoridades de la Región Metropolitana presentaron en 2022 el primer protocolo regional de calor extremo y altas temperaturas, único en Chile y América Latina.
Los veranos en Santiago son cada vez más extremos
De acuerdo a la nota publicada en el sitio del Gobierno Regional, la iniciativa tiene recomendaciones y acciones dependiendo de los pronósticos de temperatura máxima, definiéndose tres niveles de alerta: Alerta Verde preventiva para temperaturas sobre 33°C, Alerta Amarilla a partir de los 34°C, y Alerta Roja cuando se anuncien días con 35°C o más.
De acuerdo con el tipo de alerta que se active, se realizan distintas recomendaciones y acciones, donde por ejemplo para la Alerta Roja se considera recomendar la no realización de actividades al aire libre o la posible suspensión de eventos o faenas que pongan en peligro la salud y seguridad de los trabajadores.
Considerando las categorías definidas por el Protocolo Código Rojo, para la estación Quinta Normal desde 1950 se tiene que la Alerta Verde ha sido superada 393 veces, mientras la Amarilla en 183 y la Roja un total de 60 ocasiones, sin embargo, la distribución en que esto ha ocurrido es altamente dispar, como se muestra en la Figura 3. Para la Alerta Roja, se tiene que el 60% de estos eventos se concentra sólo en los últimos 10 años, lo cual refuerza que los cambios que estamos viviendo no tienen precedente en la historia reciente, presentando un desafío a escalas no analizadas hasta hoy.
Actualmente se tiene que, en promedio se observan 1,6 Alertas Rojas al año al considerar el periodo 1995‑2024, mientras que se estiman 3,6 Alertas Rojas al año si se utiliza el periodo 2015-2024. En ese sentido, resulta indispensable entender y cuantificar la situación que se podría vivir en el futuro, con el fin de tomar las decisiones adecuadas a tiempo, planificando y desarrollando las políticas públicas y privadas necesarias. En lo que va de 2024, se han activado la Alerta Roja un total de 7 veces, igualando al peor (2019), con igual frecuencia.
En las Figuras 4 y 5 se presentan las proyecciones (medias móviles en 30 años) para Quinta Normal de días en Alerta Roja (temperatura máxima mayor o igual a 35°C) hasta 2060 y 2100, estimadas a través de modelos de cambio climático para dos posibles escenarios de emisiones, los SSP 2-4,5 y 5-8,5, representativos de una condición business-as-usual y worst-case.
Las proyecciones de cambio climático presentan resultados que dependen fuertemente del escenario de emisiones de gases de efecto invernadero que se considere, mostrando una mayor diferencia e incertidumbre hacia fines de siglo.
Si se considera como estimación el percentil 50% de las proyecciones (nada conservador), para 2060 se tendría entre 3,0 y 4,3 eventos al año (entre el doble y el triple de la frecuencia actual, considerando el promedio de los últimos 30 años), mientras que para 2100 experimentaríamos entre 6 y 21 Alertas Rojas al año (de 4 a 16 veces la frecuencia actual, considerando el promedio de los últimos 30 años).
Si se considera como estimación el percentil 85% de las proyecciones (conservador), para 2060 se tendría entre 4 y 7 eventos al año (de 3 a 6 veces la frecuencia actual), mientras que para 2100 experimentaríamos entre 10 y 43 Alertas Rojas al año (de 7 a 33 veces la frecuencia actual).
Escogiendo un escenario de riesgo que se considere adecuado, con los resultados expuestos se puede desde ya tomar decisiones y plantear soluciones y políticas públicas. Es importante preguntarnos si el Protocolo actual es/será suficiente en el caso de que la Alerta Roja se vuelva cada vez más frecuente, perdiendo así la categoría de excepcional.
Es claro que se debe avanzar en, por ejemplo, mejorar la infraestructura asociada al trasporte público, además de preocuparnos por la calidad de las viviendas de la gran mayoría de la población, quienes no necesariamente poseen los medios para adaptarse a la velocidad que el cambio climático exige, tal como se refleja en los resultados aquí presentados.
Tenemos la información y debemos tomar hoy las decisiones para un mañana, que tal parece ya llegó.
*Ignacio Toro es ingeniero civil, especialista en hidrología y cambio climático.