The Haunting of Hill House, una de las últimas series estrenadas en Netflix, fue un éxito a nivel mundial por una razón muy simple: logró asustar a todos quienes veían un par de capítulos. Provocaba ese miedo que si bien no te saca gritos cada tres minutos, si te deja una angustia palpitante que te obliga a andar buscando en cada rincón fantasmas que no existen.

Y no sólo The Haunting of Hill House logró convertirse en un éxito basado en su eficacia para asustarnos, sino que desde hace décadas series, libros, películas y videojuegos emplean estrategias similares, todas basadas en lo mismo: que nos gusta asustarnos.

¿Por qué? ¿Por qué disfrutamos de algo que no es agradable, que nos provoca angustia y desesperación? Porque lo que nos gusta no es el sentirnos aterrados per se, sino que lo deseamos es lo que viene después de que el miedo pasa.

En conversación con Qué Pasa, Glenn Sparks, profesor e investigador de la escuela de comunicaciones Brian Lamb en la Universidad de Pardue (EE.UU.) explica que lo que nos gusta de la sensación de sentirnos asustados no es el miedo, sino que "conquistar un estímulo amenazante".

"Si las personas superan un evento aterrador y se las arreglan para sobrellevar el miedo con éxito, pueden encontrar esa experiencia agradable y una de la que pueden presumir de poder superar".

Por eso nos gusta someternos a 10 horas de The Haunting of Hill House o vamos al cine a ver alguna de las secuelas de El Conjuro, porque al terminar la película salimos victoriosos de haberla soportado -aunque nos hayamos asustado en el camino-, y eso nos llena de satisfacción.

Jeffrey Goldstein es profesor de psicología social de la Universidad de Utrecht (Holanda) y en 2014 realizó un estudio que buscaba explicar por qué a las personas les gusta ver películas de terror.

La conclusión que obtuvo fue que escogemos estas películas porque las personas tenemos la necesidad de "excitación, el deseo de sentir emociones intensas y la distracción de las preocupaciones cotidianas".

Y es que cuando nos sentirnos asustados se libera adrenalina, lo cual eventualmente provoca una sensación muy placentera. Sparks explica que en esos momentos los músculos se tensan, el ritmo cardíaco y la presión arterial aumentan, lo que provoca que "cualquier emoción que se experimente después, ya sea positiva o negativa, se vuelva más intensa".

Por ende, al finalizar la experiencia de ver una película de terror, dejamos un poco de lado lo terrible que fue el momento mismo donde nos sentimos aterrados y recordamos más lo que vino después, que como explica Sparks es un sentimiento agradable donde nos sentimos victoriosos por lograr superar una situación amenazante.

Y es ese sentimiento victorioso lo que recordamos con más intensidad, entonces después volvemos a ver otra película o serie porque queremos volver a llegar a ese momento final donde somos vencedores.

Pero aquí es cuando surge otra duda: ¿Por qué disfruto tanto viendo películas de terror mientras que mi hermana no soporta ni dos minutos y debe abandonar la habitación?

Joel B. Cohen, coautor de Sobre el consumo de sentimientos negativos, estudio publicado en 2007 que fue clave en probar que a la gente "le gusta tener miedo" y que "las personas disfrutan de la emociones aunque provengan de una fuente negativa", explica a Qué Pasa por qué algunas personas disfrutan más de las situaciones aterradoras que otros.

"Imagina que dos personas están viendo la misma película de terror. Uno de ellos está involucrado en la película en mayor medida y es casi como experimentar lo que sienten los personajes de la película. La segunda persona ha desarrollado un mecanismo de afrontamiento tal que se da cuenta de que está fuera mirando la película. Como resultado experimenta mucho menos miedo. Las personas aprenden mecanismos de afrontamiento a medida que pasan por la vida y luego pueden usarlos para protegerse a sí mismos".

Explica además que este gusto de sentirse asustado deriva de experiencias donde el miedo es leve, como películas o libros de terror, experiencias de Halloween como fiestas o casas encantadas en parques de diversiones. Es en esas situaciones donde el miedo puede ser "entretenido".

Y es entretenido porque sabemos que son situaciones ficticias para las que hemos establecido estrategias de afrontamiento para ese miedo, que no es lo mismo que enfrentarnos a momentos aterradores para los que no estamos preparados y que podrían desencadenar recuerdos traumáticos.

Además, Sparks explica que como el terror provoca adrenalina lo que a muchas personas las motiva en ver películas de horror o someterse voluntariamente a situaciones amenazadoras, sería "la satisfacción de experimentar cosas que son nuevas y que no están disponibles de forma rutinaria".

Disfrutamos una buena película o libro de terror porque elegimos enfrentarnos a ella, porque cada uno elige el miedo que le gusta vivir en situaciones 100% controladas por nosotros mismos. Así que si bien estar frente a la pantalla sabiendo que es una historia ficticia nos produce entretención, posiblemente si despertamos un día, de la nada y sin saber cómo llegamos ahí, en una casa abandonada, posiblemente no disfrutemos en absoluto de la experiencia.