Nubes de peces: los secretos del mar de Pisagua

Foto: Oceana / Fernando Olivares
Foto: Oceana / Fernando Olivares

Cuatro expediciones científicas realizó un equipo de investigadores de Oceana y de la Universidad Arturo Prat en la costa de este pequeño pueblo pesquero, donde registraron valiosa información sobre su alta productividad y diversidad marina.


Un poblado de pocos habitantes que aún conserva algunas fachadas de la bonanza salitrera del pasado. Hoy es un pueblo pesquero, pero del mar de Pisagua se sabía poco. Sólo había algunos datos: que es una zona de alta productividad y muy rica para la pesca, especialmente de la anchoveta. Sobre los ecosistemas y la fauna marina del lugar había muy poco documentado. Hasta ahora.

Entre 2017 y 2019, un grupo de investigadores de la ONG Oceana y de la Universidad Arturo Prat realizaron cuatro expediciones en la zona para generar una especie de línea de base sobre la riqueza submarina existente en esta zona del país. Al igual que en el Archipiélago Humboldt, en estas aguas ocurre un fenómeno natural denominado surgencia, proceso que permite el surgimiento de aguas desde el fondo marino ricas en nutrientes y de esa manera se produce alimento para toda la cadena trófica. Eso permite la existencia de una rica biodiversidad.

Foto: Oceana / Fernando Olivares
Un lobo marino en medio de un cardumen de anchovetas. Foto: Oceana / Fernando Olivares

Si bien Chile tiene cerca del 43% de la Zona Económica Exclusiva de su maritorio bajo alguna categoría de protección, en las costas del norte del país todavía hay mucho camino por recorrer en ese sentido. Para eso resulta clave explorar y registrar dónde están los ecosistemas vulnerables, cuáles son las especies que están en peligro y cuáles zonas requieren una protección más urgente.

“El norte de Chile es una de las zonas con menor protección del país”, dice Liesbeth van der Meer, directora ejecutiva de Oceana Chile. “En Pisagua y La Higuera hemos encontrado zonas claves para la conservación y el desarrollo de actividades económicas de bajo impacto, como la pesca artesanal y el turismo, entendiendo que la conservación en zonas costeras debe ir de la mano con una economía sostenible. Esas áreas están siendo impulsadas por el gobierno también, lo que es un gran signo que Chile haya decidido cerrar esas brechas”.

En efecto, el Programa de Regulación Ambiental 2020-2021 del Ministerio de Medio Ambiente, publicado hace unos días en el Diario Oficial, señala la creación de áreas protegidas para fortalecer la representatividad de los ecosistemas costero marinos subrepresentados del norte y la protección de hábitats de especies amenazadas. Ahí se menciona la creación de un área marina protegida en el sector de Punta Pichalo, al sur de Pisagua, Región de Tarapacá, y otras en el Archipiélago Humboldt, en las regiones de Atacama y Coquimbo.

Pez volador. Foto: Oceana / Fernando Olivares
Peces voladores en un bosque de macroalgas. Foto: Oceana / Fernando Olivares

Lucas Zañartu, director audiovisual de Oceana, cuenta que prácticamente en todos los buceos el equipo se vio rodeado por grandes cantidades de peces: “Nubes de peces. Algo similar de lo que se puede ver en Juan Fernández. Mayoritariamente nos acompañaban cardúmenes de jureles”.

Zañartu también destaca la presencia los bosques de macroalgas y de peces de roca, que hoy en día son muy difíciles de encontrar en la costa del país. “Un ejemplo es el pejeperro, una especie que ha reducido mucho su abundancia y acá la vimos muchas veces y en muy buen estado. Lo mismo ocurrió con la pintacha o bilagay, que en esta zona es muy abundante”. Agrega que la presencia de la anchoveta, pieza fundamental del ecosistema de la corriente de Humboldt, “llena de vida este lugar”, porque es alimento de lobos marinos, delfines y ballenas.

Foto: Oceana / Lucas Zañartu
En las loberas se puede encontrar al lobo común y al lobo fino. Foto: Oceana / Lucas Zañartu

En Oceana concluyen que la riqueza de especies, la productividad biológica de los bosques de macroalgas, los peces de roca, jaibas, langostinos y peces pelágicos, como la anchoveta y el jurel, convierten a la bahía de Pisagua y sus alrededores en una zona única y de muy alto valor ecosistémico.

Una particularidad de estas expediciones es la profundizad alcanzada: con la utilización de un Rov (vehículo submarino operado de manera remota) alcanzaron registros en profundidades de hasta 800 metros. La utilización de una Drop Cam permitió captar imágenes de alta resolución a una profundidad mucho mayor que la que se podría alcanzar mediante buceo.

Pisagua. Foto: Oceana / Lucas Zañartu
Pisagua. Foto: Oceana / Lucas Zañartu

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