Un ensayo clínico de Recovery de la Universidad de Oxford (Inglaterra) detectó un segundo tratamiento que logra salvar vidas de pacientes con Covid-19. Anteriormente encontraron que el fármaco dexametasona (corticoide que reduce la inflamación) estaba siendo positivo en los tratamientos por coronavirus, pero ahora anunciaron que existe un nuevo medicamento que reduce un 4% la mortalidad a personas ingresadas con infecciones graves.
Aunque la efectividad se vea baja, lo que descubrieron los investigadores es que este nuevo fármaco llamado tocilizumab combinado con la dexametasona reduce la mortalidad del primer grupo en un 30% y en casi un 50% en los ingresados en UCI.
Acción en casos graves y hospitalización
Nicolás Muena, virólogo de Fundación Ciencia y Vida, explica que estos dos fármacos están orientados a atacar uno de los problemas más complejos del Covid-19, “sobre todo en los casos que se agravan y se hospitalizan y necesitan oxigeno suplementario o ventilación mecánica ya que lo que se genera en estos pacientes es una inflamación descontrolada”.
Aunque la inflamación es parte normal de este tipo de enfermedades, el ideal es que se produzca una inflamación controlada que permita reclutar células del sistema inmune para que lleguen a combatir la infección, agrega.
“Ahora sabemos que este medicamento ayuda a todos los enfermos con niveles bajos de oxígeno y que ya sufren una inflamación avanzada”, explicó Peter Horby a El País, experto en enfermedades emergentes de la U. de Oxford. “El impacto combinado de la dexametasona y el tocilizumab es impresionante y muy bienvenido”.
Asimismo, el medicamento que es fabricado por la farmacéutica europea Roche con el nombre de Actemra, aumentó en un 7% la probabilidad de una persona contagiada de salir con vida del hospital.
Hay que recalcar que este tratamiento es efectivo justo cuando comienza la fase grave de Covid-19 y los pacientes comienzan con problemas de inflación producto de su propio sistema inmune que es lo que provoca la muerte en las personas
¿Es efectivo?
Javier Tinoco, infectólogo Clínica Universidad de los Andes, dice que aunque se han probado desde el día uno en pandemia diferentes tratamientos y fármacos que se utilizan para otras enfermedades como VIH o Influenza, el que mejor resultado ha dado es la dexametasona, principalmente en los pacientes más graves, lo que ha permitido mejorar su desenlace y disminuir su mortalidad.
En el caso del tocilizumab, Tinoco explica que también ha sido utilizado pero no se han visto grandes resultados, sumado a el gran costo del medicamento y los efectos secundarios que provoca. Sin embargo, en cuanto a la combinación que plantea este último estudio dice que aún falta más tiempo para probar realmente su efectividad.
Originalmente se había visto en los primeros estudios con tocilizumab, que este “no tenía un efecto muy grande en cuanto a reducir la hospitalización o reducir la mortalidad, principalmente porque se había trabajado con todo tipo de paciente no solo con pacientes graves y hospitalizados” como en la investigación de Recovery dice Muena.
Sin embargo, en un último estudio que combinó ambos fármacos lo que se analizaron fueron casos de hospitalizaciones graves y pacientes bastante complicados por el Covid-19, y se logró ver “una reducción importante en la mortalidad porque precisamente es aquí donde actúa” , “y por eso ahora se está viendo esa diferencia” agrega.
Por lo que igual se podría considerar un tratamiento prometedor, incluso “en un futuro se podría probar con antivirales y comenzar a atacar varios puntos de la enfermedad”.
Los responsables del ensayo aún no han publicado los datos completos de este estudio, pero esperan hacerlo en los próximos días, según ha informado la U. de Oxford. Un ensayo anterior con este mismo fármaco (tocilizumab) había mostrado una reducción de la mortalidad de un 8% en pacientes ya ingresados en la UCI.
En tanto, la dexametasona que es hasta hoy el único tratamiento que había demostrado salvar vidas en pacientes de Covid-19, además es un corticoide muy barato que por sí solo puede evitar una de cada ocho muertes entre los pacientes más graves y una vida de cada 25 entre aquellos que reciben oxígeno, según los datos del propio ensayo Recovery.