Los océanos juegan un papel central en la regulación del clima de la Tierra, ya que absorben más del 90% del calor del cambio climático. Son el sumidero de aproximadamente el 30% de las emisiones de dióxido de carbono, metano y otras emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) causadas por el hombre. Sin los océanos como amortiguador, el calentamiento global por el cambio climático ya sería intolerable para gran parte de la vida en la tierra.
Los océanos, las costas y las comunidades costeras se ven afectadas de manera desproporcionada por el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero. Estos gases generan cambios en la temperatura del agua del mar, acidificación y desoxigenación, lo que lleva a su vez a cambios en la circulación oceánica, las propiedades químicas de los océanos, el aumento del nivel del mar, en la intensidad de las tormentas y en la diversidad y abundancia de especies marinas.
El cambio climático debilita la capacidad de los océanos y las costas para proporcionar servicios ecosistémicos claves como almacenamiento de carbono, generación de oxígeno, alimentos e ingresos. Los ecosistemas costeros como manglares, marismas y pastos marinos juegan un papel central en el almacenamiento y secuestro de carbono: por unidad de área, secuestran carbono más rápido y mucho más eficientemente que los bosques terrestres.
Los manglares, en particular son de vital importancia para los arrecifes de coral y las pesquerías, ya que desaceleran el movimiento del agua y atrapan sedimentos, ayudando a estabilizar las costas, previniendo la erosión y reduciendo el impacto de las tormentas y las inundaciones. La degradación de los ecosistemas costeros y marinos amenazan la seguridad física, económica y alimentaria de todos, especialmente de las comunidades dedicadas a la pesca y la acuicultura.
La basura plástica que contamina los océanos también contribuyen al cambio climático, ya que al descomponerse emite metano y etileno, dos potentes gases de efecto invernadero. La ONU estima que para 2050 habrá más plásticos que peces en los océanos.
La Conferencia de las Partes (COP) de Naciones Unidas 25, que se lleva a cabo en Madrid, España, se ha definido como la COP azul por la urgencia de proteger y cuidar a los océanos, no sólo como recurso si no por su alto valor global ecosistémico y social, mientras que el más reciente informe especial del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) sobre el "Océano y la Criósfera en un Clima Cambiante" indica que la protección y la restauración de los ecosistemas, junto con las soluciones basadas en la naturaleza, deberían ser los principios fundamentales de la acción que tomamos para que sea realmente sostenible.
El análisis del World Resources Institute de 2019 ha identificado cinco áreas de acción climática basadas en el océano que pueden ayudar en la lucha contra el cambio climático: (i) desarrollar energías renovables basadas en el océano; (ii) apoyar el desarrollo de combustibles para el transporte con bajas emisiones de carbono; (iii) conservar los ecosistemas marinos y costeros existentes incluyendo protección y restauración de manglares, marismas, pastos marinos y algas; (iv) reducir la intensidad de las emisiones de la pesca y las operaciones de acuicultura mediante la optimización de la captura silvestre y el cambio a opciones de alimentación bajas en carbono y (v) minimizar los impactos ambientales del almacenamiento a largo plazo de carbono en el fondo marino.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, apoya iniciativas nacionales para conservar la biodiversidad de los océanos, gestionar de forma sostenible la pesca y acuicultura, adaptar al sector ante el cambio climático y combatir la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada, que sigue siendo una de las mayores amenazas para los ecosistemas marinos.
Todas estas medidas, y muchas más, deben ser impulsadas con urgencia por la comunidad internacional en el marco de la COP 25, para no sólo salvaguardar la valiosa vida que habita los océanos, y que proporciona alimentos y medios de vida para millones de seres humanos, sino para toda la vida en la Tierra.