A más de un año de la proliferación del coronavirus en el mundo, todavía siguen incógnitas sin resolver. Una de las más importantes es determinar cómo se provocó la diseminación del virus que ha causado la muerte de casi cuatro millones de personas en el mundo.
La incertidumbre llegó a tal punto que la Organización Mundial de la Salud (OMS) realizó una misión especial para estudiar los orígenes del virus. Sin embargo, luego de dos semanas, pudo determinar solamente que provenía de un animal y que “no existía evidencia” de posibles transmisiones antes de su detección a finales de 2019 en Wuhan.
Ahora, un investigador manifiesta haber descubierto que un equipo de científicos chinos tomó muestras de algunos de los primeros pacientes que presentaron la sintomatología que hoy reconocemos como característica al coronavirus, publicaron las secuencias virales en una base de datos estadounidense para luego, semanas más tarde, eliminar el registro y retrasar su descubrimiento.
El preprint, publicado en bioRxiv, reforzaría aun más las sospechas sobre la intención deliberada de ocultar los inicios del virus.
Las secuencias, de acuerdo a lo explicado por el autor del paper, el biólogo evolutivo Jesse Bloom del Centro de Investigación del Cáncer Fred Hutchinson de EE.UU., apoyaría la teoría que el mercado húmedo no habría sido el epicentro del Sars-Cov-2.
Una de las conclusiones más impactantes es que, según el autor, los investigadores chinos eliminaron datos de secuencias del virus, y que este trabajo, “proporcionaría evidencia adicional que probablemente este virus estaba circulando Wuhan antes de diciembre de 2019”.
Bloom afirma que como las secuencias eliminadas carecen de tres mutaciones claves vistas en el Sars-CoV-2 del mercado húmedo, el virus que encontró y trató ocultar el equipo chino se tratarían de una versión predecesora al Covid-19.
A pesar de la nueva investigación, los científicos están divididos sobre resurgir la tesis de una posible intención maliciosa detrás del origen del Sars-CoV-2. Ian Lipkin, microbiólogo de la Escuela de Salud Pública Mailman de la Universidad de Columbia, indicó en la revista Science que la información entregada por Bloom muestra dos puntos claves. Uno, que el virus estaba circulando antes del brote vinculado al mercado de mariscos de Wuhan, y segundo, que pudo haber existido una supresión activa de los datos epidemiológicos y de secuencia necesarios para rastrear su origen.
Sin embargo, el autor del artículo tiene detractores. El biólogo evolutivo Andrew Rambaut de la Universidad de Edimburgo, aseguró en la misma revista científica que la idea de que el grupo estaba tratando de ocultar algo “es ridícula”. Si estuvieran cubriendo algo, menciona Rambaut, seguramente no hubiesen presentado el trabajo. El biólogo agrega que no le gusta que existan insinuaciones sobre actos ilícitos en los que el investigador externo no tiene conocimiento de las razones que los autores del artículo tenían para eliminar sus datos.
Bloom señala que es comprensible la crítica a su trabajo ya que se trataba de un tema delicado que implicaba refutar pensamientos preconcebidos y pone en duda las ideas de grupos científicos importantes. “Las opciones son no decir nada en absoluto o simplemente intentar sacar las conclusiones que puedas y hacerlo lo más transparente posible”, añadió el investigador a la revista Science.