Es el siglo XIV, un sujeto que viste una túnica que cubre gran parte de su cuerpo, un sombrero y una máscara distintiva con una nariz alargada –como el pico de un ave– con lentes como cilindros que abarcan el área de los ojos. Es un médico de la peste negra.
Esta epidemia se inició entre 1346 y 1347 y se volvió una de las más mortales en la historia de la humanidad, tomando la vida de entre 75 – 200 millones de personas. Sin embargo, la enfermedad tardó años en expandirse por el mundo.
Desde 2019, la pandemia del Covid-19 ha azotado a casi todos los países y regiones. No ha cesado desde entonces, mutando de distintas formas y dando vida a variantes que se extienden a través de transportes, trabajos, vacaciones y reuniones sociales.
La mortalidad de este virus no ha llegado hasta las cifras de la peste negra, pero si ha acabado con la vida de –hasta la fecha– más de cinco millones de personas. Sin embargo, en temas de transmisividad, el panorama es bastante distinto.
De todas las variantes del Covid-19, la más transmisible hoy es la Ómicron. Esta fue notificada a la Organización Mundial de la Salud (OMS) el 24 de noviembre 2021 y ya se encuentra en gran parte del mundo.
El historiador médico y director del Museo Vasco de Historia de la Medicina y la Ciencia, Anton Erkoreka, se refirió a la transmisibilidad de Ómicron en el medio El País afirmando que “es el virus más explosivo y de más rápida propagación de la historia”.
William Hanage, epidemiólogo de la Universidad de Harvard, coincidió según el mismo artículo donde señaló que la variante es “sin duda el virus que se propaga más rápidamente entre los que hemos podido investigar con este nivel de detalle”.
Su expansión por el mundo
La globalización y naturaleza de transmisión de esta variante son dos factores clave a la hora de hablar de su expansión a través del mundo, dejando a muchos países a merced de sus efectos.
El hecho de poder transpórtanos de un lugar a otro en periodos de tiempo relativamente cortos hizo que las variantes de Covid-19 también tuvieran un asiento en aviones, barcos, autos y el transporte público. Sin embargo, como se mencionó anteriormente, enfermedades como la peste negra tardaron años en expandirse debido a que las movilizaciones eran escasas y las que habían tardaban más tiempo en llegar a su punto de destino –en comparación con las tecnologías actuales–.
Sobre su transmisión, la viróloga Vivian Luchsinger explica que esto se debe a los cambios que hubo en la proteína S –o proteína Spike– de la variante.
“La variante dio una mayor transmisibilidad y eso probablemente este dado por los cambios que hubo a nivel de la proteína S, que es la proteína que usa el virus para ingresar a la célula. Estos cambios al parecer favorecen la interacción con el receptor celular y, por lo tanto, facilita entrada del virus a la célula y hace que se replique más rápido”, dice.
El investigador de la Fundación Ciencia y Vida, Nicolás Muena, comparó la transmisibilidad de la variante Ómicron con el sarampión –uno de los virus más infecciosos que existen– aseverando que hay declaraciones que afirman que esta variante es mucho más contagiosa que el sarampión.
El experto en enfermedades infecciosas del Hospital General de Massachusetts, Roby Bhattacharyya, hizo esta misma comparación y afirmó que lo importante son los días necesarios para que una persona contagiada se vuelva infecciosa, así como los que contagiaron. El sarampión tomaría 12 días para lograr esto, mientras que Ómicron lo haría en solo cuatro o cinco días, incrementado exponencialmente los contagios.
La importancia de la vacunación ante Ómicron
La pandemia y sus efectos han traído consigo el desarrollo de varias vacunas con el objetivo de disminuir las probabilidades de efectos graves sobre la salud de los contagiados.
Estas vacunas van perdiendo su efectividad con el tiempo. Por ello, las dosis de refuerzo se han vuelto relevantes para el combate contra el coronavirus. En Chile, –por ejemplo– ya se ha anunciado una segunda dosis de refuerzo justo en el contexto de la expansión de la variante Ómicron.
El investigador de la Fundación Ciencia y Vida, Nicolás Muena, se refirió a la vacunación en el país, de modo que “nosotros no solo tenemos unos índices de vacunación mayores, sino que además tenemos varias personas vacunadas con su refuerzo. Eso es tremendamente positivo para enfrentar a Ómicron, porque efectivamente se ha mostrado que el refuerzo vuelve a aumentar estos anticuerpos que van decayendo con el tiempo”.
Efectos de la variante en la sociedad
El agotamiento y el hecho de tener que dejar poner la margen otras enfermedades son algunos de los efectos que ha tenido Omicron sobre la sociedad.
El esparcimiento de la variante en la sociedad, según Luchsinger, causará un alza de infecciones, lo cual dará paso a tener más gente enferma y si hay más enfermos, podría haber un aumento de enfermos graves. Por lo tanto, existe un riesgo de copar las camas UCI de nuevo y que aumenten las muertes; y, de coparse el sistema sanitario, está el riesgo de que las otras enfermedades que existen –como las crónicas– sean nuevamente postergadas.
Muena explicó el agotamiento de la sociedad como parte de la longevidad que ha tenido la pandemia, relacionada a la aparición de nuevas variantes, tener que participar de campañas de dosis de refuerzo y las restricciones que significan salir del hogar. Esto hace evidente el cansancio en muchos lugares no solo por la acción de Omicron, sino por el arrastre de toda la pandemia.
Así mismo, el investigador señala que también existen consecuencias positivas, pues la experiencia que ha dejado la pandemia hizo posible tener una preparación en cuanto a la maquinaria o el músculo en la salud pública del país.