Padres e hijos enfrentados por las pantallas ¿saben cómo convivir sin un celular de por medio?

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FOTO: Sebastián Cisternas/Aton Chile

Muchas familias prefieren no atender el tema de las pantallas, porque si los niños o adolescentes pasan más tiempo 'presentes', aparecen intensos conflictos familiares. Especialista dice que es fundamental no ser alarmista, sino que enfocar el uso desde la preocupación por el otro.


La frase "te voy a quitar el celular", es la amenaza de muchos padres y madres, que reemplazó a la antigua de "no puedes ver televisión", ante un castigo. Padres e hijos enfrentados por las pantallas. Es que hoy están presentes en todos los espacios y en distintos formatos como tablets y smartphones. Y lo hacen desde temprana edad. Un estudio en Chile señala que 40% de los niños admitió recibir su primer celular antes de los nueve años y un 60%, antes de los 10.

Para muchas familias puede ser un factor de estrés diario. Antiguamente al hablar de pantallas se entendían aparatos como el computador de escritorio, el notebook o la televisión. Las pantallas hoy son distintas, sostiene Lucio Gutiérrez, director del Instituto de Formación de la Sociedad Chilena de Psicoanálisis ICHPA y docente del Magíster en Clínica Relacional con Niños y Sus Padres de la Universidad Alberto Hurtado; e incluyen interactuar con ellas tocando (lo que los acerca más a los niños) y la conectividad continua a Internet. "Esta transformación, que tiene un poco más de diez años, ha hecho difícil que la opinión pública dimensione su impacto transversal para la vida cotidiana", sostiene.

En el otro extremo de esta expansión, hay una tendencia actual orientada a demonizar el uso de las pantallas y a prohibir su uso, dice Gutiérrez. "Se citan toda una serie de estudios que movilizan una respuesta exagerada y que levanta resistencias. Adjudican el problema a las pantallas en sí mismas y no al modo como las familias incorporan la vida en pantallas a sus rutinas".

Gutiérrez, quien además lidera la campaña social #pantallasconsentido, orientada a la visibilización del uso de las pantallas como un tema de crianza y cuidado familiar, señala que es fundamental enfocar el uso no como un problema que se resuelve usando o no usándolas, sino comprendiéndolas como herramientas para relacionarse con el mundo de distintos modos.

Tema de crianza

Algunas de estas actividades y relaciones con pantallas serán aceptadas por cada familia, y otras no. Es una discusión de crianzas. Un tema que debe atenderse dentro de las familias, en lugar de resolver prematuramente con un "sí o no", aclara Gutiérrez.

"¿Dejarían a tus niños pasear solos en un mall o en Internet? ¿Dejarías que los chicos vean una película que contiene imágenes explícitas de sexo o violencia? ¿Es aceptable que un joven consuma comida o contenidos digitales "chatarra" diariamente? ¿Qué alimenta más la vida emocional de tu bebé, un paseo al parque o un video de Peppa Pig?", esas son el tipo de preguntas que debemos hacernos al pensar el uso de pantallas, recalca.

Es importante además que los padres y madres sepan que los aparatos, además, han tendido a integrarse, y que existen importantes diferencias en el tipos de actividades que los niños o adolescentes realicen. Por ejemplo, dice, no es lo mismo usarlas para ver videos de influencers, ver películas familiares, usar aplicaciones educativas, navegar la web, aprender idiomas o "videojugar en todas sus variantes, usarlas para tener vida social vía Whatsapp, exponerse a la mirada en Facebook o más aún en Instagram, exhibirse en Snapchat, y un largo etc.".

El lugar que ocupen dentro del día a día de las familias, variará mucho entre familias. Esto quiere decir que las pantallas se han integrado de distintos modos como parte de las rutinas, señala Gutiérrez, desde de los modos de relacionarse, de comunicarse y de lidiar con las dificultades corrientes de la vida. "Algunas familias las usan durante los espacios juntos, al comer por ejemplo, mientras que otras las regulan. Lo mismo podríamos decir del videojugar, del ver videos, de su uso para trabajar, para relacionarse virtualmente, etc.".

En algunas familias, dice el académico, han reemplazado la conversación directa por la conversación a través de pantallas; usan Whatsapp para comunicarse cuando los padres están en el trabajo, pero también cuando padres están en una pieza y los jóvenes en otra. "Así enfrentan 'conversaciones difíciles' y se dicen cosas que cara a cara no se dirían. Esto genera una condición problemática".

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Muchas familias han reemplazado la conversación directa por la conversación a través de pantallas.[/caption]

El cómo regular entonces su uso, dice, es importante que sea desde la comprensión, el cuidado y la preocupación por el otro, y no desde una norma alarmista. En la campaña #pantallasconsentido se promueve un esquema de las "4 C" para el uso de las pantallas. "Pensemos cómo las estamos usando (qué lugar y rol cumplen en nuestro día a día); pensemos en la calidad de lo que estamos consumiendo online (videos, apps y juegos "chatarra" o con un mensaje que parece valioso); pensemos en la compañía en el uso de pantallas (¿Estamos acompañando a niños y jóvenes en su uso? ¿Sabemos con quiénes se relacionan en Internet?); y pensemos en cuanto tiempo al día o semana se usan. Tomar en cuenta estas "4 C" nos permite tener una mirada sobre lo que está pasando con las pantallas en nuestras familias".

Es fundamental entender, desde el punto de vista de los padres, destaca Gutiérrez, que el primer paso no es la regulación sino la auto-regulación. "Si los padres le dicen a los más pequeños que coman sano mientras están almorzando un plato de papas fritas y Coca Cola, si les dicen que es importante estar presentes en la vida familiar mientras ellos se cuelgan a ver el siguiente posteo de Facebook ¿qué esperan que aprendan?".

En ese sentido, si se les pide a los hijos que disminuyan su tiempo "conectados" a las pantallas, el especialista se pregunta si ¿van a encontrar en casa a personas genuinamente dispuestas a que relacionarse con ellos? "Esta es una pregunta incómoda. Muchos padres prefieren simplemente no regular el tema de las pantallas, porque si se regula y los chicos pasan más tiempo 'presentes', aparecen intensos conflictos familiares. Estos conflictos no son por dejar de usar las pantallas, es importante aclararlo, sino porque las pantallas ya no están sirviendo como método de huida. Estaba allí sólo que latentes".

En ese sentido, regular activamente el uso de las pantallas deja en evidencia el clima emocional del ambiente familiar. Es algo que sucede más de lo que quisiésemos: muchas veces los padres no saben qué hacer con sus hijos cuando estos no están conectados a las pantallas, indica Gutiérrez. "Hay cierta torpeza en las crianzas contemporáneas: se ha perdido el valor del juego libre y espontáneo, del pasar tiempo juntos, el valor del aburrimiento y el tiempo ocioso, del estar acompañándose de modos no productivos. El uso problemático de las pantallas es en muchos sentidos un síntoma de nuestros tiempos".

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