Pandemia y aumento de demanda de lanas: Tejer con locura para mantener la cordura en cuarentena

Mandy Mcsherry examines her project while drinking a Bloody Mary, Sunday, July 28, 2019, in the Indianapolis home of a group
Foto: Reuters

Largas filas en comunas en transición para comprar lanas. Hombres y mujeres tejiendo como nunca antes en pleno confinamiento. Al tejer, encuentran calma y relajo, dicen. Y los estudios lo confirman: puede aliviar síntomas asociados con hipertensión, insomnio, depresión y ansiedad.


Las aglomeraciones han sido la tónica en estos últimos días. Personas que solicitan el 10% de las AFP son algunas de ellas. Pero no son las únicas.

También se han registrado largas filas en comunas en transición, como Ñuñoa, para comprar lanas. Sí, lanas. Un producto que no es de primera necesidad, pero sí fundamental en una labor que en días de cuarentena va en alza: tejer.

Ese creciente entusiasmo es evidente en las tiendas de lanas. Andrea Candia, gerente de operaciones de Revés Derecho, con 13 locales a nivel nacional, comenta que, si bien el furor por las manualidades en Chile lleva por lo menos cinco años, en cuarentena explotó.

No esperaban esa demanda, que en un principio las encontró, como a muchas empresas, dice Candia “un poco desprevenidas”. Con operaciones principalmente presenciales, no tenían desarrollada tienda on line. En un par de semana todos los recursos se enfocaron en ello. Hoy las visitas y compras se multiplican. “Previo a la pandemia venía un alza, pero pasaba desapercibida. Ahora la gente está más conectada y ha descubierto esta comunidad. Son muchas personas tejiendo”, asegura.

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La lana no es de primera necesidad, pero sí fundamental en una labor que en días de cuarentena va en alza: tejer. Foto: Reuters.

Muchos emprendimientos de lanas también vieron surgir un inusitado entusiasmo. Patricia Vidal, quien comercializa lana de oveja en su tienda Oveja Bonita, lo sabe. Sus ventas a través de Instagram partieron mucho antes de la cuarentena por Covid-19. Pero lo vivido estos días, nunca lo había visto, admite: “Este año ha sido impresionante. No sé lo que pasa. Muchas personas están buscando lana de oveja porque no quieren saber nada del acrílico, el otro problema es que las grandes tiendas se demoraban mucho”.

Las clientas y clientes de Vidal se dispararon. Subió un 300% la venta, añade, “literal, me piden en todo Chile y en todo Santiago, desde Maipú a Peñalolén. Y me pone contenta ver cómo agradecen, una clienta me decía que cuando le llegaban las lanas era como sentir que llegaba el Viejito Pascuero”.

Las lanas son para múltiples usos. Han revivido los telares, los chalecos, las mantas XXL de vellón, dice Vidal. “Les tejen a los nietos, a las hermanas, hay muchas mujeres jóvenes que hacen chalecos multicolores, es impresionante”.

Las lanas más pedidas son aquella de grosor medio, reconoce Candia. Porque no es solo tejer chalecos o mantas. También se usan para crear amigurumi, tendencia japonesa de pequeños muñecos tejidos a croché.

¿Y en colores? En Chile los colores estrellas, dice la gerente de operaciones de Revés Derecho, son el gris, el blanco invierno y el mantequilla. “Pero también se piden colores como el mostaza, el palo de rosa y los tonos pasteles, que hace dos años estuvieron de moda, pero se quedaron”.

La tendencia por tejer incluso incluye reciclaje. Sí, lana realizada a partir de ropa reciclada. “Hay tanta ropa en el mundo, más allá de la que necesita la población total, que el solo hecho de reutilizar, modificar o reparar prendas no es suficiente”, señala Maryló Iriarte, del Costurero de Maryló.

Es una iniciativa que se inscribe dentro la moda circular, explica Iriarte. Es decir, utilizar las prendas en desuso que van a los vertederos y convertirlas en hilado de lana. “Una prenda muere de una forma, pero resurge en otro producto. La meta es reducir nuestra basura, de todas las formas que podamos. Como consumidores, debemos comenzar a elegir este tipo de moda”, indica.

Talleres y turoriales para tejer

Aumentó la compra de lanas y todo lo vinculado a tejer. Talleres, tutoriales y consultas. Hasta los pedidos por tejidos crecieron. Y de todo tipo.

En TejeLuz, tienda de amigurumis o muñecos tejidos se sorprenden del entusiasmo. En los primeros meses de pandemia hicieron una versión de las muñecas quitapenas tejidas. “Una leyenda guatemalteca heredada de los Maya. Pequeñas muñecas a las que antes de dormir, le cuentas tus problemas y preocupaciones, y mientras duermes ella se hace cargo de ellos para que tú descanses bien”, dice Andrea Rojo sobre el producto que define como un ‘exitazo’ en cuarentena. Y no en niños. En adultos: “Estamos todos necesitando ayuda emocional en la forma que sea”.

Rosa Amelia González, de Urdiendo Ilusiones, sabe de esa verdadera avalancha. Dice que es cosa de ver los hashtag en Instagram que hablan de #tejeresmisuperpoder #tejeresmipasión, para reconocer la locura por tejer.

Tejedora desde los seis años, González hace clases y talleres, y cuenta con cerca de 6 mil seguidores en Instagram. Pero desde el estallido social y luego con la pandemia, no ha tenido actividades normales. “Con la cuarentena empecé a terminar los trabajos que tenía a medias y terminé todo lo que podía, y ya había dejado de tejer para otras personas, por la falta de tiempo, pero ahora lo retomé y he tejido sin parar”, comenta.

Entusiasta con el tejido, González se reconoce activista. “Desde que querían cerrar las tiendas de 21 de mayo, con un grupo de amigas nos unimos y por mucho tiempo hicimos campaña, nos sentábamos a fuera de las tiendas a protestar, tejiendo”. Hoy, dice, se emociona con el gran interés. Todos los días responde los múltiples mensajes que le llegan, “me preguntan por puntos, por colores y mezclas, por dónde encontrar lanas y que les recomiende delivery”.

Bianca Argandoña, de Tejer y Punto, también es parte de esa “locura”. Comenzó en octubre de 2019 con talleres para enseñar a palillo y crochet. Demanda que en estos días aumenta. “Ahora con todo lo de la pandemia subió mucho más el interés”, cuenta. Publica un taller, y en pocas horas los cupos ya están copados.

“Me ha sorprendido mucho el gran número de mujeres jóvenes, pese a que he tenido alumnas de todas las edades, pero han sido más jóvenes las que buscan aprender a tejer crochet”, dice Argandoña.

Interés en tejer que no es exclusivo de las mujeres, recalca Cesar Henríquez miembro de Hombres Tejedores. “Es un cambio importante a nivel de estereotipo de género”.

Quienes les preguntan por materiales y talleres la mayor parte han sido hombres, dice Henríquez, porque hay un cambio social en el feminismo y disidencias sexuales. “Los hombres nos estamos saliendo del espacio común y nos estamos atreviendo hacer más cosas. Hoy un hombre puede tejer en la noche para relajarse. Muchos lo están haciendo para bajar la ansiedad del día y del encierro”. A través de actividades como Instagram live han realizado encuentro entre tejedores de Latinoamérica, de Argentina, Colombia y México.

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El interés en tejer que no es exclusivo de las mujeres.

“Hoy día en nuestro público, cada vez se ven más hombres, los que antes iban a compran lanas para la señora, ahora compran porque tejen o bordan”, agrega Candia.

Tejer como que “el mundo se fuera acabar”

¿Por qué tejer? En estos días de encierro, dice Argandoña, reemplaza el poder salir, “es tener un tiempo para mí, es como una salida, sirve para reducir el estrés, esto se ha disparado porque hace muy bien, por algo dicen que tejer es un nuevo yoga”.

Henríquez, concuerda con que tejer ha sido una forma de soportar el confinamiento. “Mucha gente que no tejía ha buscado herramientas para sobrellevar el tiempo en casa. No habíamos tenido una situación con estas características, es muy fuerte y se necesita un hobby para sobrellevarlo”, indica.

En ocasiones hasta se torna en un vicio, admite González. “Esto me he ayudado mucho. Quienes aprenden pueden notar ese cambio, desde que aprendieron son felices de tomar lanas e hilos y relajarse, y tejer lo que sea, por último tejer una funda para un tazón. Poder vestir el cuerpo por algo hecho por una te da alegría, te sientes útil”.

La gente ha visto una vía de escape en el tejido y de a poco se han ido eliminando prejuicios. “Yo tejo desde los siete años. Siempre me molestaban que era de abuelita de centro de madres. Eso hoy día es mucho menos. Tejer es tendencia, no está asociado a lo viejo, está asociado a acción, a generar comunidad, a aprender, entonces en ese sentido ha sido bien positivo”, comenta Candia.

Tejer es similar a meditar

Ana María Rodríguez, psicóloga clínica de Universidad de los Andes, destaca que las manualidades, entre ellas tejer, ejercen un estado de calma muy necesario por estos días. Ayuda a manejar la ansiedad y estrés. “Si una persona está sola tejiendo, eso la ayuda a enfocarse y olvidarse de las preocupaciones, es una actividad similar a meditación”. En el caso de tejer en grupo o en familia, sirve para compartir y socializar, “hay familias que hacen tejido y bordado familiar”.

Pero no solo tiene esa ventaja. Las manualidades, en general, entregan satisfacción al ser un trabajo realizado por cada persona. “Sentir que esto lo hiciste tú, te da cierta gratificación, es decir ‘yo, pude’, ‘yo pude aprender este punto’”, destaca Rodríguez.

Tampoco exige tantos materiales. Se puede estar en una reunión en línea tejiendo. No es como pintar, el tejido permite socializar. Además, agrega la psicóloga, un tejido dura generaciones y fomenta el recuerdo familiar.

Sumar un punto y otro no da sólo como resultado un chaleco o manta. Los beneficios van más allá. Reduce la depresión, la ansiedad, disminuye el dolor crónico y hasta retrasa la aparición de la demencia, indican diversas investigaciones.

Un estudio de 2011 del Journal of Neuropsychiatry & Clinical Neurosciences mostró que tejer durante la mediana edad, combinado con ver menos televisión, disminuyó las probabilidades de un deterioro cognitivo posterior y pérdida de memoria en un 30% a 50%, y promovió el desarrollo de vías neuronales.

Además, la calma y tranquilidad que reportan quienes tejen sería más que un lugar común. Puede mejorar el estado de ánimo. Así lo indica una encuesta de 2013 a 3.500 tejedores publicada en el British Journal of Occupational Therapy. Al pedirles que describieran su estado de ánimo antes de tejer, el 34% informó sentirse “feliz” y el 23% dijo estar “un poco triste” a “muy triste”. Pero cuando se les pidió informar su ánimo después del tejer, menos del 1% permaneció triste y el 81% se admitió “un poco feliz” a “muy feliz”.

La experiencia de tejer se inscribiría dentro de la “respuesta de relajación”. Concebida en la década de 1960 por Herbert Benson, cardiólogo y fundador del Mind/Body Medical Institute en el Hospital General de Massachusetts en Boston (EE.UU) indica que las practicas repetitivas o meditativas pueden reducir la frecuencia cardíaca, la presión arterial y aliviar los síntomas asociados con la hipertensión, el insomnio, la depresión y la ansiedad.

La razón de ese estado describió Benson, es que a través del proceso repetitivo de tejer en sujetos estudiados, se registran cambios en la frecuencia respiratoria y frecuencia de ondas cerebrales. En el cerebro se detectó mayor función de la corteza prefrontal (vinculada a la percepción, emociones, motivación y creatividad) y disminución del lóbulo temporal (que integra la información sensorial), lo que se traduce en la sensación de enfocarse en una tarea literalmente ‘olvidando’ lo que ocurre alrededor.

Esos cambios son lo opuesto a la respuesta comúnmente conocida de ‘pelea o huida’ característica del estrés. Si se practica a diario, puede estimular el sistema inmunológico y hacerlo más resistente a los efectos nocivos del estrés constante.

En un trabajo de 2007 Benson determinó que tejer reduce la frecuencia cardíaca en un promedio de 11 latidos por minuto, e induce un estado mejorado de calma, similar al del yoga.

Tejer es un modo de meditación, coindicen quienes lo practican. “Te ayuda a relajarte, genera endorfinas. Después de tejer te sientes mejor. Es rico ver lo que nace de tus manos, que de un rato de estar en contacto con la aguja o con los palillos, tienes algo hecho por ti. Incluso pueden pasar cosas alrededor y estas concentrada. A veces me hablan o me dicen que es hora de almorzar y yo digo ‘sí, una vuelta más’. Se me olvida el mundo”, admite Candia.

¿Terminada la cuarentena terminará la locura por tejer? “Después que se descubre lo que provoca el tejer, no se deja”, asegura Vidal.

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