Partículas contaminantes en el centro y sur de Chile podrían expandir la pandemia de coronavirus
Además de las enfermedades respiratorias, expertos señalan que el virus podría viajar cientos de metros empleando el material particulado como "vehículo", principalmente en la zona centro-sur del país, y sobre todo en localidades donde la leña es el combustible más utilizado.
Era una situación que no se veía desde la crisis financiera de 2008. A través de imágenes satelitales, científicos observaban en China, Italia y España los inesperados efectos secundarios de la cuarentena por coronavirus: un dramático descenso en los niveles de dióxido de nitrógeno, material producido por automóviles e industrias, y que en los humanos se relaciona con diversas enfermedades respiratorias.
Estas partículas, que permanecen en la atmósfera aproximadamente un día, se mantienen cerca de la fuentes de emisión y los especialistas los utilizan para monitorear la intensidad de la actividad en un sector determinado, aunque son sólo una parte de los materiales que flotan entre nosotros sin que lo notemos.
La exposición a largo plazo a estas partículas puede causar graves efectos, que van desde irritación en los ojos y la garganta (provocando incluso la muerte en gente mayor con asma), problemas respiratorios o cardíacos crónicos, incluyendo cáncer de pulmón.
Se estima que la polución del aire causa 8,8 millones de fallecimientos prematuros cada año, y datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) señalan que nueve de cada diez personas en el mundo diariamente respiran aire contaminado. En Chile, de acuerdo a cifras del Ministerio del Medio Ambiente (MMA), cada año mueren unas 4 mil personas por esta razón.
Aún así, además de las enfermedades respiratorias, es posible que en relación al coronavirus, este material particulado sea aún más importante de lo que pensamos.
Muy pequeñas
En los últimos meses, la pandemia de coronavirus ha hecho pensar a los científicos sobre el papel de la contaminación en el aire en la forma en que estos virus se diseminan, considerando que en la actualidad, más de un 90% de la población del planeta habita sitios donde se superan los niveles permitidos, y que en Chile, según el MMA, ciudades como Temuco, Osorno y Coyhaique poseen índices sobre la media, principalmente en invierno y por el consumo de leña.
El material particulado (MP) es el término empleado para la mezcla de partículas sólidas y gotas líquidas que flotan en el aire, formando lo que se conoce como aerosol atmosférico. Algunas son más grandes y pueden se observan a simple vista (polvo, hollín, humo), pero hay otras más pequeñas que sólo podemos visualizar con un potente microscopio.
Estas partículas se dividen en dos grupos: PM10, inhalables, con diámetro de 10 micrómetros o menos; y MP2,5, también inhalables pero más finas y con diámetros de 2,5 micrómetros y menos. Si tomamos como referencia a un cabello humano (70 micrómetros de diámetro), éste es unas 30 veces mayor que la partícula fina más grande.
El MP posee distintos tamaños y formas, y contienen cientos de diferentes compuestos químicos. Algunas se emiten desde fuentes como obras en construcción, caminos sin asfalto, chimeneas o incendios, aunque la mayoría se forma en la atmósfera como resultado de reacciones químicas como el dióxido de azufre y los óxidos de nitrógeno, material generado por centrales eléctricas, industrias y automóviles.
Lo preocupante es que en 2003, durante el brote del Sars se descubrió que casi un 85% de los pacientes que habitaban ciudades con niveles moderados de contaminación, tenían más posibilidades de morir. Con su primo genético, esto aún está por verse, aunque es posible que las “gotículas” de entre 5 a 10 micrómetros lanzadas por personas enfermas al estornudar, toser o hablar, pudiesen tener tamaños mucho más pequeños y comportarse como un aerosol atmosférico.
Así, con tamaños parecidos a las partículas utrafinas este virus pasaría a ser parte del material particulado fino del aire contaminado, funcionando a su vez como un “vehículo” portador para el temido coronavirus.
El viaje
“Estas partículas son capaces de llegar a unos 300-600 metros del suelo y en condiciones óptimas, pueden viajar varios cientos de metros pudiendo servir de ‘transporte’ para el virus”, señala el Dr. Francisco Cereceda, experto en química atmosférica, director de Centro de Tecnologías Ambientales (CETAM) y académico del Departamento de Química de la Universidad Técnica Federico Santa María (USM).
Cereceda, junto al también académico del mismo departamento de la USM, director del Anillo GAMBIO y especialista en microbiología ambiental Dr. Michael Seeger, y el Dr. Luis Alonso Díaz, experto en modelación de la calidad del aire y evaluación de riesgos en salud de la Universidad de Santiago, iniciarán un estudio que buscará aclarar el vínculo entre el material particulado atmosférico -como el ya mencionado PM2.5- y la posibilidad que se comporte como un vehículo que ayude a propagar al virus. Los especialistas afirman que enfocarán sus esfuerzos en la zona centro sur de Chile, considerando la llegada del invierno y la contaminación del aire por leña, el combustible más utilizado en la época en esa parte del país.
“Si consideramos el virus como partículas ultrafinas, que en el caso del SARS- CoV-2 efectivamente lo son, con un diámetro de 0,12 a 0,16 μm, este se podría comportar como cualquier otra partícula ultrafina, es decir, que sigue las leyes de la física en cuanto a su movimiento y distribución en el aire”, afirma el Dr. Cereceda.
Según el Dr. Díaz, estas partículas atmosféricas además constituyen un sustrato que podría permitir que el virus permanezca en el aire en condiciones vitales durante cierto tiempo, en el orden de horas a días. “Existe investigación científica que señala que la tasa de inactivación de virus en partículas atmosféricas depende de condiciones ambientales como un aumento de las temperaturas y la radiación solar que favorece esa tasa de inactivación, pero una alta humedad relativa puede favorecer una tasa de difusión del virus más alta”, explica.
“Aunque la OMS asegura que el virus no vive en el aire, creo que a medida que se ha podido obtener mayor información sobre el comportamiento del virus, se ha ido relativizado esa afirmación", sostiene el Dr. Cereceda. “Podrían tener días o semanas de vida y viajar cientos de metros de distancia desde el sitio donde fue emitido; el virus es ‘grande’ y se va a comportar como una partícula en el aire, queda casi como un aerosol tal como el agua que sale disparada de las olas en la playa. La evidencia anterior indica que probablemente será así”, asevera.
“Las personas más afectadas -como ocurre hoy- serán los fumadores y quienes estén expuestos a la contaminación por leña. Con personas hipersensibles, cualquier infección o cuardo bronco-respiratorio, por pequeño que sea, generará una respuesta inflamatoria importante”.
“Hace un tiempo calculamos a cuántos cigarrillos equivaldría respirar el aire de Santiago, por ejemplo. El resultado fue que una persona no fumadora en la capital puede fumar involuntariamente entre 11 a 20 cigarrillos. En Temuco, esto puede ser peor: es como estar frente a una población entera de tabaquismo crónico”, afirma.
Los expertos señalan que llegado el invierno, con bajas temperaturas, con el material particulado en el aire y en condiciones que ayuden al virus a sobrevivir, es posible que éste “viaje” sobre las partículas y se propague de forma más eficiente. Eso, sin considerar que las medidas de aislamiento social producto de la pandemia insten a las personas a estar mucho más tiempo en sitios cerrados, con mala ventilación y con la calefacción a leña, o kerosén, muy utilizados en la zona centro sur.
De acuerdo a los especialistas, este “cóctel" podría favorecer la duración e ingreso del virus al organismo, generando un escenario más negativo que el que se ha proyectado hasta ahora.
Aún así, el especialista aclara que no es que se trate de una “nube” llena de coronavirus: “Cuando hablamos que el virus va a viajar, no siempre va a estar con las condiciones adecuadas para que esté activo debido a que requiere de un sustrato para alimentarse y condiciones ambientales que pueden cambiar, como la temperatura o la radiación solar".
"Al virus se le acaban los nutrientes y condiciones óptimas y se muere: no va a estar eternamente dando vueltas por el aire”, subraya Cereceda.
Enemigo íntimo
Los expertos explican que en las ciudades contaminadas con humo de leña como el sur de Chile, el nivel de contaminación intramuros (dentro de casa) es muy elevado, llegando a ser más que el aire atmosférico exterior. A la larga, este nivel de exposición crónica provoca que los habitantes de esas ciudades tengan un sistema inmunológico más debilitado, con presencia de enfermedades cardio-respiratorias que los hacen más vulnerables a las enfermedades infecciosas, como la influenza, bronquitis, neumonías y ahora el Covid-19.
La situación preocupa si analizamos la tasa de incidencia de Covid-19 por 100 mil habitantes reportada por el Ministerio de Salud este lunes 6 de abril en las regiones de Magallanes (123,9), Ñuble (92,7%), Araucanía (55,4), Los Lagos (32,1), Metropolitana (27,6%), Los Ríos (25,6) y Bíobio (23). Además, la hospitalización de pacientes en Unidad de Cuidados Intensivos es mayor en el sur, y la Araucanía es la región con más fallecidos (14).
“En 2015 publicamos un estudio donde se encontró que el riesgo de mortalidad y morbilidad cardio-respiratorio por exposición aguda a la contaminación atmosférica fue lejos superior en Temuco que en Santiago. El exceso de riesgo fue mayor en Temuco que Pudahuel, tanto por mortalidad cardio-respiratoria de la población de adultos mayores (47%) como por los ingresos hospitalarios por EPOC (104.1%)”, señalan los científicos.
“Toda esta evidencia nos permite suponer que las ciudades de Chile con alta contaminación atmosférica podrían tener un mayor impacto por casos graves de Covid-19 este otoño-invierno, en especial en las ciudades del centro-sur de Chile”, concluyen.
El estudio
Según el Dr. Cereceda, “el monitoreo tendrá como foco la recolección de muestras de aerosoles atmosféricos del aire de ciudades como Santiago o Temuco, con la finalidad de obtener material particulado atmosférico de PM2.5 recolectado en filtros que además, permitan realizar su especiación química y evaluar la comunidad microbiana acumulada, es decir, aquella que ha sido transportada por los aerosoles, el cual ha sido usado como un vehículo de propagación de estos microorganismos infecciosos”.
“Los datos de monitoreo de calidad del aire se podrán correlacionar con casos graves de Covid-19 con modelos epidemiológicos, con el objetivo de determinar el nivel de riesgo por exposición aguda a las concentraciones de material particulado en distintas zonas de Chile. Estos niveles de riesgo podrían ser de gran utilidad en plataformas avanzadas de modelación de la calidad del aire que permiten generar información para una mejor toma de decisiones por parte de la autoridad y, para ayudar a generar mejores políticas públicas en materias de salud y medio ambiente”, menciona el Dr. Luis Alonso Díaz.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.