Investigadores de la U. de California en San Diego (EE.UU.) concluyó que el deterioro olfativo sugiere que la enfermedad Covid-19 resultante tiene más probabilidades de ser de leve a moderada, lo que podría suponer un potencial indicador temprano que podría ayudar a los médicos a determinar qué pacientes pueden requerir hospitalización.
“En investigaciones anteriores, encontramos que la pérdida de la función olfativa es un síntoma temprano común de Covid-19, después de la fiebre y la fatiga. Lo que es notable en los nuevos hallazgos es que parece que la pérdida del olfato puede ser un predictor de que una infección por Sars-CoV-2 no será tan severa, y es menos probable que requiera hospitalización.
Si una persona infectada pierde ese sentido, parece más probable que experimente síntomas más leves, salvo que existan otros factores de riesgo subyacentes”, explica Carol Yan, autora principal del trabajo, que se ha publicado en la revista International Forum of Allergy & Rhinology.
Entre los factores de riesgo que ya han sido comunicados por otros estudios se encuentran la edad (las personas de edad corren mayor riesgo de padecer enfermedades graves) y las afecciones médicas subyacentes, como la enfermedad pulmonar crónica, las afecciones cardíacas graves, la diabetes y la obesidad.
Pacientes analizados
Este estudio fue un análisis retrospectivo entre el 3 de marzo y el 8 de abril de este año e incluyó a 169 pacientes que dieron positivo en la prueba de Covid-19. Se obtuvieron datos olfativos y gustativos de 128 de los 169 pacientes, 26 de los cuales requirieron hospitalización.
Los pacientes que fueron hospitalizados para el tratamiento con Covid-19 tuvieron una probabilidad significativamente menor de reportar anosmia o pérdida del olfato (26,9 por ciento comparado con el 66,7 por ciento de las personas infectadas tratadas como pacientes externos). Se encontraron porcentajes similares para la pérdida del gusto, conocida como disgeusia.
“Los pacientes que tenían pérdida del olfato tenían 10 veces menos probabilidades de ser ingresados por Covid-19 en comparación con los que no tenían pérdida del olfato. Además, la anosmia no se asoció con ninguna otra medida típicamente relacionada con la decisión de admisión, lo que sugiere que es realmente un factor independiente y puede servir como marcador de manifestaciones más leves de Covid-19”, indican los autores.
Los hallazgos posiblemente insinúan algunas de las características fisiopatológicas de la infección. “El lugar y la dosis de la carga viral inicial, junto con la eficacia de la respuesta inmunológica del huésped, son todas variables potencialmente importantes para determinar la propagación del virus dentro de una persona y, en última instancia, el curso clínico de la infección”, apuntan.
En otras palabras, si el virus del Sars-CoV-2 se concentra inicialmente en la nariz y las vías respiratorias superiores, donde impacta en la función olfativa, eso puede dar lugar a una infección menos grave y de aparición repentina, lo que disminuye el riesgo de abrumar la respuesta inmunológica del huésped, la insuficiencia respiratoria y la hospitalización.
“Esta es una hipótesis, pero también es similar al concepto que subyace a las vacunas vivas. En dosis bajas y en un sitio distante de inoculación, el huésped puede generar una respuesta inmune sin una infección severa”, concluyen. La pérdida del olfato también podría indicar una robusta respuesta inmunológica que se ha localizado en los pasajes nasales, limitando los efectos en otras partes del cuerpo.