Período de retorno T: ¿Cómo ganarle a una “tormenta perfecta”?
Felipe Garrido, ingeniero hidráulico de la Universidad Católica establece que existe un modelo que puede detectar el sedimento en los cauces, así como los efectos de eventos asociados al mal tiempo.
Para entender el “tamaño de la tormenta” ocurrida en Chile recientemente, es necesario conocer el término “período de retorno T”, que básicamente es la probabilidad de ocurrencia de un evento. En un lenguaje simple significa “cada cuantos años se espera ocurra o sobrepase”.
Así lo explica Felipe Garrido, ingeniero hidráulico de la Universidad Católica y miembro del Consejo de Políticas de Infraestructura.
“Las recientes precipitaciones a nivel nacional están en el orden de 10 y hasta quizás 30 años de período de retorno, y gran parte de la infraestructura está diseñada muy por sobre este criterio. ¿Qué pasó? Afectó una variable “extra” que es lo que define el límite entre dónde llueve y dónde cae nieve, denominada isoterma, la que se elevó desde una altura de los 1.800 metros hasta sobre los 3.300 metros. Esto correspondió a un evento sobre los 50 años de periodo de retorno o incluso más”, señala Garrido.
Al aumentar la altura a la que llueve, también crece el área en que precipita. Así, este incremento de agua “líquida” elevó drásticamente el caudal de los ríos. ¿Cuál fue el alcance de esta tormenta? “Si evaluamos la zona al oriente de Santiago que drena aguas lluvias hacia la capital, estamos hablando de unos 2.400km2 en que comúnmente precipita lluvia. Hoy el área en que llovió aumentó por sobre los 5.000km2. En la cordillera precipita mucho más que en el valle (algunas zonas registraron sobre 300mm) aumentando exponencialmente la cantidad de agua que escurre”, establece el ingeniero de la UC.
Como variable adicional, aquellas zonas dónde comúnmente cae nieve, acumulan sedimentos por años, dado no hay mayores fuerzas erosivas. Al llover en estos sectores, los sedimentos son erosionados y transportados hacia el valle: estamos hablando de millones de toneladas, que sobrepasan cualquier acción por tratar de detenerlo y sólo podemos mitigarlo o acomodarnos, a estos eventos.
De hecho, “los sistemas de aguas lluvia en Chile -y la mayoría en el mundo- no consideran manejar el sedimento (sólo se maneja el agua). Y más que crear obras inmensas para esto, se deben diseñar técnicas alternativas y procedimientos complementarios”, sostiene Garrido.
¿Cómo ganarle a una “tormenta perfecta”?
Como primera medida se debe realizar un diagnóstico y analizar que tan actualizados están los diseños de estas obras, pues muchas no contemplan un posible gran aumento del área en que llueve. A su vez, entra a jugar la variable económica en que el costo de las obras comienza a ser impracticable, más aún considerando que el manejo de las aguas lluvia no es prioridad:
Primero, “hay que asegurar el abastecimiento de agua potable, luego el alcantarillado y después manejo de aguas lluvia”, señala.
No obstante, la cercanía de poblados a cauces (y su riesgo de inundación), se puede abordar rápidamente hoy, integrando a la hidráulica los avances en el manejo de información satelital.
En términos de manejo de sedimentos y considerando además el riesgo de corte de agua potable por aumento de turbiedades, se pueden desarrollar modelos de predicción de sedimentos y aluviones, de rápida implementación, aprovechando la inmensa y valiosa cantidad de información generada en esta última tormenta.
Finalmente, “la enseñanza, es en términos filosóficos: a la naturaleza nunca la vamos a comprender por completo y siempre faltará una variable con potencial de generar un caos incuantificable. La ciencia y política, deben ser estratégicas al tomar decisiones que intervengan la naturaleza pues estamos a merced de ella. Si diseñamos con estos objetivos, podemos evitar graves problemas y siendo eficientes en el manejo de recursos; en vez de tratar de ganarle a una “tormenta perfecta”, establece Garrido.
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