Los Harpagiferidae son una familia de peces marinos incluida en el orden Perciformes, que se distribuyen en la Antártica, islas cercanas a ésta, Tierra del Fuego y la Patagonia. Entre ellos se encuentra el Harpagifer antarcticus, conocido como pez antártico.
En el último tiempo, el aumento de temperatura en el planeta producto del cambio climático está afectando a un sinnúmero de organismos, por lo cual se hace de vital importancia entender los procesos biológicos que ciertas especies pasan cuando su entorno cambia de manera abrupta.
Una investigación elaborada por el Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL) de la Universidad Austral de Chile (UACh), y publicado en la revista científica Journal of Thermal Biology, reveló la capacidad del pez antártico para soportar rangos térmicos elevados.
A la fecha, el pez antártico ha sido motivo de múltiples investigaciones, las que señalaban su casi nula capacidad de adaptación al cambio climático. Sin embargo, esta nueva investigación modifica lo establecido.
El estudio dio cuenta de la plasticidad de la especie, puntualmente en pozas intermareales, donde la temperatura bordea los 20°C.
El equipo de científicos, liderado por Julia Saravia, genetista e investigadora doctoral del Centro IDEAL, analizó la respuesta fisiológica del Harpagifer antarcticus, estudiando cuánto es el máximo térmico que esta especie puede soportar y cuánto tarda en recuperar su homeostasis (capacidad de mantener su sistema estable ante cambios externos).
Los ensayos de temperatura crítica máxima son muy utilizados en fisiología térmica, “y nos permiten estudiar el repertorio de respuestas de corto plazo. Los resultados que obtuvimos son de gran aporte a futuras investigaciones sobre peces antárticos en esta área, a la vez de que nos dio un mayor entendimiento de lo que ocurre no solo a nivel fisiológico, si no también molecular en estos animales”, señala Saravia.
Si bien la especie no logró resistir períodos muy prolongados de tiempo (comenzó a sufrir problemas osmóticos), Saravia se sorprendió por el hecho de que pudo mantenerse a temperaturas ampliamente superiores a las que está acostumbrada (18°C), con rangos de aumento a razón de 0,3°C y 1°C por minuto.
El pez antártico es una especie importante ecológicamente hablando, “ya que da cuenta de la salud del ambiente y además es un regulador de la población de crustáceos pequeños. Todo individuo que desaparece afecta de alguna manera al ecosistema, ya sea porque ayuda a controlar o porque es presa. En este caso, este pez tiene ambos roles”, explica Luis Vargas-Chacoff, investigador del Centro IDEAL y académico del Instituto de Ciencias Marinas y Limnológicas (ICML) de la UACh.
La investigación tuvo una duración total de 18 meses, tiempo que consideró la recolección de ejemplares en el sector de Bahía Fildes, en la Península Antártica y trabajos en laboratorio.