Apenas se conoció la noticia, las bolsas estallaron en un frenesí de alzas no vistas desde meses, incluso, en algunos casos históricas. Pfizer anunciaba que su prototipo de vacuna contra el coronavirus, que ya se encuentra en la fase 3 de sus ensayos -los últimos antes de iniciar su producción comercial- era efectiva en un 90%. Es decir, de cada 100 personas que se inyectaran, 90 resultarían protegidas, lo que sanitariamente es una gran estadística, porque el 10% que no generaría anticuerpos, sería custodiado por el restante porcentaje, según la regla de la inmunidad de rebaño.
Pero tras el desenfreno bursátil del lunes, ya hay quienes piden entibiar un poco las expectativas, sobre todo los científicos, que dicen que aún persisten varias interrogantes que deben ser resueltas. La primera, es si estadísticamente los resultados del laboratorio americano son amplificables. El 90% de efectividad es solo una primera aproximación a los resultados definitivos, cuando se examine el nivel de contagio de los 44 mil voluntarios que están participando de las pruebas.
Y son con esos números que el laboratorio debe ir a la Administración de Medicamentos y Alimentos de EE.UU. (FDA, su sigla en inglés) y pedir una autorización de emergencia para comercializar su vacuna, pues los plazos exceden con creces los habituales para una autorización de estas características.
Aquí, un grupo independiente de científicos deberá validar la eficacia y seguridad de la vacuna y dar crédito a los informes del laboratorio.
La letra chica de la producción de esta vacuna también incluye saber cuánto durará su inmunidad. A quienes sospechan que podría ser muy breve y que se requerirán incluso, dos inoculaciones anuales, que en rigor serían cuatro, considerando que se necesitan dos dosis.
La otra incógnita son sus requerimientos de conservación. Necesita estar a 70°C bajo cero (el congelador de su refrigerador funciona en alrededor de -20°C), lo que no es sencillo, sobre todo porque debe ser trasladada, por ejemplo, desde un aeropuerto, o en camiones y luego almacenada bajo refrigeración especial.
Por ello, independientemente de las vacunas que finalmente resulten efectivas, también existen obstáculos importantes para distribuirlas a millones de personas en lugares remotos.
Hasta ahora, según informó Pfizer, 94 voluntarios se contagiaron de coronavirus y la mayoría -dijo el laboratorio- estaba en el grupo que recibió placebo y no la sustancia activa. Para alcanzar a resultados más contundentes, la FDA dispuso que las empresas solo soliciten una autorización de uso de emergencia para distribuir la vacuna hasta que alcancen otro hito: cuando la mitad de los pacientes en su estudio hayan sido observados por problemas de seguridad durante al menos dos meses después de su segunda dosis. Pfizer espera cruzar ese umbral en la tercera semana de noviembre.
Por eso es razonable tener cautela. No hay que olvidar que mientras los mercados se regocijan, las infecciones de coronavirus siguen estableciendo récords.
La pregunta entonces es: ¿se están adelantando los inversores? “Estos son los tipos de movimientos que tienden a quedarse sin gasolina si los datos subyacentes no se confirman rápidamente”, reflexionó Lisa Shalett, directora de inversiones de Morgan Stanley Wealth Management.
Por eso, no se trata de frenar el entusiasmo por esta vacuna. Solo se trata de ser realistas.