Planificación urbana sensible al calor: los efectos de las altas temperaturas

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Parque Los Reyes: Crédito: Rudy Muñoz

Febrero ha estado marcado por fuertes olas de calor en la zona centro-sur del país y la Dirección Meteorológica de Chile anunció un evento de altas temperaturas desde la región de Valparaíso a la región de Ñuble para esta semana. ¿Cómo la planificación urbana y de áreas verdes pueden mitigar los efectos de este fenómeno en Chile?


Los materiales de pavimentación convencionales, que suelen cubrir alrededor del 40% de una ciudad, alcanzan temperaturas máximas en verano de hasta 65°C y, además, calientan el aire que hay sobre ellos, según indican los estudios recopilados por C40, una red de casi 100 ciudades líderes en el mundo -entre ellas Santiago de Chile- que colaboran para brindar la acción urgente que se necesita en este momento para enfrentar la crisis climática.

En ese sentido, la planificación urbana sensible al calor, la selección de materiales, el diseño de las áreas verdes en los barrios y métodos alternativos de sombreado y refrigeración de las ciudades se han transformado en factores determinantes para la mitigación del cambio climático a corto y mediano plazo.

Chile está avanzando en esta materia. Hace pocas semanas el Gobierno Regional de la Región Metropolitana anunció el lanzamiento del programa “Arbolado urbano” a través del cual se plantará un eje de 20 kilómetros de árboles en 34 municipios con déficit de vegetación, especialmente en los territorios que están por debajo del estándar de 10 metros cuadrados de áreas verdes por habitante. Estas acciones van en la línea de refrescar la ciudad, dar sombra al suelo y a las estructuras que los rodean.

El foco en la escala barrial lo ha puesto Fundación Mi Parque, quienes hace catorce años trabajan en el diseño, construcción y activación participativa de áreas verdes para el encuentro, en espacios públicos y patios educativos. La organización ha desarrollado y sistematizado distintas estrategias enfocadas en la pertinencia territorial, la eficiencia hídrica y la participación comunitaria para involucrar a las personas de forma vinculante en el cuidado del medio ambiente y sus espacios de encuentro.

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Imagen referencial.

“Santiago, al igual que muchas otras ciudades, sufre de grandes desigualdades, lo que se puede ver reflejado además en la distribución de la temperatura urbana. Muchos de los barrios donde trabajamos, como San Bernardo, Renca y Cerro Navia están asociados a islas de calor, donde la falta de cobertura vegetacional junto con la densidad de edificación, se transforman en uno de los factores más relevantes que producen este efecto”, explica Matías Honour, director de Proyectos de Fundación Mi Parque.

“Por lo mismo, en cada proyecto que realizamos es fundamental la naturalización y permeabilización del suelo, la incorporación de vegetación de bajo requerimiento y fácil mantención, complementado de estructuras menores que aporten sombra mientras los árboles crecen, buscando siempre generar nuevos espacios de encuentro, pensando en que las familias tengan un lugar confortable, cerca de sus hogares, donde puedan estar y compartir”, añade.

Desde C40 destacan que las estrategias de mitigación del calor que reduzcan el efecto de isla de calor urbano deben formar parte de la planificación más amplia de la acción climática de la ciudad e incorporarse a la legislación sectorial pertinente, en particular para los edificios nuevos y existentes, el transporte y la planificación urbana.

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