Plaza Ñuñoa, Escuela Militar y Parque Araucano: Cómo las manifestaciones se vuelven transversales

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Estudios indican que 60% de los residentes de las comunas de más altos ingresos de la capital provienen de comunas de menores ingresos. Lo que explicaría, dicen expertos, su orientación crítica hacia la desigualdad. Pero además, dicen, son familias que perciben que lo logrado puede verse eclipsado por desempleo, enfermedad y precarias pensiones.


Las manifestaciones públicas en Santiago han cambiado su tradicional ubicación en Plaza Italia. Si bien, ese punto sigue como el principal foco de la ciudadanía, otros lugares han tomado protagonismo en los últimos días como Plaza Ñuñoa, Escuela Militar y Parque Araucano.

El sector de Plaza Ñuñoa, en la comuna del mismo nombre, fue escenario de un multitudinario cacerolazo el domingo 20 de octubre. Se reunieron miles de personas para manifestar su rechazo al estado de emergencia. Familias con niños y personas de distintas edades, en una manifestación que fue pacífica y que se estima reunió a más de tres mil personas.

Una situación similar, pero con más afluencia, se presenció el lunes 21 de octubre en la comuna de Las Condes, en el sector de Escuela Militar. Y para la jornada del martes 22 de octubre, uno de los puntos de aglomeración de manifestantes fue el Parque Araucano, en la misma comuna.

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Personas realizan una manifestación pacifica en Escuela Militar donde son custodiados por militares , en el contexto de protestas que han ocurrido los últimos días por el descontento social. En la imagen una persona descansa frente a dos uniformados

FOTO:MARIO DAVILA/AGENCIAUNO[/caption]

Movilidad social

Lo mismo ha ocurrido con expresiones ciudadanas como las cacerolas y bocinazos. Resonaron en comunas que habitualmente no participan en esas manifestaciones. Sectores que corresponden a clase media y clase media alta. Una clara muestra de que trata de grupos económica e ideológicamente diversos, explica María Luisa Méndez, académica de la Universidad Católica, e investigadora principal del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social, Coes.

Esa participación que muestran con las demandas sociales, responde, dice Méndez, a un fenómeno que se ha dado en las últimas décadas en Santiago: los altos niveles de movilidad social ascendente en el país, junto con los de mayor segregación socio-espacial. "El 60% de los residentes de las comunas de más altos ingresos de la capital provienen o se criaron en comunas de menores ingresos", detalla.

Esos antecedentes corresponden al estudio denominado Sobre las viejas y nuevas formas de reproducción social en la clase media alta en Chile, desarrollado por el Centro de Estudios para el conflicto y el Coes, realizado por Méndez junto al investigador Modesto Gayo, que se dio a conocer en 2018, el cual analizó los cambios en la estructura social chilena en las últimas décadas en ese grupo.

El trabajo consideró encuestas a 400 familias del cono de alta renta y a 800 familias del resto de las clases sociales, durante el año 2015 en la Región Metropolitana (RM). El segmento socioeconómico ABC1 correspondió a las comunas de Las Condes, Vitacura, Providencia, La Reina y Lo Barnechea, mientras el resto de las clases a las otras comunas de la RM.

Al ser consultados sobre cómo mejorar la posición social, la clase media alta respondió mayoritariamente que se logra al "tener un buen nivel educacional" (44,5%), versus el 29,5% del resto de la población. En segundo lugar se mencionaron a los contactos, con el 37,9%.

Gracias a esa misma educación, muchos han logrado entonces ingresar a clases de mayores ingresos. Pero se perfilan "con trayectorias de movilidad social y espacial diferentes, así como orientaciones culturales y políticas disímiles", dice Méndez.

Si se estudian sus orientaciones políticas y culturales, dice Méndez "no están todas ellas por mantener el statu quo tal cómo está​, sino que tienen una orientación crítica hacia la desigualdad, también están conscientes de las brechas sociales".

Vulnerabilidad transversal

De alguna manera entonces, lo que se aprecia entonces en esos grupos, es que hay una tensión en su discurso respecto de cómo conciliar la conciencia respecto a la desigualdad y su propio papel en la reproducción de esa desigualdad. "Nosotros tenemos en nuestro estudio que datos que muestran que el patrón dominante es residir en el barrio alto y escoger educación privada. Pero muchas de esas familias en ese proceso, tienen una contradicción muy grande en el sentido de que se dan cuenta que esa parte de la reproducción social implica un posicionamiento tremendamente desigual con el resto de la sociedad", asegura Méndez.

Lo que pasó con la movilización actual, detalla Méndez, es una muestra de esa dinámica estructural de la desigualdad, en donde los individuos se ubican más allá de lo que puedan hacer individualmente, en la cual terminan compartiendo en forma más colectiva. "Esta sensación de que la situación actual es grotesca, de que es injusta, de que no tiene porque ser una experiencia individual, sino que es una experiencia colectiva que se percibe como injusta, es parte de lo que moviliza a las familias".

Octavio Avendaño, académico de Sociología de la Universidad de Chile, agrega que actualmente la demanda por el costo de la vida es transversal e incluye a sectores medios y medios altos. "Además, son los sectores que respaldaron al Presidente Sebastián Piñera, y tomando en cuenta que hay demandas y expectativas que surgen por las propuestas que presenta el gobierno en relación a garantizar de una agenda pro crecimiento, mayores oportunidades en materia de empleo y el combate a la delincuencia".

Sin embargo, dice Avendaño, "lo que hemos visto en el último tiempo es que la crisis económica se agudiza, el desempleo aumenta y aumenta también la victimización, y aumenta también el fenómeno de la delincuencia, eso va generando todo un malestar que se acumula y explota en un determinado momento".

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Manifestantes se reunen en Plaza Ñuñoa[/caption]

Una clase media profesional que goza de ciertos privilegios, pero que también percibe su vulnerabilidad. "A pesar de están algunos incluso puedan estar en el 10% más rico de la población, sí son familias que perciben que lo logrado también puede verse eclipsado por la perdida de empleo, por una enfermedad, saben que su vejez será muy diferente a lo que ha sido su adultez, que será mucho más precaria, que las isapres igual los van a echar cuando sean viejos. Entonces tienen esa conciencia de su propia vulnerabilidad en la perspectiva relativa a lo que es su posición".

Un malestar que venía con mucha fuerza con las manifestaciones hace varios años, como No +AFP. "Algo que hace a ese grupo también les hace mucho sentido", dice Méndez.

Existe también otra mirada, dice la investigadora, que es que se viene gestando un cambio generacional en las clases más altas, "de poner un poco más de límites a esa cultura de privilegio". Se trata de un fenómeno más acotado y parte de un grupo que ha estado en posición de clase alta más segregada por más tiempo, explica, "pero llega a un punto en que dicen que quieren vivir en puntos más céntricos, que se vuelven a vivir a Providencia, a Ñuñoa, que van a usar el transporte público, y esa subjetividad también tiene eco en parte de la élite".

El descontento lo manifiestan, dice Avendaño. "La clase media y alta hoy se va viendo afectada porque no hay una respuesta efectiva por parte de la autoridad política en términos a revertir y solucionar la crisis. La respuesta efectiva no es sacar a los militares, la respuesta efectiva es resolver la crisis a través de los canales institucionales que ofrece el sistema democrático, a través de mesas de negociación o ceder a ciertas demandas sociales, lo que no hace actualmente el gobierno generando esta situación de 'olla de presión' que termina explotando".

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