Todos los niños que nacen en Chile, antes de dejar la maternidad reciben la vacuna BCG, una vacuna que los protege contra la tuberculosis y que es parte del Programa Nacional de Inmunización (PNI).
La vacuna, fue creada por Albert Calmette y Camille Guérin de ahí su nombre (Bacilo Calmette-Guérin o BCG) y fue desarrollada en el Instituto Pasteur. El próximo año cumple cien años y pese a su antigüedad, hoy está haciendo noticia.
¿La razón? El inicio de estudios clínicos en los que se quiere demostrar su rol protector y hasta fortalecedor del sistema inmune, frente a la pandemia generada por el coronavirus SARS-CoV-2 y la relación que podría existir entre los países que no la mantienen dentro de sus programas de vacunación y la cantidad de casos y muertes por Covid-19.
Esta vacuna contiene formas vivas atenuadas de la bacteria Mycobacterium bovis, una bacteria “prima” del microorganismo que causa la tuberculosis (Mycobacterium tuberculosis), que no es virulenta pero que sí es capaz de generar inmunidad celular.
Aunque no es capaz de evitar el contagio con la bacteria que produce la tuberculosis, sí es muy efectiva a la hora de proteger contra las formas graves de esta enfermedad, razón por la que algunos países como Estados Unidos, Francia, España e Italia, dejaron de usarla hace algún tiempo. Ellos, siguieron las recomendaciones de algunos estudios que decían que ante los pocos casos registrados y el descenso constante de ellos, era mejor vacunar solo a grupos selectivos y no a toda la población.
Fortalecedor inmune
Desde hace tiempo se conocen algunos estudios en los que se muestra la capacidad protectora de esta vacuna frente a otros patógenos que no son la bacteria de la tuberculosis.
Investigadores daneses mostraron hace varias décadas que la BCG podría prevenir cerca del 30% de las infecciones con cualquier patógeno conocido, incluidos los virus, en el primer año después de su administración. En 2014, la Organización Mundial de la Salus (OMS) también dijo que al parecer la vacuna podría reducir la mortalidad general de los niños, pero dijo que los resultados de los estudios es muy baja.
Alexis Kalergis, director del Instituto Milenio de Inmunología e Inmunoterapia (Imii) y académico de la UC, explica que “hay evidencia de que esta vacuna tiene un potencial inmunodulador que puede generar además inmunidad entrenada contra otros agentes infecciosos”.
Según el investigador, “algunas vacunas, además de inducir protección inmune específica contra el agente infeccioso para el cual fueron diseñadas, tienen la capacidad de inducir un tipo de respuesta llamada “inmunidad entrenada” que podría ser favorable contra otros agentes infecciosos, como los virus. Una de las vacunas que destaca en términos de esta propiedad, es la BCG. Sin embargo, cualquier nuevo uso de una vacuna para alguna nueva enfermedad, debe ser evaluada por medio de estudios preclínicos y clínicos, aprobados por las agencias regulatorias”, advierte.
Algunos estudios han demostrado que las personas que reciben la vacuna BCG tienen una mejor respuesta a infecciones causadas por virus respiratorios y prevendría el desarrollo de condiciones no infecciosas, como asma o alergia. “Además, en cáncer de vejiga la BCG se usa como un tratamiento, ya que al parecer activa una respuesta inmune favorable para eliminar células tumorales en este tipo de cáncer particular”, indica Kalergis.
El infectólogo de Clínica Las Condes, Guillermo Acuña, dice que en el caso específico del cáncer de vejiga, lo que se usa es inyectar una concentración de esta vacuna en la pared de la vejiga para “despertar la inmunidad” y que sea el propio sistema inmune el que controle las células tumorales. “Se hace solo en casos específicos de este cáncer, puede tener un efecto de mucha irritación en la vejiga y pasar rápidamente a la sangre. Se usa como alternativa, pero se debe evaluar muy bien cuando aplicar”, cuenta Acuña.
En general, la BCG es una vacuna segura para personas con sistema inmune sano, se ha usado por más de un siglo en la mayoría de los países del mundo. Sin embargo, para personas con su sistema inmune deficiente esta vacuna no está indicada. De hecho, está contraindicada para personas con inmunodeficiencias, enfermedades crónicas y mujeres embarazadas, enfatiza Kalergis.
Estudios clínicos
En Holanda, mil trabajadores de la salud de ocho hospitales serán parte de un estudio clínico en el que probarán esta vacuna. Un grupo de ellos será vacunado con la BCG y el otro con un placebo.
Otro grupo de investigación de la Universidad de Melbourne, en Australia también iniciará un estudio, también con trabajadores de la salud.
El Instituto Max Planck también anunció que iniciarán un estudio en adultos mayores y persona de salud, pero no utilizarán la BCG sino, una vacuna similar.
Eleanor Fish, inmunóloga de la Universidad de Toronto, dijo a la revista Science que la vacuna probablemente no eliminará por completo las infecciones con el nuevo coronavirus, pero es probable que disminuya su impacto en las personas.
¿Está probado que esta vacuna protege o entrena al sistema inmune contra otros patógenos o enfermedades o hay dudas aún?
“Siempre es necesario hacer estudios para tener mayor certeza sobre este tipo de preguntas. En otros países se ha decidido realizar estudios clínicos para probar si la vacunación con BCG puede fortalecer la respuesta inmune contra otras infecciones. Por ejemplo, recientemente en Holanda, Australia y Alemania se está planificando realizar estudios a fin de evaluar si la vacunación contra la tuberculosis, que en varios países del mundo se realiza al momento del nacimiento, podría tener un efecto positivo en la respuesta contra el coronovirus. Por lo tanto, para poder sacar conclusiones es necesario realizar los estudios correspondientes”, responde el director del IMII.
¿Sin vacuna, más casos?
El sábado recién pasado, un estudio realizado por investigadores del Instituto de Tecnología de Nueva York, relacionó el uso de esta vacuna con la cantidad de contagiados que tienen países como Estados Unidos en los que la vacuna contra la tuberculosis no está incluida dentro de los planes nacionales.
Gonzalo Otazu, profesor asistente de Ciencias Biomédicas de esta institución y líder de la investigación, dijo a través de un comunicado que “descubrimos que los países sin políticas universales de vacunación con BCG, como Italia, los Países Bajos y Estados Unidos, se han visto más afectados en comparación con los países con políticas universales y de larga data de BCG".
Irán es uno de los países que tiene una política actual de vacunación universal y posee una tasa de mortalidad elevada con 19,7 muertes por millón de habitantes; mientras que Japón que vacuna a sus habitantes desde 1947, posee casi 100 veces menos muertes por millón de personas (0,28). Brasil comenzó la vacunación universal en 1920 y tiene una tasa de mortalidad aún menor de 0.0573 muertes por millón de habitantes.
España, Francia, Italia y Estados Unidos son parte de la veintena de países que hoy no vacuna a su población contra la tuberculosis.
¿Podría esta relación explicar la gran cantidad de casos que tienen estos países? “Es una información interesante. Se podría pensar que porque no la usan, tienen más casos y más mortalidad, pero faltan más estudios que demuestren eso”, dice el infectólogo de Clínica Las Condes.
¿Cómo funciona la vacuna?
Cuando una persona es vacunada con BCG, se produce una activación inicial de la respuesta inmune innata, en la que células del sistema inmune (macrófagos, linfocitos B, otros tipos de células fagocíticas y células dendríticas) reconocen a los componentes de la vacuna e inician una respuesta inflamatoria. “Además, los macrófagos y células dendríticas capturan los componentes de la vacuna, los procesan y presentan a los linfocitos T, quienes van a orquestar la generación de una respuesta inmune adquirida específica y de larga duración contra los componentes de la vacuna”, señala Kalergis.
Lo interesante, dice el director del IMII, es que las vacunas contienen algunos componentes del microorganismo patógeno o bien versiones atenuada del patógeno que sin causar la enfermedad ayudan a que la personas al enfrentarse de verdad al patógeno infecciosos, pueden prevenir la infección.
“Algunas tienen la capacidad de producir cambios por un tiempo limitado a las células del sistema inmune innato, las que “aprenden” a responder adecuadamente a un microorganismo patógeno no relacionado con la vacuna. Esto se explica porque al parecer algunas vacunas producen cambios “epigenéticos” en estas células y que favorecen respuestas inmunes que pueden ser beneficiosas frente a otros agentes infecciosos”, detalla.
Mientras no exista una vacuna o tratamiento específico para el Covid-19, es necesario el evitar el contagio por medio del distanciamiento social y las medidas de cuidado personal que han sido indicadas por la autoridad sanitaria, insiste el director del IMII.