¿Por qué algunas personas sienten picazón después de una picadura de mosquito o de la exposición a un alérgeno como el polvo o el polen, mientras que otras no?
Un nuevo estudio ha identificado la razón de estas diferencias, encontrando la vía por la que las células inmunes y nerviosas interactúan y provocan picazón.
¿Por qué algunas personas son alérgicas y otras no? Científicos descubren la razón
Los investigadores, dirigidos por especialistas en alergia e inmunología del Hospital General de Massachusetts, bloquearon esta vía en estudios preclínicos, lo que sugiere un nuevo enfoque de tratamiento para las alergias. Los hallazgos fueron publicados en la revista Nature.
“Nuestra investigación proporciona una explicación de por qué, en un mundo lleno de alérgenos, una persona puede tener más probabilidades de desarrollar una respuesta alérgica que otra”, dijo en un comunicado la autora principal y correspondiente Caroline Sokol, médica asistente en la Unidad de Alergia e Inmunología Clínica en MGH, y profesora adjunta de medicina en la Facultad de Medicina de Harvard.
“Al establecer una vía que controla la respuesta a los alérgenos, hemos identificado un nuevo circuito celular y molecular que puede utilizarse para tratar y prevenir las respuestas alérgicas, incluida la picazón. Nuestros datos preclínicos sugieren que este puede ser un enfoque trasladable a los humanos”, agregó.
En lo que respecta a la detección de bacterias y virus, el sistema inmunológico es el principal responsable de detectar patógenos e iniciar respuestas inmunitarias duraderas contra ellos.
Sin embargo, en el caso de los alérgenos, el sistema inmunológico pasa a un segundo plano frente al sistema nervioso sensorial. En las personas que no han estado expuestas a alérgenos antes, sus nervios sensoriales reaccionan directamente a estos alérgenos, lo que provoca picazón y hace que las células inmunitarias locales inicien una reacción alérgica. En las personas con alergias crónicas, el sistema inmunológico puede afectar a estos nervios sensoriales, lo que provoca picazón persistente.
Investigaciones anteriores de Sokol y sus colegas demostraron que el sistema nervioso sensorial de la piel (en concreto, las neuronas que provocan el picor) detecta directamente los alérgenos mediante la actividad de la proteasa, un proceso impulsado por enzimas que comparten muchos alérgenos.
Al pensar en por qué algunas personas tienen más probabilidades de desarrollar alergias y síntomas de picor crónico que otras, los investigadores plantearon la hipótesis de que las células inmunitarias innatas podrían ser capaces de establecer un “umbral” en las neuronas sensoriales para la reactividad de los alérgenos, y que la actividad de estas células podría definir qué personas tienen más probabilidades de desarrollar alergias.
Los investigadores realizaron diferentes análisis celulares y secuenciación genética para tratar de identificar los mecanismos involucrados. Descubrieron que un tipo específico de célula inmunitaria poco comprendido en la piel, al que llamaron células GD3, produce una molécula llamada IL-3 en respuesta a desencadenantes ambientales que incluyen los microbios que normalmente viven en la piel.
La IL-3 actúa directamente sobre un subconjunto de neuronas sensoriales que inducen picor para preparar su capacidad de respuesta incluso a niveles bajos de alérgenos de proteasa de fuentes comunes como ácaros del polvo doméstico, moho ambiental y mosquitos.
La IL-3 hace que los nervios sensoriales sean más reactivos a los alérgenos al prepararlos sin causar picor directamente. Los investigadores descubrieron que este proceso implica una vía de señalización que estimula la producción de ciertas moléculas, lo que lleva al inicio de una reacción alérgica.
Luego, realizaron experimentos adicionales en modelos de ratones y descubrieron que la eliminación de células IL-3 o GD3, así como el bloqueo de sus vías de señalización descendentes, hacía que los ratones fueran resistentes a la picazón y a la capacidad de activación inmunitaria de los alérgenos.
Dado que el tipo de células inmunes en el modelo de ratón es similar al de los humanos, los autores concluyen que estos hallazgos pueden explicar el papel de la vía en las alergias humanas.
“Nuestros datos sugieren que esta vía también está presente en los seres humanos, lo que plantea la posibilidad de que al actuar sobre la vía de señalización mediada por IL-3, podamos generar nuevos tratamientos para prevenir una alergia”, afirmó Sokol.
“Aún más importante, si podemos determinar los factores específicos que activan las células GD3 y crean este circuito mediado por IL-3, podríamos ser capaces de intervenir en esos factores y no solo comprender la sensibilización alérgica, sino también prevenirla”.