"Siempre quise ser un científico. Recuerdo que cuando era niño veía dibujos animados y me encantaban los personajes de matemáticos. Siempre quise crear una fórmula secreta para hacer algo", dice John Quackenbush, académico del Departamento de Bioestadísticas en la Escuela de Salud pública de Harvard y del Instituto del Cáncer Dana-Farber. Actualmente está en Chile como expositor en Congreso Futuro.

Si bien partió su carrera como físico, en donde consiguió un doctorado, pronto se dio cuenta que lo suyo era el mundo de la biología y los datos. "Mi novia de ese momento era bióloga, y yo la ayudaba a analizar datos. Me di cuenta que si entendías la biología y tenías una buena habilidad para manejar datos, podría tener un gran significado en el campo.  Pronto me enteré que el Proyecto del Genoma Humano necesitaba científicos, así que postulé por una beca para trabajar en ahí. Aprendí a trabajar en laboratorios, a hacer experimentos, y entendí que como científico, cualquier experimento que haga produce algo. Mientras más producía, más forma tomaban mis conclusiones", dice.

Uno de los últimos estudios que publicó fue catalogado como el estudio del "ADN basura". En este se comprueba por qué hay personas que desarrollan cáncer y otras no. La respuesta tiene que ver con la variación en el ADN, el cual controla la existencia de células cancerígenas.

"Tu ADN y el mío tienen cerca de 6 millones de diferencias individuales. Esas diferencias en el ADN dicen cosas como tu estatura, tu color de ojos, o cabello, pero también indica el riesgo que tienes de tener cáncer u otras enfermedades. Lo que estudiamos fue que hay miles de variantes genéticas que controlan la altura, y si busco cada pieza de variación de forma única, no nos dirá por qué soy más alto que tú o por qué tengo mas riesgos de cáncer de colon, por ejemplo", explica el científico.

Las variantes individuales no trabajan por sí solas, sino que juntas, y estas influyen en que los genes cancerígenos se enciendan o se apaguen.

Quackenbush lo ejemplifica de esta forma: "Con mis colegas no imaginamos una red compleja. Si tienes un teléfono móvil y tienes un marido o hijos; tú llamas a tu marido, él llama a tu hijo, él a tu hija, ella a su abuela y la abuela -tu madre- te llama a ti. En principio puedes llamar a cualquier persona en el mundo, pero en la práctica, tú tienes un grupo familiar al que es más probable que llames".

A partir de esto, y entendiendo que las variantes genéticas trabajan en grupos funcionales, pudieron analizar, estudiar y diagnosticar de mejor forma el riesgo estimado que tiene una persona de desarrollar cáncer, lo que podría conducir a tratamientos preventivos.

Miles de variantes

Pero que existan variantes genéticas no significa que sea hereditario. Quackenbush explica que cuando el genoma humano fue secuenciado en 2001, las personas empezaron a hacerse perfiles para conocer la raíz de sus genes. Lo que se encontró fue que no había una sola variante o diez, sino que habían miles, y todas tenían un pequeño efecto en los rasgos de la persona. Algunos genes van a trabajar juntos, pero otras veces pueden conspirar entre ellos. Lo mismo ocurre con el riesgo a contraer cáncer, las variaciones pueden hacer que esta probabilidad aumente, o no.

¿Puede un trasplante de médula cambiar el ADN?

De la misma forma, existe diferencia en la prevalencia del cáncer dependiendo del género. Por ejemplo, el Alzheimer ataca más a las mujeres que a los hombres. Y eso a pesar de que la probabilidad de que las mujeres vivan es mayor. Esto tiene que ver con los procesos de regulación celular, las hormonas o incluso el metabolismo de la persona.

"Hace un tiempo publiqué un estudio sobre el cáncer de colon, en el cual explicaba que hombres y mujeres responden de diferente forma a la quimioterapia. Lo que descubrimos fue que esto ocurría en la comunidad de genes que se encarga de metabolizar las drogas del tratamiento. Pero tampoco todas las mujeres son iguales, de hecho, algunas tenían mejor respuesta a la quimioterapia que otras".

Ante la pregunta acerca de por qué aún no se ha encontrado la cura para el cáncer, mientras que su investigación se centra en la predicción, Quackenbush afirma que hay muchas razones a esta inquietud: "Primero, el cáncer no corresponde a una sola enfermedad, sino a varias. Segundo, decimos que no hay una cura, pero el hecho es que la gente está viviendo más y tienen una mejor calidad de vida. Por otro lado, el cáncer no es una enfermedad estática y no se busca que el paciente se sane, sino que el cáncer se elimine. Pero si yo trato de matarte, tú tratarás de defenderte, vas a pelear. Eso hará el cáncer".

Actualmente, Quackenbush y sus colegas están construyendo modelos que capturen las complejidades de los sistemas biológicos. "Lo que estamos tratando de hacer ahora con estos modelos es hacerlos más descriptivos y predictivos. Podemos describir cómo estos elementos trabajan juntos influenciando el riesgo, y el próximo paso es mirar estos elementos y hacer predicciones. Eso requiere de más datos, pero también una forma más inteligente de aproximarse a esos datos".

"Pienso que no hay soluciones generales, la mejor manera de resolver problemas es tener conocimiento absoluto de este.  No predecir quién va a sobrevivir a un cáncer, si no que podemos predecir quién va a responder mejor a cuál terapia".