El 10 de junio una noticia extrañó a muchos: la Nasa anunció la realización de un estudio científico independiente para estudiar los avistamientos de ovnis.

La investigación va tan en serio, que el organismo incluso está formando un equipo especializado para llevar a cabo el estudio. Aunque en la agencia espacial (así como en círculos militares), prefieren hablar de la existencia de Fenómenos Aéreos no Identificados (UAP, sus siglas en inglés), más que de ovnis.

Un tema tabú en los círculos científicos, ahora se está tomando cada vez más en serio en Estados Unidos.

Si bien los ovnis son un tema que ha estado en boca de distintas comunidades, desde teorías conspirativas hasta éxitos del cine, es primera vez que un organismo tan importante como la Nasa se aventura a estudiarlos.

El estudio comenzará a principios de la primavera y tardará unos nueve meses en completarse, con un costo de no más de US$100.000, dijo Daniel Evans, administrador adjunto de investigación de la Dirección de Misiones Científicas de la Nasa.

Antenas de radiotelescopio Alma, en el norte de Chile.

Se centrará en la identificación de los datos disponibles, en la mejor manera de recoger los datos futuros y cómo la Nasa puede utilizar esos datos para avanzar en la comprensión científica de los UAP.

Si bien este estudio no forma parte del grupo de trabajo del Departamento de Defensa establecido en 2021 y encargado de identificar y abordar los UAP, Thomas Zurbuchen, administrador asociado de ciencia de la Nasa, señaló que el interés científico y asuntos de seguridad nacional como la aviación, han impulsado al grupo a lanzar la investigación ahora.

¿Por qué la Nasa se interesa en los UAP?

Poco antes del anuncio, Avi Loeb, exdirector del Departamento de Astronomía de la Universidad de Harvard, ya defendía estas investigaciones. En un artículo de opinión publicado en el sitio El Confidencial, dijo que era una práctica común entre los científicos ridiculizar el estudio de los UAP. “La ridiculización fue sorprendentemente intensa y pública dentro de la comunidad SETI [el instituto dedicado a la búsqueda de inteligencia extraterrestre] tradicional”.

Loeb es un astrónomo que ha investigado ampliamente la posibilidad de vida extraterrestre a lo largo de su carrera. Es el autor del exitoso libro Extraterrestre: El primer signo de vida inteligente más allá de la Tierra, que concluyó la posibilidad de que el objeto interestelar llamado Oumuamua, en realidad es una sonda artificial.

Oumuamua es un extraño objeto estelar no identificado que cruzó el Sistema Solar en octubre de 2017 y fue bautizado por los astrónomos con ese nombre. Por su gran velocidad, unos 92.000 km/h, concluyeron que no se había originado en nuestro sistema y que provenía de otro sistema planetario diferente al nuestro.

Todas estas características hicieron que Avi Loeb lanzara una controvertida hipótesis: Oumuamua eran los restos de una nave espacial extraterrestre. En base a sus análisis, estableció una “posibilidad” de que Oumuamua sea algún tipo de vela de navegación espacial que viaja por el cosmos “como el desecho de algún avanzado equipo tecnológico”. Incluso, planteó que un “escenario más exótico es que Oumuamua quizás sea una sonda completamente operacional enviada intencionalmente a las cercanías de la Tierra por una civilización alienígena”.

Esta es la imagen que la Agencia Espacial Europea (ESA, en sus siglas en inglés) hizo de Oumuamua en 2018 y que llevó a Loeb a teorizar que era una nave espacial. Foto: AFP

Sus provocadoras teorías hicieron que el diario The Washington Post lo calificara como “el entusiasta de los extraterrestres más distinguido de esta era en términos académicos; el astrónomo top de Harvard que sospecha que tecnología de otro Sistema Solar acaba de aparecer en nuestra puerta”.

No es la primera vez que Loeb remece los cimientos de la ciencia con sus exóticas teorías. Como expresidente (2011-2020) del Departamento de Astronomía de la Universidad de Harvard, director fundador de la Iniciativa Agujero Negro de Harvard (BHI), director del Instituto de Teoría y Computación (ITC) del Centro Harvard-Smithsonian de Astrofísica ( CfA), y uno de los investigadores principales del Proyecto Galileo, las teorías de Loeb no pueden pasarse por alto.

Su respaldo a estas investigaciones podría ser uno de los motivos de por qué la Nasa se interesó en estudiar los UAP. Loeb comentó en su artículo de opinión en El Confidencial que le encantó ver que algunas de las declaraciones hechas en la conferencia de prensa y en las informaciones de prensa que recogían “se hicieron eco de mis escritos”.

“Este desenlace es gratificante y representa un avance del que todos salimos ganando. (...) Lo más importante es que la narrativa de la misión científica del proyecto tiene ahora eco en el gobierno”, dijo en El Confidencial, y agregó: “Debemos explorar lo desconocido buscando pruebas de forma agnóstica y no presuponiendo lo que podemos encontrar”.

A pesar de las críticas a quienes se interesan en teorías extraterrestres, hay influyentes que defienden la postura de investigar sin prejuicios. El doctor Thomas Zurbuchen, administrador asociado de Ciencia de la Nasa, justificó en la conferencia de prensa del 9 de junio la necesidad de desestigmatizar el tema: “Uno de los resultados de este estudio sería hacer entender a todos (…) que el proceso científico es válido para tratar todos los problemas, incluido este

El Dr. Thomas Zurbuchen, Administrador Asociado de Ciencia de la NASA. Foto: Reuters.

Zurbuchen señaló que el interés científico y asuntos de seguridad de aviación han impulsado al grupo a lanzar la investigación ahora. Confesó que él mismo decidió iniciar esta investigación, dirigida por científicos y expertos aeronáuticos, y sostuvo que el estudio no determinará si hay vida inteligente más allá de la Tierra, pero podría ayudar a que los investigadores se acerquen un poco más a poder responder la pregunta.

Avistamientos inexplicables

En mayo de este año, el Congreso de EE.UU. celebró la primera audiencia sobre objetos voladores no identificados desde la década de 1960. En ella se anunció el creciente aumento en el reporte de objetos no identificados en el cielo en los últimos 20 años, llegando a 400 casos.

El considerable aumento fue notificado por parte de militares y pilotos y se trata de un tema que continúa en revisión por parte del Pentágono y las agencias de inteligencia de EE.UU.

El subdirector de la Inteligencia Naval, Scott Bray., durante su presentación en el Congreso este martes. Foto: Reuters

Fue la primera vez en más de 50 años, que el Congreso realizó una audiencia sobre ovnis, en la que testificaron el subsecretario de Defensa para Inteligencia y Seguridad, Ronald Moultrie, y el subdirector de la Inteligencia Naval, Scott Bray.

Lo anterior causó gran curiosidad y funcionarios del Pentágono y de Inteligencia instaron al público a reportar avistamientos como una cuestión de seguridad nacional. Bray dijo en la audiencia que los analistas de defensa e inteligencia no habían descartado una explicación de origen extraterrestre para estos avistamientos inexplicables.

Uno de los avistamientos más famosos ocurrió en 2004, un video apodado el “Tic Tac”, por la semejanza entre el ovni captado y las mentas con forma cilíndrica. El video muestra al pequeño objeto volador no común, pareciendo desafiar “las leyes normales de la física”, como dijo el piloto que capturó las imágenes a la revista New York Magazine en 2019.

En 2015, otro video fue capturado por un avión de combate Super Hornet de la armada de EE.UU. y fue publicado por el New York Times en 2019. Este muestra un objeto redondo volando directamente contra un viento de 120 nudos (220 km/h aproximadamente).

Bray dijo que esos incidentes, incluyendo uno descrito por los pilotos de la Armada como parecidos a caramelos de menta Tic Tac voladores, se encuentran entre los casos aún categorizados como “no resueltos”.