La psoriasis es una enfermedad cutánea que está mediada por el sistema inmunológico y que tiene una prevalencia mundial del 2-3% de la población.
Conocida desde el antiguo Egipto, y durante siglos confundida con enfermedades infecciosas como lepra, es una condición que provoca una inflamación en la piel, con formación de escamas y enrojecimiento en distintos puntos del cuerpo.
Puede ser localizada o generalizada, y puede estar confinada solo a la piel o expresarse en las articulaciones como artritis psoriática. También durante muchos años se consideró solo una enfermedad "cosmética", para la cual no existía cura ni tratamientos aceptables para disminuir la intensidad de las lesiones. Sin embargo, en los últimos años ha existido una explosión de nuevas terapias que han ayudado a entender mejor las causas de esta condición, su evolución y han devuelto la calidad de vida de estos pacientes.
Las lesiones que pueden ser múltiples y cambiar a lo largo de la vida provocan la mayoría de las veces picazón y, con esto, se generan lesiones de rascado y más psoriasis.
La picazón también puede provocar alteraciones del sueño, irritabilidad y baja productividad. Por ende, el tratamiento de esta condición puede generar una mejoría global no solo en las lesiones, sino incluso en la empleabilidad.
La inflamación que se genera en la piel es transportada a través de la sangre a múltiples órganos, lo que ocasiona que esta enfermedad tenga muchas condiciones asociadas e, incluso, puede disminuir la esperanza de vida de las personas que lo padecen.
Está demostrado cómo estas moléculas inflamatorias provocan otras condiciones como hipertensión arterial, diabetes, alteraciones del colesterol, entre otras. Incluso, algunos pacientes también experimentan alteraciones intestinales, oculares y renales. Esto es muy relevante, toda vez que las etapas iniciales de estas patologías son asintomáticas, por lo que solo la búsqueda activa a través de la entrevista médica y posibles exámenes, según el caso, pueden detectar anormalidades iniciales y, muchas de ellas, se pueden revertir.
Las alteraciones articulares son muy frecuentes (1 de cada 3 personas con psoriasis las pueden tener) y provocan dolor, aumento de volumen y deformación articular en los pacientes. Puede ser una enfermedad muy invalidante y se requiere un manejo precoz para evitar deformidades e invalidez permanente.
Asimismo, la alteración emocional es muy relevante en todos los pacientes. El tener una patología con lesiones visibles provoca síntomas de depresión y ansiedad. Muchos pacientes tienen lesiones en sitios visibles como cara y manos, lo que además puede provocar discriminación de sus pares o de la población general, lo que aumenta aún más los síntomas depresivos.
Lamentablemente, algunos pacientes han tenido alteraciones tan importantes que los han llevado a pensamientos suicidas, especialmente en la adolescencia. Por ello, la comunidad debe conocer esta enfermedad, comprender que no es contagiosa y que, por ende, no hay riesgo de vivir o estar cerca de estos pacientes y, sobre todo, ofrecer comprensión y acompañamiento en vez de aversión. También para los pacientes, ofrecer educación en qué síntomas pueden implicar enfermedad y riesgo.
Los tratamientos para la psoriasis son múltiples, los cuales deben ser indicados y seguidos por su médico tratante. Muchos pacientes requieren solo medidas generales y terapia en cremas; otros requieren terapias orales o fototerapia, y algunos requieren terapias biológicas.
Se pueden combinar terapias para lograr el mayor beneficio terapéutico. A pesar de que no podemos curar la enfermedad, estos tratamientos minimizan los síntomas, las lesiones de piel y algunos, además, ayudan con las enfermedades asociadas.
Por último, esta patología heredable y crónica puede ser manejada, por lo que los pacientes deben solicitar control y seguimiento médico. Pero es tarea de la comunidad también, el acogerlos e integrarlos durante su vida con el fin de maximizar su calidad de vida.
*Dermatólogo de la Clínica Las Condes