Luego de que el Instituto de Salud Pública de Chile aprobara junto a un Comité de Expertos la autorización del uso de la vacuna Pfizer-BioNTech, surgieron dudas sobre cómo será el proceso de inmunización.

Se indicó que será administrada en dos dosis, separadas por 21 días y que solo será para mayores de 16 años. ¿Por qué los niños y niñas no están considerados? ¿Podrían exigirlas los colegios? Son algunas de las interrogantes.

El Ministerio de Educación señaló que le solicitarón al Ministerio de Salud (Minsal) “que los profesores y asistentes de la educación sean prioritarios en la vacuna Covid”, pero que todo el proceso de vacunación “depende estrictamente del Ministerio de Salud”.

Consultados sobre qué política impulsarán, en el Minsal, solo explicaron que no están hablando sobre vacunas “porque aún hay muchos temas que zanjar”.

Ya en noviembre el ministro de Salud Enrique Paris indicó que la vacuna contra el coronavirus será gratuita, tanto en el sistema público como en el sistema privado donde se tiene convenio. También resaltó que “debe ser voluntaria, no obligatoria”. En ese sentido, exigirla en colegios no sería pertinente.

Alfredo Sagredo, investigador del Instituto Milenio de Neurociencia Biomédica (BNI) de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, explica que dentro de las vacunas obligatorias están las que se les pone al recién nacido. Gracias a eso es que se puede proteger a gran parte de la población contra enfermedades como por ejemplo la viruela o sarampión.

Desde 1978 Chile cuenta con un Programa Nacional de Inmunizaciones (PNI). Gracias a él ha disminuido la morbilidad y mortalidad de las enfermedades inmunoprevenibles, es decir, aquellas que pueden prevenirse mediante el uso de vacunas. El programa cuenta entre sus logros la erradicación de la viruela (1950), de la poliomielitis (1975) y sarampión (1992).

Lorena Tapia, investigadora del Instituto de Ciencias Biomédicas ICBM de la Facultad de Medicina Universidad de Chile e integrante del Comité Asesor de Vacunas, añade que exigir por parte de colegios que sus alumnos estén vacunados contra Covid-19, es poco probable. “En este minuto nadie puede exigir o pedir eso, porque probablemete las vacunaciones vayan a estar centralizadas en los centros de vacunación, no será una vacunación abierta”, explica.

Pero además, dice, no todas las dosis estarán disponibles de inmediato, “por lo que no se podrá exigir vacunación obligatoria, menos para marzo”. Desde Minsal se ha hablado de que la vacunación será voluntaria y no puede exigir obligatariedad. “Hoy hay mucha ansiedad con el tema, pero esto va a tomar un tiempo”, dice Tapia.

Mayores de 16 años

Mario Rosemblatt, director ejecutivo Fundación Ciencia y Vida, agrega un antecedente importante para comprender por qué la edad de corte para la vacuna sean mayores de 16 años: “La vacuna fue probada y ensayada en personas sobre 16 años hacia arriba, por lo tanto sería un riesgo e irresponsable utilizarla en niños”.

A nivel global no se ha estudiado de forma rigurosa ni extensiva en ese grupo. Rosemblatt añade que se desconocen sus efectos en niños y niñas, y que en Chile también se ha probado solo en adultos. Sin embargo, dice, “la población de riesgo está en otras edades, si se logra vacunar a parte importante de población adulta, profesores, personal de aseo y administrativos de colegios y los adultos con quienes viven, están protegidos”.

Que los niños y niñas sean incorporados en los ensayos de vacunas Covid-19, ha sido una demanda de muchos organismos. En EE.UU. la Academia Americana de Pediatría (AAP) ha solicitado a los fabricantes que los incluyan para contar con un proceso científico riguroso para revisar las vacunas en toda la población.

En EE.UU. el 11 de diciembre la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA) emitió una autorización de uso de emergencia para la vacuna de Pfizer para personas de 16 años o más. Se espera que una segunda vacuna, de Moderna, se apruebe pronto también para adultos. Y las vacunas ya están en curso en el Reino Unido y Canadá también han sido autorizadas para el mismo rango de edad.

“Si no agregamos niños a estos ensayos de investigación muy pronto, habrá un retraso significativo en el momento en que los niños puedan acceder a vacunas que potencialmente pueden salvar vidas. Esto es inconcebible“, señaló en noviembre la presidenta de la AAP, Sara Goza en un comunicado de prensa firmado junto con la Academia Estadounidense de Médicos de Familia, el Colegio Estadounidense de Obstetras y Ginecólogos, el Colegio Estadounidense de Médicos, la Asociación Médica Estadounidense, la Sociedad Estadounidense de Enfermedades Infecciosas y la Sociedad de Enfermedades Infecciosas Pediátricas.

Más de 1 millón de niños han sido infectados con el coronavirus desde el comienzo de la pandemia. Y se trata además de un grupo que han sufrido de muchas otras formas, agrega Goza. “Esto incluye interrupciones en su educación, daños a su salud mental y emocional y un acceso muy reducido a servicios médicos críticos. Es injusto permitirles que asuman estas cargas, pero no darles la oportunidad de beneficiarse de una vacuna“, sostuvo.

No se requiere solo que las vacunas demuestren ser seguras y efectivas en adultos, añade Yvonne Maldonado presidenta del Comité de Enfermedades Infecciosas de la AAP, también para que los padres y madres se sientan cómodos al administrar estas vacunas a sus hijos, “debemos tener estudios que demuestren que también son seguras y efectivas en los niños”.

Los ensayos clínicos con niños recién están comenzando. Pfizer, en colaboración con BioNTech de Alemania, amplió sus pruebas de la vacuna Covid-19 a niños de 12 años o más solo en octubre. Moderna anunció el 2 de diciembre que planeaba comenzar pronto los ensayos de la vacuna Covid-19 en niños de 12 a 17 años.

Estudios muestran que los niños pueden infectarse con Covid-19 y transmitirlo a otras personas. Por eso, “para reducir la propagación de este virus y controlar la pandemia, así como por su propia seguridad, es fundamental que se incluya a los niños en el programa nacional de vacunación”, resaltan desde la APP.

Sagredo indica que no hay una vacuna disponible para niños y niñas, es probable que sirvan como reservorios del virus, lo que hará más difícil poner fin a la pandemia. Si bien los estudios a la fecha indican que a ese grupo no les da tan grave el Covid-19, aclara “los niños no viven solos, viven con sus padres, con abuelos, con otras personas”. Una que vacuna también implica otros beneficios como el regreso más seguro a las clases presenciales y otras actividades.

Seguridad

Los niños tienden a tener un sistema inmunológico más fuerte que los adultos y pueden tener reacciones temporales más fuertes a las vacuna. Por eso suelen tener más dolor e hinchazón en el lugar de la inyección durante unos días y posiblemente fiebre.

Estos efectos secundarios son evidencia de que el sistema inmunológico está haciendo lo que debería hacer. Sin embargo, pueden generar temores en adultos.

En el caso de una vacuna contra Covid-19, indica Sagredo, existe resquemor en algunas personas, principalmente por tratarse de una terapia nueva. Lo bueno, admite, es que “por primera vez se está conversando sobre vacunas en Chile, que han estado con nosotros décadas y son seguras y estamos inoculando con distintas”.

Ante temores con respecto a casos de contraindicaciones que se han reportado en algunos países, como en personas que tenían cuadros graves de alergias, se trata de situaciones esperables, dice Sagredo, porque cuando se realiza la vacunación general es cuando se prueban en distintos individuos, no solo en personas sanas como en los ensayos clínicos. “Saltar del ensayo clínico y al mundo real puede generar algún tipo de molestias, como esas alergias que se presentaron en quienes sufren alergias graves”.

Hay riesgos, admite Sagredo, “pero también hay riesgos de tomar un analgésico, todos los remedios tienen contraindicaciones, y por eso con las vacunas los ensayos tan grandes, es un procedimiento que se le da a las personas sanas, porque son preventivas”.

Del mismo modo que con la vacuna contra el virus del papiloma humano hay padres y madres que sienten temor, el investigador dice que la vacuna contra covid-19 es una vacuna probada. “En el caso de la vacuna contra el virus del papiloma humano los efectos secundarios nunca van a ser tan terribles como el evitar un cáncer uterino o de pene, hay que pensar en el bien mayor. Es así de importante, se evita un cáncer y el beneficio se tiene que pensar que va más allá de los prejuicios. Algo similar debería existir con el covid-19”.

Es un tema que requiere paciencia, calma y confianza, añade Tapia, “de a poco nos vamos a dar cuenta de lo positivo que será, están todas las esperanzas en las vacunas y siempre nos han salvado de muchas enfermedades”.