¿Por qué nos cuesta tanto acercarnos a viejos amigos?

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En una serie de siete estudios, descubrimos que la mayoría de las personas afirmaban tener un viejo amigo, pero la mayoría no estaba muy dispuesto a reencontrarse con él.


Millones de personas se sienten solos. Esto es preocupante porque la soledad, definida por la Organización Mundial de la Salud como " el dolor social de no sentirse conectado“, predice una peor salud física y mental.

Las investigaciones muestran que la falta de un sentido de conexión social puede suponer un riesgo para la salud equivalente a fumar 15 cigarrillos al día.

Para combatir la soledad, se suele aconsejar a las personas que busquen la conexión social. Para muchas personas, este consejo les hace pensar en pasar tiempo con sus seres queridos, como amigos cercanos, familiares y parejas románticas. Pero ¿existen otras personas a las que podamos recurrir?

¿Por qué nos cuesta tanto acercarnos a viejos amigos?

En nuestra investigación, publicada recientemente en Communications Psychology, examinamos si las personas tienen “viejos amigos” (individuos que les importan pero con quienes han perdido el contacto) y con qué facilidad se pueden reavivar estas relaciones.

Descubrimos que ciertas estrategias pueden ayudar a las personas a reconectarse y, en una nueva investigación, estamos obteniendo la sensación de que ciertos valores y rasgos de personalidad pueden hacer que sea más fácil para las personas mantenerse en contacto en el futuro.

Reencontrarse con viejos amigos

En una serie de siete estudios, descubrimos que la mayoría de las personas afirmaban tener un viejo amigo. Sin embargo, cuando preguntamos a más de 400 participantes qué tan dispuestos estarían a acercarse a un viejo amigo en este momento, la mayoría dijo que se mostraban neutrales o poco dispuestos. De hecho, en un estudio, las personas afirmaron que no estaban más dispuestas a acercarse a un viejo amigo que a hablar con un extraño o a recoger la basura.

Esta reticencia también se observó en el comportamiento. Realizamos dos experimentos en los que más de 1.000 personas tuvieron varios minutos para redactar y enviar un mensaje a un viejo amigo. Solo el 30 por ciento envió el mensaje a su viejo amigo.

Amistad
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Dado que acercarse a un viejo amigo podría aumentar los sentimientos de conexión social y felicidad, intentamos diseñar intervenciones para alentar el acercamiento. Por ejemplo, les recordamos a los participantes que acercarse a un viejo amigo era un acto de bondad y que el destinatario lo apreciaría más de lo que cree. También intentamos decirles a los participantes que no lo pensaran demasiado, que simplemente enviaran su mensaje. Lamentablemente, ninguna de las indicaciones fue eficaz para alentar a más personas a acercarse.

Renuencia a reconectarse

¿Por qué la gente se muestra reticente a acercarse a viejos amigos? Puede haber varias razones, incluida la posibilidad de que los viejos amigos se sientan como extraños después de que haya pasado el tiempo. En un estudio con más de 500 participantes, les pedimos a las personas que enumeraran entre tres y cinco viejos amigos y que nos dijeran qué tan cerca se sentían de cada uno de ellos en ese momento. Cuanto más desconocido les parecía un viejo amigo, menos dispuestas estaban las personas a acercarse a él.

Las investigaciones han demostrado que cuando las personas practican hablar con desconocidos durante una semana, se vuelven menos ansiosas al respecto. Si los viejos amigos pueden sentirse como desconocidos, ¿podría una estrategia similar alentar a las personas a acercarse a viejos amigos?

Para averiguarlo, realizamos un experimento en el que asignamos aleatoriamente a algunas personas a realizar una actividad de calentamiento de tres minutos en la que enviaban mensajes a familiares o amigos actuales. A otros participantes se les asignó aleatoriamente una condición de control en la que simplemente navegaron por las redes sociales durante tres minutos.

Después, todos los participantes tuvieron la oportunidad de escribir y enviar un mensaje a un viejo amigo. Mientras que solo el 30 por ciento de los participantes envió su mensaje en la condición de control, más del 50 por ciento lo hizo después del calentamiento, lo que sugiere que practicar la conducta que subyace al acercamiento puede facilitar este acto.

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Rasgos de personalidad

Estamos ampliando esta investigación en una serie de nuevas direcciones. Por ejemplo, en una investigación reciente y aún no publicada, estamos examinando si las personas con ciertos rasgos de personalidad o creencias tienen más probabilidades de enviar un mensaje a un viejo amigo.

Las respuestas de más de 300 personas sugieren que las personas abiertas a nuevas experiencias (uno de los cinco rasgos clave de la personalidad estudiados por los psicólogos) dicen que están dispuestas a comunicarse con un viejo amigo. A pesar de esta inclinación, nuestra investigación descubrió que las personas muy abiertas no necesariamente se comunican con viejos amigos cuando se les da la oportunidad.

Por otra parte, los valores y creencias de las personas pueden ser determinantes importantes para que se mantengan en contacto. Nuestro trabajo preliminar muestra que las personas que ven la amistad como un vínculo que no se rompe fácilmente pueden ser más propensas a establecer contacto que otras.

Esperamos que este trabajo ayude a normalizar el hecho de que las amistades pueden desvanecerse y ser difíciles de reavivar. Dicho esto, con un poco de práctica, las personas pueden superar esta reticencia y presionar “enviar” para abrir potencialmente un camino hacia la conexión y menos soledad.

*Lara B Aknin, profesora emérita de Psicología Social, Universidad Simon Fraser

**Gillian Sandstrom, profesora titular, Facultad de Psicología, Universidad de Sussex

***Kristina Castaneto, estudiante de maestría en Psicología, Universidad Simon Fraser

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