La política es una de las áreas en las que la evidencia parece tener poco efecto en la opinión y las creencias de las personas. A pesar de la abundancia de información disponible sobre los problemas políticos y sociales, la mayoría de la gente tiende a aferrarse a sus puntos de vista preexistentes. Este fenómeno puede atribuirse a la teoría de la disonancia cognitiva, la cual sostiene que las personas tienen una tendencia natural a proteger sus creencias y valores, incluso cuando se enfrentan a información que las contradice incluyendo la evidencia.
La disonancia cognitiva es el sentimiento de incomodidad o malestar que se experimenta cuando se tiene una creencia o comportamiento que entra en conflicto con otro. Por ejemplo, si una persona cree firmemente en la necesidad de aumentar los impuestos para financiar programas sociales, pero descubre que la mayoría de los expertos en economía están en contra de esa medida, experimentará una sensación de incomodidad, de conflicto, esto la disonancia cognitiva.
La forma en que las personas manejan esta disonancia varía, pero generalmente buscan información que refuerza sus creencias preexistentes y minimizan la información que contradice sus puntos de vista, como también a unirse a grupos de personas que piensan de manera similar, robusteciendo y afirmando aún más sus creencias, radicalizando sus posturas, porque se tiene la “sensación” de ser cuestionados como persona y no sus ideas, provocando esta sensación de malestar.
Otros factores que hacen que pese la evidencia no cambiamos de posición política
Además de la disonancia cognitiva, hay otros factores que explican por qué la evidencia no cambia lo que pensamos en política. Uno de ellos es la polarización política, que ha alcanzado las últimas décadas en muchos países y no estamos exento a ello como país latinoamericano. La polarización política hace que las personas se adhieran más robustamente a sus posiciones y se identifiquen con su grupo político, lo que hace más difícil cambiar de opinión y aceptar información que contradice sus ideas.
Otro factor es la selección de información, que es la tendencia a buscar y aceptar información que confirma nuestras creencias preexistentes y rechazar información que las contradice. Esto puede ser especialmente problemático en la era de las redes sociales, donde las personas pueden personalizar sus fuentes de noticias y consumir información que está en línea acorde a su posición política. Cabe destacar que varias redes sociales presentan algoritmos para presentarnos información similar a la que hemos dedicado más tiempo, esta repetición continua y espaciada robustece en nuestra memoria las ideas a fines, radicalizando más las posturas.
La evidencia puede tener poco efecto en lo que pensamos en política debido a la disonancia cognitiva, la polarización y la selección de información.
Aunque es importante buscar información objetiva y tener un enfoque basado en la evidencia al abordar los problemas políticos y sociales, también es importante reconocer que nuestras creencias y puntos de vista pueden ser resistentes al cambio. Es necesario abrir nuestra mente y encontrar las mejores soluciones basadas en las evidencias y no en nuestras creencias.
Sin embargo, en la propaganda política hay equipos completos que buscan hacer dudar o cambiar la preferencia del padrón electoral por medio de estrategias de persuasión. Esta propaganda política nos puede resultar familiar, robustecer nuestras creencias o si van en sentido contrario de lo que creemos, minimizarlas.
Algunas de las estrategias de persuasión más utilizadas son:
Mensajes con alta carga emocional: La propaganda política a menudo utiliza mensajes emocionales para evocar respuestas emocionales de empatía de los electores. Estos mensajes pueden estimular el sistema límbico del cerebro, que está involucrado en la emoción y la motivación.
El uso de imágenes y videos: Las imágenes y los videos pueden ser una herramienta poderosa en la propaganda política. Estos medios pueden estimular áreas visuales y emocionales del cerebro, lo que puede ayudar a persuadir a los electores y a mantener imágenes en la memoria.
Mensajes apelando al temor: La propaganda política a menudo utiliza mensajes de miedo para persuadir a los electores. Estos mensajes pueden activar el sistema límbico y a la amígdala cerebral y provocar respuestas emocionales negativas.
La repetición de mensajes: La propaganda a menudo utiliza la repetición de mensajes políticos para persuadir a los electores. Esto puede estimular la memoria a largo plazo y ayudar a consolidar los mensajes en la mente del elector.
Mensajes que apelan a la identidad del elector: La propaganda política a menudo utiliza mensajes que apelan a la identidad del elector, como su género, raza, religión o clase social. Estos mensajes pueden activar el sistema de recompensa del cerebro y ayudar a persuadir a los electores por medio de la empatía y sensación de pertenencia con unas determinadas ideas.
La propaganda política utiliza una variedad de estrategias para persuadir a los electores y estas estrategias pueden involucrar áreas cerebrales como el sistema límbico, la amígdala cerebral, las áreas visuales y emocionales, la memoria a largo plazo y el sistema de recompensa, para capturar el voto de los electores.
*Kinesiólogo. Master en Educación Superior y Neurocientífico.