¿Por qué somos tan impacientes?
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¿Por qué muchas personas optan por no esperar, cuando parece obvio que les iría mejor si lo hicieran?
A nadie le gusta esperar, y estamos dispuestos a pagar para evitarlo. Los envíos urgentes, la comida rápida y la transmisión de video son rentables porque reducen o eliminan esa espera. Puede probar esto pidiendo a un grupo de personas que elijan entre recibir 100 dólares ahora o 110 dólares en un año. Las investigaciones muestran que una mayoría significativa elegirá 100.
Pero ¿por qué muchas personas optan por no esperar, cuando parece obvio que les iría mejor si lo hicieran? A veces se atribuye esta impaciencia a la irracionalidad, la impulsividad o la falta de visión, pero también hay una larga tradición en psicología y economía que considera la impaciencia, al menos en parte, como una respuesta racional al mundo.
Quizás el mundo de hoy, o quizás el mundo en el que evolucionamos.
¿Por qué somos tan impacientes?
Investigaciones recientes proponen que nuestra historia evolutiva dio forma a nuestra impaciencia y utilizan modelos matemáticos para mostrar cómo funciona.
La idea clave es la siguiente: imaginemos una gran población de personas idénticas que pueden elegir entre disfrutar de una recompensa temprana o de una recompensa mayor más adelante. Un ejemplo podría ser elegir entre dos cotos de caza, uno cercano y otro más lejano.
Cuanto más cerca se encuentre, más rápido se obtendrá un animal pequeño, mientras que cuanto más lejos se encuentre, más probable será que se obtenga un animal grande, pero solo después de una espera considerable o una cacería agotadora. Otro ejemplo podría ser comer la fruta joven y más pequeña de un árbol o esperar unos meses hasta que la fruta sea abundante y madure.
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Por supuesto, hay un problema. Si la gente espera demasiado para recibir la gran recompensa, existe la posibilidad de que no viva lo suficiente para ganarla. E incluso si lo hace, la fruta madura podría haber desaparecido antes de que la alcanzaran, tal vez robada por un rival.
Como muestran los autores del reciente estudio, los animales (incluidos los humanos) que modelan obtienen mejores resultados si toman el pájaro en la mano incluso con cantidades relativamente pequeñas de riesgo (podría no alcanzar a los pájaros) e incertidumbre (podría no haber dos pájaros cuando llegue).
Aunque modelos como éste son simplificaciones del mundo real, son valiosos para conceptualizar cómo la evolución podría haber producido tendencias particulares en los humanos y otros animales. Pero este modelo no ayuda mucho a explicar la impaciencia humana que vemos hoy.
En la mayoría de los estudios sobre elección a lo largo del tiempo, las personas muestran altos niveles de impaciencia incluso en entornos donde el riesgo está prácticamente eliminado y cuando es económicamente beneficioso ser paciente.
Una explicación es que la forma evolucionada de valorar el futuro sigue vigente incluso en los humanos modernos. Actuamos como si el mundo fuera incierto y riesgoso, como lo habría sido para los cazadores-recolectores, incluso cuando no lo es.
Las cosas buenas llegan a quienes saben esperar
Otra explicación podría ser que nos cuesta pensar en qué es mejor pagar 110 dólares que pagar 100. Hay muchas pruebas de ello.
Consideremos, por ejemplo, un experimento que realicé en 2012 con los psicólogos Marc Scholten y Shane Frederick. Los participantes eligieron entre 700 dólares ahora o 700 dólares más 42 en un año.
Cuando se les dio la opción de elegir entre distintas cantidades monetarias, la gente se mostró impaciente. Pero si las 42 dólares se describían como “más un 6%”, se mostraron mucho más pacientes.
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La gente sabe que ganar un 6 % anual es una tasa de interés excelente, pero mucha gente no hace los cálculos y los 42 dólares adicionales parecen insignificantes en comparación con los 700 dólares.
Otro resultado que no encaja con esta historia evolutiva se refiere a las reacciones de las personas ante las pérdidas. Tomemos la opción de pagar una factura de 100 dólares ahora o pagar 100 dólares más tarde. Muchas personas, a menudo la mayoría, preferirán pagar la factura ahora. De hecho, algunas preferirán pagar 110 dólares ahora en lugar de pagar 100 dólares más tarde.
Sin embargo, la posibilidad de que no tenga que pagar una factura futura, o de que la factura haya desaparecido cuando llegue el momento (el deudor se ha olvidado o ha muerto) debería hacer que usted desee retrasar el pago de las facturas lo más posible. La respuesta más común probablemente se deba en parte a una aversión fundamental a la deuda, que no tiene una base evolutiva obvia, pero está asociada con la religiosidad.
Queda por ver si estas preferencias complejas (como la paciencia ante resultados negativos) pueden explicarse mediante el proceso de selección natural o si es algo que llegó más tarde en el desarrollo humano.
La teoría de la evolución es una herramienta esencial para reflexionar sobre los fundamentos de la toma de decisiones humana. Sin embargo, el mundo moderno es muy diferente del entorno en el que evolucionamos.
*Daniel Read, profesor de Ciencias del Comportamiento, Warwick Business School, Universidad de Warwick
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