Por qué vivir a más altura sobre el nivel del mar podría protegernos de los síntomas del coronavirus

tibet

Un estudio señala que las personas que viven a más de 3 mil metros de altura estarían más preparadas ante la falta de oxígeno propia de la enfermedad, así como la posibilidad de contagios y dificultades respiratorias. Además, la radiación ultravioleta de estos sitios sería más efectiva al matar al virus.


Si bien hoy sabemos que factores como la edad, estado físico, ser fumador o tener condiciones preexistentes como diabetes e hipertesión son condicionantes para que los síntomas provocados por el coronavirus sean más graves en una persona, existen otras posibilidades que a medida que la pandemia avanza, van saliendo a la luz.

Uno de los problemas más conocidos experimentados por la mayoría de los pacientes de COVID-19 es la dificultad para respirar. De quienes han estado enfermos, un porcentaje requiere el uso suplementario de oxígeno, o bien ventiladores mecánicos. Pero de acuerdo a un nuevo estudio, es posible que personas que vivan en sitios de gran altitud sean más resistentes a los efectos del virus en el sistema respiratorio.

De acuerdo a la investigación, publicada en Respiratory Physiology & Neurobiology, las personas que viven en lugares de más 2.500 metros sobre el nivel del mar han desarrollado un rasgo biológico que les permite sobrevivir mejor en estos entornos, bajos en oxígeno, y que les permitiría resistir de mejor forma el embate de la enfermedad. En el estudio se señala que los habitantes de estas zonas tienen una mejor ventilación, mayor oxigenación de los tejidos y buen transporte de oxígeno en sus arterias.

A pesar que en el mundo existen 121 ciudades a más de 3 mil metros sobre el nivel del mar con más de mil habitantes (entre ellos Putre y Parinacota en Chile), el reporte sólo se centra en Ecuador, Bolivia y la región tibetana de China.

En su estudio, los científicos compararon los casos de infectados en zonas de tierras bajas y poblados en altura, revelando que en Ecuador la mitad de la población vive a gran altitud, lo mismo que un 30% de los habitantes en Bolivia, mientras que en el Tíbet las personas viven a unos 4 mil metros sobre el nivel del mar. ¿El punto en común? según el texto, las infecciones registradas en estos lugares no parecen seguir la tendencia mundial de contagios.

De acuerdo a los autores, estos lugares nunca han visto tasas de infección exponenciales similares a otros países, debido a que además, las personas en áreas de gran altitud tienen bajos niveles de receptores de enzima convertidora de angiotensina 2 (ACE2) en sus pulmones, la misma que utiliza el patógeno para infectar a una persona.

Finalmente, el estudio plantea, sólo como teoría, que la mayor radiación ultravioleta de estos sitios es más efectiva al matar al virus en comparación con áreas apenas por encima del nivel del mar.

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Distribución geográfica y altitudinal de la pandemia de COVID-19 en China (arriba) y Bolivia (abajo). Los puntos azules representan casos positivos.

¿Posible?

El Dr. Michel Serri, infectólogo de la Clínica Dávila, señala que “se trata de un estudio netamente epidemiológico, que toma lugares con alturas extremas y analiza su tasa de infección. Por lo tanto, es un poco apresurado decir que la altura disminuye el riesgo de infección o que tengan menos complicaciones. Se trata de algo estadístico y habría que analizar mucho mejor la situación: si hay cuarentena, cómo funcionan culturalmente en cuanto al distanciamiento social, si usan mascarilla o no, o ver el tipo de población etaria como para poder establecer alguna conclusión”.

“Lo que sí se sabe es que estas personas efectivamente tienen menor receptores ACE2 -enzima que utiliza el virus-, así que podría ser una explicación, pero hay que investigar más las variables epidemiológicas y clínicas del lugar".

"Es sabido que en Bolivia, La Paz tiene un nivel de contagio menor que Santa Cruz, pero El Alto, que está al lado de La Paz y a mayor altura, sí tiene brotes de la infección. Lo mismo pasa en Quito y Guayaquil. Hay que analizar el tipo de ciudad, comportamiento y densidad poblacional, porque puedo tener 2 millones de habitantes en un terreno amplio, o la misma cantidad de personas en espacios reducidos edificios”.

En cuanto a la luz ultravioleta, Serri afirma que no le parece un dato menor: “sabemos que es mayor a niveles altos así que es probable que pueda disminuir la presencia del patógeno, algo que ya se ha visto para otros virus respiratorios como la influenza. Pero atribuir 100% a la altura a menos contagios por COVID-19, falta más investigación”.

“Quizá otro factor puede ser la presión atmosférica, ha que hay otros estudios en virus que muestran que a mayor altura hay menos circulación viral. Pero si estoy en un lugar densamente poblado a esa altura, de todas maneras tendré un brote, independiente de las capacidades biológicas del cuerpo ante la falta de oxigeno”, sostiene.

Por su parte, Juan Keymer, kinesiólogo jefe en la UCI de la Clínica Alemana, afirma que si bien es una teoría, hay varias cosas que no son tan concluyentes en el estudio, como no analizar poblaciones similares ni números exactos: "Hay muchos factores en relación al COVID-19. No sé si en Bolivia a los pacientes se les está haciendo la prueba de PCR para determinar si están enfermos o no, por lo tanto no sabemos si todo el país tiene ese examen. Es difícil comparar”.

“No digo que no sea posible o que haya alguna correlación, pero en base a este estudio no podría aseverarlo”, agrega.

Keymer cita como ejemplo al Cuzco, en Perú, que tiene casi 1.300 casos confirmados, siendo que se encuentra a una altura de 3.500 sobre el nivel del mar. Sobre la posibilidad que esto ocurra en Chile, el especialista dice que “los datos no son muy confiables, ya que Arica y Parinacota tienen 850 casos y en Aysén apenas hay 20 personas contagiadas”.

“También va a depender de las mediciones. Hay que tener claro que en la provincia de Antofagasta, donde se cuentra Calama, con más de mil casos, así que no estaría tan seguro de hacer esta afirmación (aunque tampoco digo lo contrario). Sólo creo que faltan más estudios reales y de peso: estamos aun en medio de la pandemia, y habrán muchas teorías al respecto, todo puede ser aceptable o descartable”, puntualiza.

“Lo que sí está comprobado es que la gente a nivel de altura tiene más hematocritos en la sangre, que ayudan a la oxigenación, pero al verse enfrentados al virus no podría decir que estaremos salvados en comparación a otra persona que no tiene las mismas condiciones”.

“Es un estudio interesante, abre otra puerta de una probabilidad que esto pueda ayudar más adelante. Pero no es una aseveración, sino hoy estaríamos sacando plasma de la gente de Bolivia para darla a la gente grave a nivel del mar”, sostiene.

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