Hemos observado, cómo a propósito de los 10 años de la extensión del permiso postnatal parental de 84 días a 5,5 meses, se han manifestado a través de RRSS y medios, algunas visiones que nos parecen sesgadas.
Señalar que “reconocer y redistribuir la crianza y cuidado era el objetivo” del postnatal, es errado, pues las discusiones que se dieron hace más de una década, en las cuales participamos, priorizaron y siguen priorizando la salud.
Hoy parece ser un objetivo a relevar en la nueva agenda feminista, y creemos que el postnatal no puede ser un instrumento para aparentar que nos acercamos a alcanzarlo. Decir, a su vez, que “en teoría el postnatal es un avance desde el punto de vista de la corresponsabilidad” es una aseveración correcta, si miramos la cifra de 0,23% de padres que han tomado el traspaso en estos 10 años de vigencia del permiso.
Sin embargo, el postnatal es en la práctica, y no en la teoría, un tremendo avance, ya que el objetivo es: la salud del recién nacido, y la salud de la madre en etapa de puerperio. Secundariamente, tiene como objetivo la protección laboral y el sustento de la mujer trabajadora, y tal vez, en tercer lugar, y considerando las necesidades que tenemos hoy en día, podríamos poner como objetivo la corresponsabilidad.
No nos perdamos. Nos parece incorrecto pensar en la política postnatal, como si fuera mentholatum que “sirve para todo”. No. Las políticas que implican protección de la salud deben ser serias, prescritas. No deben ser abordadas, como si fuesen un “medicamento” sin receta, que intenta resolver todo. Sin duda, el postnatal es un tremendo aporte, pero falta mucho más para que sea una ley que realmente ampare y respete a la díada madre e hijo/a.
Resulta importante puntualizar, que analizar una política pública que tiene más de una década, con el ojo crítico de las necesidades que tienen las familias, y nuestra sociedad hoy en día, es errado, puesto que desvaloriza, el tremendo aporte que ha significado el postnatal para las miles de mujeres y bebés que lo han tomado, y por ende, desestima el impacto positivo, en sus trayectorias de vida y salud, y por supuesto también, en lo que ese impacto significa, en términos de inversión/ahorro para el país.
Un ejemplo gráfico, es el hecho de que la extensión del postnatal a seis meses, provocó un aumento a un 56,6% de la lactancia materna exclusiva hasta el sexto mes, con todas las consideraciones que esto aporta a la salud, al medioambiente, a la economía y al empoderamiento femenino. Es evidente que el diseño de la ley vigente, en la práctica lo que hace, es otorgar la posibilidad de repartir y no compartir el cuidado, cediendo semanas al padre y restándolas a la madre. Lo que en estricto rigor tienen los padres, es un permiso insuficiente (5 días), considerando las necesidades de sostén de la diada madre e hijo/a, que creemos es y debe ser el foco primordial.
El permiso que hoy tenemos en Chile es repartido y no compartido, es cierto, pero declarar que “eso siempre inclinará la balanza hacia el apego femenino” es una aseveración que revela el poco conocimiento, la cultura machista y misógina en la que estamos aún insertos, ya que el apego lo realiza el bebé y no el adulto. Y salvo circunstancias excepcionales, es la madre, el hábitat del recién nacido. Este punto no es discutible, puesto que no nos referimos a lo cultural, sino que a la dinámica neurobiológica.
Un recién nacido se apega a su figura materna, no solo porque esta puede ser nutricia alimentariamente, sino que, porque ambos cerebros se regulan en conjunto, y se necesitan mutuamente. Tener una postura negacionista en torno a la evidencia neurocientífica no es tolerable, aun cuando comprendemos que falta mucho por educar, difundir y dar a conocer en relación a la importancia del apego madre e hijo/a.
Oponernos a dicha evidencia, sin embargo, podría constituir una violación a los derechos humanos de los bebés en desarrollo, junto con generar violencia hacia sus madres. Resulta vital decirlo, con todas sus letras en nuestro país, donde la violencia contra la mujer, se encuentra peligrosamente naturalizada.
No obstante, y sin desconocer lo planteado anteriormente, concordamos en la necesidad de hacerse cargo de los avances culturales, pero eso requiere mayor celeridad en la creación y gestión de políticas públicas (en paralelo a la política pública postnatal) que puedan tener, al menos, como objetivo tangencial la corresponsabilidad (ej: jornada laboral reducida, permisos especiales, nivelar sueldos de hombres y mujeres, políticas de no discriminación y no violencia, etc.). Otro aspecto fundamental, si hablamos de la necesidad de cambiar la cultura, lo tiene la educación.
Necesitamos en nuestro país, educación sexual integral, que aborde entre otras cosas, habilidades de coparentalidad desde la escuela y no en talleres prenatales, cuando la mayoría de las veces ya es muy tarde o simplemente ni siquiera se tiene acceso a esa experiencia. El permiso postnatal, no es un salvavidas de la coparentalidad, cuando ni siquiera el contexto sociocultural ha cambiado. Además, no se puede esperar que los permisos se ocupen corresponsablemente, cuando la precariedad del trabajo y los bajos sueldos, no permiten que los hombres y las mujeres se tomen la extensión en igualdad de condiciones.
También abunda por estos días, la visibilización del contexto actual, donde a propósito de la pandemia que aún no acaba, tenemos una agudización en la crisis de los cuidados, precarización, angustia y empobrecimiento de las madres, debido a la falta de políticas públicas, que aseguren una real conciliación. Todo apunta, en el contexto actual, que a quienes debemos proteger en la etapa de cuidados postnatales, es a la díada madre e hijo/a, y quienes deben ofrecer sostén, deben ponerse a la fila, considerando que los recursos se asignan en orden de prioridades y urgencias. Lo urgente hoy es la protección de maternidades e infancias.
Para lograr el primer y principal objetivo de un permiso postnatal centrado en la salud de la díada, proponemos como Movimiento, un mes de postnatal desde el nacimiento, para el padre y/o una figura significativa que la madre elija. Acá, ya comenzamos con un cambio importante en torno a la corresponsabilidad en el momento crítico, luego del nacimiento, donde la madre y el recién nacido deben estar bien cuidados.
Considerando, en este sentido, que la realidad en Chile no puede ignorar el alto número de familias monomarentales y de mujeres jefas de hogar, así como también la diversidad de familias que tenemos hoy. Posteriormente, proponemos que la díada madre e hijo/a, aumente sus cuidados de 5.5 meses actuales, hasta 6 meses efectivos para la madre, para cumplir con el mínimo de seis meses de lactancia materna exclusiva, en atención a todas las recomendaciones internacionales y nacionales de organizaciones en torno a la salud y lactancia, para luego ir incorporando lentamente alimentos sólidos, hasta al menos los dos primeros años, y continuar la lactancia hasta que la díada madre e hijo/a lo desee.
Al cumplir el sexto mes, y acá volvemos a unir corresponsabilidad y salud, será la mujer madre, quien teniendo protegido su empleo, decida si es ella quien continúa a cargo de su hijo/a o retorna al trabajo, ya sea porque quiere, debe o por ambas motivaciones. Así, el padre u otro cuidador significativo, importante y presente en la vida del recién nacido, puede ejercer la tarea de cuidado.
De este modo, no dejamos sin extensión de cuidados postnatales a los recién nacidos que no tengan un padre responsable económicamente y presente en las labores de cuidados, proporcionando, en este sentido, una igualdad sustantiva al recién nacido desde la cuna. Todo ello, sin dejar de tener en cuenta, que para que no se genere discriminación y violencia hacia la díada madre e hijo/a, la mujer madre debe tener siempre el derecho a decidir de manera protegida.
Invitamos a quienes se encargan de la creación de políticas públicas relacionadas con protección postnatal de maternidades e infancias, difusión en medios y redes sociales, discusión territorial, entre otros, que atiendan de manera rigurosa y estudiosa nuestras propuestas, que no por nada han conseguido todas las leyes sobre género de nuestro país, siendo, por esto mismo, admiradas como mujeres madres y activistas, por otros países.
*Activistas Movimiento Ciudadano Postnatal 6 y 12 meses Chile. Leslie Power, Daniela Cáceres, Alejandra Jaures, Pamela Labatut y Pía Becerra