En momentos de incertidumbre buscamos encontrar respuestas, y ojalá lo más rápido posible, tener respuestas nos brinda tranquilidad y una sensación de control.
Ante la pandemia del Covid-19 tenemos un exceso de información, tenemos a la mano una gran cantidad de expertos buscando ofrecer respuestas, lo que, por supuesto está bien, sin embargo, podemos estar perdiendo una oportunidad única, que ante lo incierto nos hagamos a nosotros mismos preguntas significativas.
¿Y si esta pandemia, este detenernos involuntario que estamos viviendo, lo tomáramos como una oportunidad para mirarnos a nosotros mismos?
¿Si no nos hacemos preguntas significativas en estos momentos, cuándo las haremos?
Las preguntas suelen ser más movilizadoras que las respuestas (que nos tranquilizan). Gracias a las preguntas podemos cuestionar nuestros puntos de vista, son una oportunidad de aprendizaje o desaprendizaje profundo.
Puede resultar valioso hoy detenernos y hacernos a nosotros mismos algunas preguntas fundamentales, y dejar que resuenen, sin pretender encontrar respuestas rápidas.
Junto con las preguntas que cada uno sienta que necesita formularse, quisiera ofrecer algunas que yo mismo me estoy haciendo:
· ¿Qué necesito realmente?
· ¿Qué dice de mí la situación que estamos viviendo? ¿De qué me estoy dando cuenta?
· ¿Qué quisiera cultivar en mi vida?
· Genuinamente, ¿qué quisiera soltar o dejar?
· Considerando que nuestras y las vidas de otros son breves, ¿qué valoraría decir o hacer?
· ¿Qué aprecio de mis seres queridos? ¿De los otros? ¿De mí?
· ¿Cómo puedo ofrecer de mejor forma mi apoyo, cariño y compasión? ¿Lo estoy haciendo en lo cotidiano?
Quizás esta pandemia, inesperada e incierta, sea una oportunidad única para detenernos, para mirarnos y escucharnos, y entre tanto mirar hacia fuera, por un momento, volvamos a traer una mirada gentil hacia nosotros mismos.
*Académicos de la Escuela de Psioclogía UAI.