La alta prevalencia de dolor crónico: un reflejo de inequidad
El dolor crónico es una epidemia silenciosa. No mata, pero tiene todos los elementos de una epidemia. Es una realidad que vive más del 30% de la población chilena y he ahí la importancia de incorporarlo al GES, así como también de avanzar en la cobertura de ciertas patologías -donde el dolor está presente- a la Ley Ricarte Soto.
Considerando el estallido social por el que atraviesa el país, es necesario terminar con las brechas de acceso a tratamientos. Ese 30% de personas que sufre dolor crónico refleja inequidad de acceso a fármacos y a especialistas. La Encuesta Nacional de Salud de 2009, muestra que el 34,2% de la población presenta dolor. De ese universo, la prevalencia en mujeres (42%) es mayor a la de los hombres (25%).
Cuando se hace un segundo cruce, se ve que en la medida que hay menor educación hay más prevalencia de dolor crónico, situación que se puede asociar a un mayor nivel de pobreza.
Es claro. Tenemos que trabajar en reducir las barreras de acceso en diagnóstico, tarea en que se enfoca día a día la Asociación Chilena para el Estudio de Dolor y Cuidados Paliativos.
Sabemos que 1 de cada 3 chilenos ha manifestado sentir un dolor por más de 3 meses. Esto lo convierte en un paciente crónico, cuya resolución se ve limitada por la falta de centros especializados.
Trastornos del sueño, aislamiento social, desembolso en diversas consultas médicas y fármacos, e interminables licencias, son algunos de los episodios comunes que relatan los pacientes con dolor y que impactan negativamente en su calidad de vida.
Recientemente, a través de un estudio realizado por Provokers, fue posible identificar estas situaciones, las que fueron definidas como "el viaje del paciente" en la V Jornada de Dolor Crónico encabezada por ACHED-CP.
Este "viaje" describe un antes y un después en los enfermos con dolor crónico. La patología los hace volcarse sobre sí mismos, se sienten atrapados y luchan o se resisten ante el dolor. Quienes se ven aquejados por una patología que genera dolor -como puede ser lumbago crónico, síndrome de hombro doloroso o artrosis de cadera- sienten la incomprensión de su entorno, rabia, tristeza e incertidumbre, porque se sienten socialmente desprotegidos.
Por ello, es preciso robustecer la Atención Primaria de Salud (APS) para brindar diagnósticos oportunos, mejorar la canasta de medicamentos y evitar la burocracia para mejorar la calidad de vida y funcionalidad de estos pacientes. Hoy observamos que hay exámenes que no están disponibles en la APS; tampoco existe un seguimiento con el mismo médico; el paciente se siente desorientado y tiene poca información de los programas existentes; los tiempos de espera para atención superan los 6 meses y los fármacos son muy básicos e insuficientes.
En países como España el dolor es el segundo motivo de consulta en APS y un 50% de las atenciones se asocia a dolor crónico. La atención primaria es 'el lugar' para la atención del dolor crónico y actualmente no existen prestaciones adecuadas en los CESFAM para los pacientes que lo sufren. Debemos trasformar el actual modelo de atención y centrarlo en las personas.
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