"Es uno de los cinco descubrimientos astronómicos más destacados de los últimos 30, o quizá, 50 años", dice el astrónomo Mario Hamuy, calibrando el valor de la primera imagen de un agujero negro.
Ayer, por primera vez en la historia, se reveló una imagen real de un agujero negro, un trabajo global colaborativo denominado Telescopio de Horizonte de Sucesos (EHT por su nombre en inglés), que tomó 10 años e involucró la participación de 207 científicos de 18 países y ocho radiotelescopios a nivel mundial, incluido Alma, en el norte del país. A la fecha, las únicas imágenes que se tenía de los agujeros negros eran recreaciones hechas sobre la base de simulaciones y proyecciones gráficas.
Su hallazgo generó una gran expectación científica, porque hasta antes de esta imagen, los agujeros negros solo existían en la teoría. Alejandro Sáez, ingeniero eléctrico, líder técnico del sistema de transmisión de Alma y uno de los tres ingenieros chilenos que participaron del proyecto, dice que el descubrimiento es similar a lo que hizo Galileo. "Muchos años atrás, Galileo pudo, con un telescopio que él mismo fabricó, ver que en realidad existen planetas y que estos tenían lunas. Antes solamente intuíamos la existencia de estos objetos, pero nunca los habíamos podido ver directamente". Hoy, dice, pasó lo mismo con los agujeros negros.
Por eso, muchos científicos han postulado esta investigación al Nobel.
Según Hamuy, su hallazgo está a la altura del descubrimiento en 2016 de las ondas gravitacionales o el descubrimiento hecho en Chile de exoplanetas.
Otra de las virtudes de esta pionera imagen es que al probar la existencia de los agujeros negros, también ayudó a probar la Teoría de la Relatividad de Einstein. Los agujeros negros se comportan como esta teoría lo había predicho. El astrofísico Dimitrios Psaltis, de la Universidad de Arizona, científico del proyecto EHT, dijo en la presentación de ayer en Washington que "el tamaño y la forma de la sombra coinciden con las predicciones precisas de la teoría general de la relatividad de Einstein".
Hamuy también destaca la titánica labor para lograr este resultado, "una hazaña intelectual y teórica que requirió de un desarrollo tecnológico superlativo. Es el equivalente a ver una moneda en la superficie de la Luna", asegura.
Luis Chavarría, director del Programa de Astronomía de Conicyt, añade que lo interesante del descubrimiento "es que para poder lograr tener la resolución necesaria para observar este fenómeno se necesita un telescopio gigante, del tamaño de toda la Tierra. Al poder estudiarlo en detalle, vamos a poder confirmar teorías que tienen que ver con la relatividad general, ya que no ha sido posible probarla mientras no existan este tipo de observaciones".
Xavier Barcons, director general de la ESO (Observatorio Europeo Austral), explica "que el objetivo principal del proyecto Telescopio de Horizonte de Sucesos -como su nombre lo predice- fue verificar la existencia de un horizonte de eventos, es decir, el punto de no retorno que delimita la zona alrededor de un agujero negro y, de paso, comprobar de manera visible que efectivamente existen cuerpos celestes como los agujeros negros".
El aporte chileno
Hamuy dice que un agujero negro es equivalente a comprimir el Sol. "La curvatura del espacio alrededor del Sol sería un agujero negro, un pozo sin fondo del que nada puede salir".
Señala que el radiotelescopio Alma, ubicado en el norte del país, jugó un rol fundamental con la definición y nitidez, "complementado con otros puntos en el mundo, desde el Polo Norte al Polo Sur. Sin la contribución de Alma la definición hubiese sido mucho menor", asegura.
Hamuy añade que la imagen que mostró ayer el telescopio es la de un agujero de una galaxia que está a 53,7 millones de años luz de la Tierra. "La imagen que se mostró revela una especie de anillo que emite luz y al centro una sombra negra, es la sombra del agujero, y lo que está alrededor es el gas del cual se alimenta".
Parte del impacto de la noticia de ayer también tuvo que ver con la fascinación que estos objetos generan en la población. "A veces la naturaleza es más extraña de lo que nosotros creemos y la existencia de los agujeros negros apela a ese margen donde la compresión humana se sorprende", dice Eduardo Ibar, académico de Astronomía de la U. de Valparaíso y director ejecutivo de la Sociedad Chilena de Astronomía.