Privacidad y pandemia: ¿Son efectivas y seguras las apps de trazabilidad de Covid-19?

A photo illustration shows the Covid Tracker Ireland app in Galway
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Estudios muestran que las aplicaciones de rastreo de contactos reducen las infecciones, hospitalizaciones y muertes. Sin embargo, los datos en salud tienen un gran valor y su uso aún genera desconfianza.


Desde el inicio de la pandemia por Covid-19 diversos centros de investigación, como el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), y empresas como Apple y Google, comenzaron a diseñar aplicaciones móviles para ayudar a rastrear casos positivos.

A la fecha, 47 países -entre los que de momento no está Chile- alentaron la instalación de herramientas de trazabilidad entre sus ciudadanos, motivados por la oportunidad de potenciar la detección de contactos estrechos de individuos infectados a través de teléfonos inteligentes y el uso de tecnologías como bluetooth y GPS.

El MIT desarrolló la plataforma Safe Paths, que consiste en una aplicación móvil llamada Private Kit y una aplicación web Safe Places, herramienta gratuita de código abierto para agencias e individuos para rastrear casos positivos de Covid-19. Safe Paths usa GPS y Bluetooth para almacenar las ubicaciones de las personas en un registro, para que si dan positivo por el coronavirus, pueden proporcionar a los funcionarios de salud los lugares de dónde han estado.

¿Son efectivas? De acuerdo a datos que recopila el MIT Technology Review’s Covid Tracing Tracker, proyecto que monitorea el desarrollo y alcance de las aplicaciones de trazabilidad a nivel global y que es impulsado por el MIT, en Noruega y Reino Unido han tenido que descartar sus aplicaciones. Estados Unidos no ha logrado coordinar una solución nacional hasta hace algunas semanas, tras el lanzamiento de una aplicación, a través de la compañía Virginia, que estará disponible en las tiendas de apps de Apple y Google.

Alemania e Irlanda son excepciones a la tendencia y, según el reporte de MIT, verdaderos modelos a seguir, ya que sus aplicaciones, el Corona-Warn-App y el Covid-Tracker fueron descargadas por 20% y un 37% de los ciudadanos, respectivamente en unas semanas.

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La App Covid-Tracker en Irlanda, fue descargada por un 37% de los ciudadanos en unas pocas semanas. Foto: Reuters.

Trazabilidad digital

El informe del MIT indica que Suiza, en mayo, fue el primer país en usar esta tecnología integrada a los sistemas operativos de Google y Apple. Pero antes, desde marzo, Singapur –una de las naciones con un mejor manejo de la pandemia en etapas iniciales– usó herramientas de trazabilidad digital como un complemento de su estrategia nacional en las primeras semanas de emergencia.

Este tipo de tecnologías puede contribuir a la gestión de la pandemia, pero bajo ciertas condiciones, indica Eric Rojas, académico de la Facultad de Medicina de la U. Católica y jefe del área de Calidad del Centro Nacional en Sistemas de Información en Salud (CENS). “Identificar la trazabilidad de los casos es fundamental en una pandemia”, explica Rojas.

Pero hay dos aspectos importantes a considerar en el uso de esas tecnologías, agrega. “Primero, que las herramientas operen con la funcionalidad que dicen tener, es decir, que su finalidad sea efectivamente la trazabilidad y no otro; y segundo, que exista seguridad y privacidad respecto a los datos que se están recopilando, cómo y dónde se almacenan y con quiénes se comparten. Y que los usuarios sepan claramente esos detalles”.

Esas apps podrían ser un buen complemento dentro de una serie de otras medidas, indica Rosa Figueroa, académica de la Universidad de Concepción e integrante del área de Calidad de Cens. ”Cuando una persona contrae la infección no siempre es consciente que la tiene y puede haber tenido contacto con otras personas. Pero al mismo tiempo hay que ser muy cuidadoso en cómo se maneja la privacidad de los datos en estas aplicaciones, tanto en su almacenamiento y acceso a ellos”.

Confianza en estas aplicaciones

Un estudio de la U. de Oxford y Google indica que las aplicaciones de rastreo de contactos reducen las infecciones, hospitalizaciones y muertes en casi cualquier nivel de adopción, lo que muestra que la tecnología puede actuar como complemento de otras contramedidas como el distanciamiento social y el rastreo de contactos manual.

“El mensaje clave del estudio es que el rastreo de contactos digitales es parte de un paquete de intervención”, señala el coautor del estudio Rob Hinch, investigador principal del Departamento de Medicina Nuffield de Oxford. “Incluso con poca aceptación, puede hacer contribuciones significativas. Es importante verlo como un pilar clave de un paquete de intervención más amplio“.

Estas plataformas no solo permiten trazar contactos de personas que se conocen, sino también, por ejemplo, entre quienes se cruzan en el transporte público.

Sin embargo, para su éxito, es fundamental que las soluciones se hagan públicas y cuenten con la confianza de los usuarios y de autoridades, organismos públicos, la academia y el sector privado.

Las aplicaciones de rastreo son útiles no solo en pandemia, sino en la salud pública a nivel general, añade César Galindo, subdirector de interoperabilidad del CENS y académico de la Universidad de Valparaíso, “debido a que permiten tener un seguimiento sanitario de las personas que eventualmente tienen alguna enfermedad que requiera algún grado de compromiso sanitario, permitiendo a las autoridades avanzar en su contención”.

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Para su éxito, es fundamental que las App se hagan públicas y cuenten con la confianza de los usuarios y de autoridades, organismos públicos, la academia y el sector privado.

Galindo, presidente de la organización HL7 en Chile entidad que promueve el intercambio de datos en salud y que agrupa a un distintos actores del sector, afirma que la apuesta por la tecnología por sí sola no es lo primordial, “la clave está en generar la confianza entre los ciudadanos de que el uso de estas herramientas no traerá problemas”.

Seguridad en las apps de trazabilidad

En Chile existe una gran penetración de la telefonía móvil, por lo que estas soluciones podrían ser útiles, dice Galindo, pero “nadie va a utilizar una aplicación que irrumpe en su vida diaria si es que no confía en que la información que está entregando es segura o no va a vulnerar a usuarios no deseados”.

Una buena estrategia, indica Figueroa, es que la aplicación guarde los datos de contacto por un máximo de catorce días y después se borren, “y que solo se puedan acceder a esto en caso de que el usuario dé su consentimiento”.

La línea entre la privacidad y seguridad de las personas y su vulneración es muy delgada. “La regulación a estas herramientas tiene que ser muy clara respecto al almacenamiento de los datos, y específicamente en el acuerdo entre la persona que descarga la aplicación y el desarrollador, y en qué momento el usuario podría estar siendo vulnerado”, señala Rojas.

Galindo indica que la revisión de la ley debe ser muy profunda para no afectar los derechos de las personas y que no exista problemas de vulneración, “generando consciencia de que son medidas con un fin positivo y que no tienen el espíritu de afectar sus derechos”.

En Chile, por ejemplo, la trazabilidad tiene un alcance de tres o cuatro contactos; las apps podrían eventualmente cuadruplicar esa cifra, y alcanzar hasta el duodécimo, dice Galindo: “pero su aporte podría ser limitado en un contexto general donde la detección de los contactos estrechos no se conecte con una agresiva acción para hacer seguimiento a dichos individuos”.

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