El consumo de cochayuyo (o coyofe; Durvillaea incurvata) es parte de nuestra cultura. Es más, en lo que hoy es el sur de Chile, existen registros arqueológicos del uso de cochayuyo utilizado como alimento/medicina que datan de hace más de 10 mil años atrás. Esto es, por cierto, algo a todas luces notable. Definitivamente esta macroalga es parte de nuestra historia y hoy, con la ayuda de la ciencia, podemos conocerla un poco más y valorizar su aporte a la salud humana.

La realidad actual del mundo nos presenta un escenario donde es fundamental explorar nuevas fuentes de alimentos, que sean nutritivas, saludables, amigables con el medio ambiente, etc., y que puedan ser muy abundantes. Es un desafío mayúsculo para toda la humanidad. Es así como se plantea que en el futuro ganarán relevancia “nuevos” alimentos, tales como carne cultivada, insectos, y las algas. Y es ahí donde el cochayuyo se presenta como una fuente de biomasa chilena de especial interés a nivel global.

Desde siempre se ha considerado al cochayuyo como un alimento saludable, pero ¿tiene realmente propiedades saludables? La ciencia está entregando las respuestas.

Protege del alzhéimer, la diabetes y la hipertensión: 5 poderosas propiedades del cochayuyo

El cochayuyo contiene, entre otros, un tipo de compuestos bioactivos llamados florotaninos, que son moléculas a base de la unidad floroglucinol. Estos compuestos presentan actividad antioxidante, pero, además, presentan otras bioactividades específicas que pueden ser aprovechadas para el desarrollo de alimentos saludables, denominados también “funcionales”. Nuestro grupo de investigación viene estudiando estas propiedades y cómo incorporarlas en alimentos.

En nuestras investigaciones (Proyecto FONDECYT Regular n° 1201670) hemos podido confirmar el gran potencial de los extractos de cochayuyo para inhibir selectivamente la actividad de enzimas claves para la digestión del almidón, lo que ayudaría a moderar el incremento de glucosa en la sangre posterior a una comida.

Esto, al menos in vitro, sí se ve reflejado en una menor digestibilidad de dicho polisacárido presente en alimentos como pan y pastas, entre otros. Esto sugiere un gran potencial como ingrediente anti hiperglucémico, llamado también antidiabético. Pero eso no es todo, nuestros resultados también demuestran que estos extractos son capaces de inhibir las enzimas colinesterasas (AChE y BChE), y aunque el grado de inhibición es menor que en el caso anterior, el hecho de que sí exista esta inhibición es prometedor, ya que esto implica una potencial actividad anti-Alzheimer.

Y como si eso fuese poco, también identificamos en el cochayuyo la capacidad de inhibir la enzima convertidora de angiotensina, lo que implica un potencial anti-hipertensión, y capacidad inhibitoria de la enzima Hialuronidasa (este último resultado aún no publicado), lo que sugiere actividad antiinflamatoria. Si a todo esto sumamos que dichos extractos no han demostrado presentar citotoxicidad, es decir, serían seguros para su uso en alimentos, las noticias parecen ser, al menos, esperanzadoras y excitantes.

Seguimos investigando cómo mantener e incorporar estas propiedades en alimentos de consumo habitual, tal que no sea necesario consumir directamente cochayuyo, pero sí podamos acceder a sus beneficios. Las condiciones para una óptima microencapsulación y liberación en el tracto gastrointestinal son temas claves a resolver. Y claro, las propiedades sensoriales no pueden ser descuidadas, porque debemos desarrollar alimentos que las personas sí se vayan a comer.

En conclusión, el cochayuyo vuelve a sorprendernos. Más bien estamos redescubriéndolo, ahora con evidencias científicas que respaldan la idea de que es un producto con múltiples propiedades saludables, lo que hoy en día suele llamarse “super alimento”, “alimento funcional”, etc.

No parece descabellado sugerir que esta alga pueda llegar a ser un actor relevante en la alimentación del futuro, contribuyendo a la seguridad alimentaria y nutricional. La ciencia nos va aclarando las cosas y, al menos en este caso, nos muestra el gran potencial de un producto del cual nos hemos beneficiado desde hace, literalmente, miles de años.

*Dr. Javier Parada Silva, Director Instituto de Ciencia y Tecnología de los Alimentos

Universidad Austral de Chile/ Investigador Responsable Proyecto FONDECYT Regular n° 1201670.