Proyecto de la Universidad de Chile busca potenciar el reciclaje químico: el nuevo aliado de los océanos
La iniciativa pretende convertir residuos plásticos en resinas de alto valor. Los océanos acumulan 150 millones de toneladas de este material.
De los 21 proyectos seleccionados en el IX Concurso IDeA Investigación Tecnológica Fondef 2020, la Universidad de Chile obtuvo financiamiento para tres iniciativas. Una de ellas busca potenciar el reciclaje químico, con el objetivo de disminuir la contaminación.
“Reciclaje químico de residuos de poliestireno para obtención de estireno y su incorporación a una economía circular”, liderado por el académico de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, Humberto Palza, es el proyecto que pretende convertir residuos plásticos (por ejemplo poliestireno y PET) en otra resina de mayor valor (fibra de vidrio), y así ayudar al medioambiente.
Actualmente, en Chile se producen 26 mil toneladas de residuos de envases de este material, del cual solo se reutiliza posteriormente el 1%. Como consecuencia, la industria pierde un material importante en el reciclaje y los océanos acumulan 150 millones de toneladas de plásticos.
La iniciativa surge en medio de la entrada en vigencia del Decreto Supremo 12 de Envases y Embalajes.
Con el reciclaje químico, y tras la obtención de estireno (un solvente orgánico), el objetivo es establecer que para 2030 se valoricen al menos un 45% de los residuos de poliestireno al año.
Palza aclara que el reciclaje que todos conocen “se llama reciclaje mecánico, lo que significa que el proceso es mecánico para reciclar el plástico, el que típicamente es en base a temperatura y luego se vuelve a fundir. El 98% de la gente piensa que ese es el reciclaje”.
El reciclaje químico es el mismo principio, pero con una modificación química, “molecularmente se hace una transformación química. En este proyecto se ocupa el estireno en el reciclaje químico de otro plástico, la idea es unir dos tecnologías que iban en paralelo, en una sola. Se va a reutilizar para ocuparlo con otro plástico”, argumenta el académico.
Palza explica que la investigación dará valor agregado a los residuos del poliestireno a través del reciclaje químico. “Con este proceso se pretende obtener estireno, un solvente orgánico de alto valor comercial que podrá ser utilizado en el proceso de valorización de las botellas de PET, para conseguir finalmente resinas comerciales que produzcan fibras de vidrio”.
La iniciativa científico-tecnológica, con alto impacto económico y social, nace desde la colaboración entre investigadores de la U. de Chile, el Centro de Envases y Embalajes de Chile (Cenem) y la empresa Coexpan, para contribuir con capacidades tecnológicas en el cumplimiento de las metas de la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor y Fomento al Reciclaje (REP).
Implementación social en dos años
“De esta manera, se generará un impacto social al trabajar con la asociación de recicladores de base y también se evitará que los residuos lleguen al medioambiente”, añade Palza.
Actualmente, las tecnologías disponibles son limitadas y poco sustentables. Como consecuencia, la industria no recupera el valor económico de los residuos, generando pérdidas de hasta US$ 25 millones cada año.
La utilidad del proyecto es darle valor al residuo plástico, “y como tiene valor, existirá un incentivo para que la gente no lo bote y piense en el reciclaje. La botella PET una vez que se utiliza (en un yogur, por ejemplo), se bota. Ahora tendrá un valor diferente y se utilizará por más tiempo”, explica Palza.
Silvia Núñez, directora de Investigación de la Vicerrectoría de Investigación y Desarrollo (VID) de la misma casa de estudios, establece que estamos satisfechos con los resultados de esta edición y seguiremos trabajando por mejorar, “ya que este concurso financia pocos proyectos en general, siendo muy cotizado por las y los investigadores. Se instala como una oportunidad para avanzar desde la investigación básica hacia aplicaciones o productos”.
Palza señala que el objetivo es que exista un cambio de mentalidad. “La idea es que las personas ahora cuando compren algo, luego de ocuparlo, lo guarden y lo reciclen, ya que tendrá mayor valor. Existirán empresas que compren estos productos. Hablamos de valorización, no botas oro o plata, botas plástico, porque no tiene valor”.
Los proyectos cuentan con una prueba de concepto, modelo o prototipo validado a pequeña escala, por lo que hasta ahora sus resultados han demostrado utilidad en el mundo real. El objetivo es lograr una aplicación productiva e implementación en el plano social en un plazo de 24 meses.
Por tanto, “esperamos que en el futuro estas líneas tengan mayores recursos, pues desde el estallido social y con la llegada de la pandemia hemos aprendido la importancia de ir innovando y utilizando conocimientos de base que pueden servir para el desarrollo en diversas áreas”, explica Núñez.
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