La pubertad precoz afecta aproximadamente a uno de cada 5.000 a 10.000 niños y niñas, con casos 10 veces más altos en estas últimas. Estudios en Chile y el mundo, demuestran un creciente porcentaje de niñas con desarrollo mamario antes de los 8 años, incluso a los 7 años, lo que debería ocurrir después de los 9 años.
Desde el inicio de la pandemia, sin embargo, algunas estudios investigaciones que es un fenómeno que se ha acelerado.
Recientemente un trabajo en Italia indicó que durante la pandemia se observo un aumento más evidente en las niñas que mostraron un uso más prolongado de dispositivos electrónicos y un estilo de vida más sedentario. El estudio que consideró cinco centros italianos de endocrinología pediátrica entre marzo y septiembre de 2020, determinó que 328 niñas presentaron signos de pubertad precoz, en comparación con 140 durante el mismo período en 2019.
Ese adelanto o cambios relacionados con la pubertad antes de lo normal o esperado, que comienza alrededor de los 8 años para las niñas y los 9 años para los niños, puede estar influenciado además por otros aspectos: productos químicos y farmacéuticos ambientales.
Disruptores endocrinos
Diariamente la exposición a ellos es constante. Se trata de sustancias químicas que pueden interferir con el sistema endocrino, las glándulas que producen los mensajeros químicos llamados hormonas. Se denominan disruptores endocrinos, agentes químicos individuales o mezclas químicas, que diversos estudios indican que pueden ser influenciadores puberales, es decir, aceleran y anticipan el proceso de maduración de las características sexuales secundarias.
Están presentes en plásticos de todo uso, desde botellas a envases, incluso en mamaderas. También en productos de limpieza, o de higiene como jabones, shampoos, a cremas. Pueden contener sustancias químicas como el Bisfenol-A y los ftalatos, las que además pueden afectar el la fertilidad, provocar daños neurológicos, inmunológicos, hasta cáncer.
Pero también se pueden encontrar en productos cosméticos y de higiene, como jabones, champú, cremas, etc. Al estar envasados de policarbonato, esas sustancias pueden migrar hacia el producto con el que están en contacto. Y pese a que el formaldehído está prohibido en esa industria, hay varios ingredientes conservantes o quelantes, que liberan formaldehído. Por eso se habla que es una sustancia química oculta que genera o se libera una vez que se utiliza el producto.
En esos mismos productos están los ftalatos, sustancias disolventes y suavizantes que se pueden encontrar con en cremas, esmaltes de uñas, perfumes, lacas de pelo y desodorantes. También se encuentran en los alimentos.
Aceites de lavanda y árbol de té
Ana Pereira, académica en la unidad de Nutrición Pública del INTA e investigadora del Centro de Investigación en Ambientes Alimentarios y Prevención de Enfermedades Crónicas Asociadas a la Nutrición (CIAPEC), explica que los disruptores endocrinos son químicos ambientales, que tienen la posibilidad de imitar a nuestras hormonas, “por lo que tendrían acciones a nivel de nuestro sistema hormonal y esto podría tener efectos en nuestra salud”.
La interrupción del sistema endocrino puede ocurrir de varias maneras. Algunas sustancias químicas imitan una hormona natural, engañando al cuerpo para que responda en exceso al estímulo, o puede responder en momentos inapropiados. Otros pueden bloquear los efectos de una hormona de ciertos receptores (por ejemplo, hormonas de crecimiento necesarias para el desarrollo normal). Otros estimulan o inhiben directamente el sistema endocrino y provocan una producción excesiva o insuficiente de hormonas (por ejemplo, una tiroides hiperactiva o hipoactiva).
Los disruptores endocrinos pueden ser naturales o químicos. Los naturales más conocidos, explica, Pereira, son la lavanda y la soya. “Hablar que ellos son peligrosos no es correcto porque todavía no hay una evidencia consistente”, aclara.
La evidencia sobre sus efectos de esos disruptores endocrinos naturales, aún es poco robusta. Un trabajo de 2007, describió efectos de ginecomastia prepuberal, una condición rara que caracterizada por el crecimiento del tejido mamario en los hombres como consecuencia de la exposición temprana a las hormonas sexuales, en tres prepúberes sanos que tenían como factor común la aplicación tópica de productos que contenían aceites de lavanda y árbol de té. La ginecomastia se resolvió en cada paciente poco después de suspender el uso de productos que contenían estos aceites.
En 2016, un estudio describió los casos de tres niños que presentaron ginecomastia prepuberal que estuvieron expuestos crónicamente a la lavanda. Dos de ellos utilizaban una colonia, llamada agua de violetas.
Otro trabajo de 2019, analizó a tres niñas prepúberes y un niño con evidencia clínica de exposición continua a fragancias con lavanda, que presentaban telarquia prematura o ginecomastia prepuberal. El crecimiento de los senos se disipó en todos con la suspensión de los productos perfumados. Esos componente de provocaron propiedades estrogénicas y antiandrogénicas en diversos grados.
La pubertad, como proceso de cambios físicos entre la niñez y la edad adulta, se considera una de las principales ventanas temporales de susceptibilidad a la influencia de los disruptores endocrinos. Además, estudios recientes han comenzado a señalar cómo la exposición a ellos puede predisponer al cáncer de mama.
Poca conciencia
De los que sí se cuenta con evidencia son los disruptores endrocrinos químicos, de los cuales Pereira indica sí se han visto que pueden tener efectos en la salud.
“Ellos pueden estar presente en la cosmética, en los plásticos en general, en materiales de construcción, farmacéútica, productos de limpieza del hogar, entre otros”, explica.
Señala que es poca la conciencia que existe de ellos. Y son muchas las instancias en las cuales están presentes. “En Chile es algo que recién está empezando a conversar. En Estados Unidos y en Europa hay un poco más de conciencia, pero para nosotros es un tema nuevo”, aclara.
Sus efectos en niños y niñas se pueden apreciar en diferentes niveles. La especialista del INTA indica que pueden ser cambios que se den ya sea en el crecimiento del niño, en el sistema neurológico, en infertilidad y en la pubertad, entre otros
En el caso de niñas, se han asociado a pubertad precoz. Y una pubertad precoz en ese grupo, añade, tienen mayor riesgo de varias cosas, “obesidad, mayor riesgo de embarazo adolescente, depresión, conductas de riesgo y por supuesto cáncer de mama”. Para los niños, los efectos que se detallan suelen ser infertilidad con disminución del recuento espermático.
La especialista indica que hay recomendaciones básicas y muy fáciles para evitar estos compuestos. “Ya sea para tomar agua, o guardar alimentos utilizar contenedores de vidrio y acero inoxidable. Al calentar al microonda usar vidrio. Lavar fruta y verdura antes de consumir. También consumir productos naturales y no envasados”, indica Pereira.
No usar teflón, es otra recomendación. También evitar el triclosán, agente agente antibacteriano y fungicida presente en productos cosméticos y de limpieza.
La especialista aconseja además, estar atentos a que los productos sean certificados y que no contienen tales químicos o digan ser “naturales”. A su vez, usar jabón de glicerina para reemplazar aquellos con parabenos, triclosán y fragancias.