Luis desembolsó algo más de 2 millones de pesos para curar su depresión, volvió a ser quien era y logró retomar su vida tras el paso por una de las enfermedades mentales más invalidantes que existen.
Este éxito se sustenta en múltiples factores, algunos de ellos muy conocidos por el lector: el uso de fármacos antidepresivos. Luis tiene un motivo más para sentirse complacido, pertenece a un escaso 17% a 20 % de pacientes reportados mundialmente como buenos respondedores, en quienes los antidepresivos sí funcionan. Ahora bien, ¿qué sucede con el 80% de los pacientes restantes?, la respuesta es tan simple como cruel: no se mejoran. En el mejor de los casos dentro del primer año, presentarán alivio parcial de síntomas, tras lo cual algunos vuelven a necesitar de dosis ajustadas de fármacos y de visitas periódicas a psicoterapia.
La depresión de acuerdo con evidencia actual, es una patología que produce daño masivo a nivel cerebral en estructuras sensibles, asociadas a conductas como fallas de memoria, falta de placer, escasa iniciativa, aumento de ansiedad, trastornos alimenticios, entre otras. Así mismo, el tratamiento basado en fármacos y psicoterapia no alcanza a revertir totalmente ese daño y por ello, hace imperativo replantear la manera de abordar incluso los casos de éxito como el de Luis. Lo anterior, puede ser el primer aspecto contraintuitivo en esta discusión. El segundo, parece estar en aconsejar a un paciente deprimido que realice ejercicio físico aeróbico.
Sin embargo, las experiencias en animales y humanos muestran cómo el ejercicio aeróbico dosificado, logra revertir la noxa que impone el estrés crónico y su consiguiente manifestación depresiva, todo respecto de otros animales y humanos controles a los cuales no se les hizo correr.
Estas asociaciones que intentan buscar causalidad entre un evento celular y otro conductual, son ponderadas con mucha precaución, pues la simpleza del conexionado de esos animales y la conducta tipo depresiva son dos gravitantes limitantes para extrapolaciones en humanos. Esta última, es importante subrayar pues los resultados de experiencias con animales se basan en la inducción de depresión usando modelos de estrés.
Con todo, hoy podemos contestar que el ejercicio físico y especialmente el aeróbico, logra ser un relevante coadyuvante de la terapia antidepresiva tradicional, pues gatilla una serie de cambios moleculares, celulares, orgánicos y sistémicos como ningún otro agente farmacológico ni psicoterapéutico conocido hasta la fecha y podría ayudar a obtener mejores resultados clínicos en enfermedad depresiva respecto de aquellos esquemas que no lo incorporan.
Finalmente, para ser considerado un agente terapéutico que logre curar la depresión, el ejercicio aeróbico dosificado requiere aun y sin duda, de un poco más de refinada investigación clínica randomizada. El futuro, sin embrago, es auspicioso.
* Kinesiólogo, Profesor Asociado Facimed-Usach, Fellow Clinical Research Exercise Physiology