¿Qué es el viento puelche y por qué puede aumentar los incendios forestales?

En febrero de 2023, en medio de una seguidilla de incendios forestales, el ministro de Agricultura, Esteban Valenzuela, advertía que uno de los factores a considerar en el fenómeno que estaba afectando a la zona centro sur es el “viento puelche”. 

Su presencia se repite periódicamente. En 2024, un registro fotográfico y de video de la Universidad Católica Campus Villarrica daba cuenta de cómo el lago Villarrica se quedaba sin playa debido a la aparición de este viento.

La palabra puelche proviene del mapudungun y refiere a “gente del este”. En la zona sur, se utiliza la palabra para denominar al viento seco y cálido proveniente desde la pampa de Argentina, que asciende la cordillera y luego baja a tierras nacionales.

Teresa Toyos, directora de Comunicaciones y Extensión del Campus Villarrica de la U. Católica, tiene su oficina frente al lago, por lo que es testigo presencial de cada alza de su nivel.

Señala que para los habitantes de Villarrica, la palabra puelche es sinónimo de ráfagas de viento esporádicas que fácilmente pueden alcanzar los 70 km/h acompañadas de un sol esplendoroso.

De hecho, mucha gente en el sur se aprovecha de la presencia de este fenómeno climático para secar sábanas y frazadas. Algo similar ocurre con la leña, que suele acopiarse en el exterior, y que rápidamente se destapa del plástico que la protege de la lluvia para orearse con mayor rapidez.

Incluso, según Toyos, la creencia popular es que este viento predice el tiempo. “Según la sabiduría popular, si el puelche dura tres días, se pronostican al menos tres días más de sol. Pero si solo sopla durante una jornada, lloverá sí o sí al día siguiente. Antiguamente este pronóstico no fallaba nunca, pero con el cambio climático se ha vuelto más errático”, señala.

Pero, ¿qué es el denominado “viento puelche” y cuál es su incidencia en los últimos incendios forestales y las altas temperaturas registrados en las regiones del Biobío y La Araucanía?

La causa inmediata de este fenómeno es un viento cálido que sopla desde la precordillera. Cuando este aire baja la ladera y se comprime, aumenta su temperatura en hasta 10°C. Eso explica las altas temperaturas que están golpeando la zona centro-sur.

Según el climatólogo de la U. de Santiago, Raúl Cordero, estos vientos son típicos de la zonas cordilleranas, y varían su nombre solo por la zona en la que se producen. Por ejemplo, dice, en el norte se lo conocen como “Terral”, y en la zona central como ”Raco”. Incluso, en zonas geográficas similares a la zona central de Chile como California, que también tiene valles y montañas, este viento cálido se conoce como “Viento del diablo” o viento “Santa Ana”.

De hecho, en el resto del mundo se le llama “efecto Foehn”.

Se trata de un viento catabático, es decir, se origina en un enfriamiento de aire en el punto más alto de los valles andinos. Como la densidad del aire se incrementa con el descenso de la temperatura, el aire fluirá hacia abajo, calentándose por proceso adiabático al ir descendiendo, es decir que cuando el aire frío en su origen se densifica baja y se comprime, por lo que aumenta su temperatura y los lugareños sienten una agradable brisa cálida. La geografía de la zona central impide que este viento alcance demasiada velocidad o peligro, sin embargo, en el sur de Chile puede producir voladuras de techos y caídas de árboles como ocurre en otros casos en el mundo.

Cordero señala que aunque esta ola de calor está incluida en la zona centro-sur por el viento puelche, “el cambio climático favorece el alza el alza en la frecuencia de estos eventos extremos de calor”.

Dice que no es que el cambio climático genere eventos que nunca se habían producido, si no que se dan con mucha mayor frecuencia.

Por ejemplo, en las últimas tres décadas y de acuerdo cifras de la Dirección Meteorológica de Chile, en Santiago los días con temperaturas altas han aumentado en más de 50%, respecto a los valores de antes de los años 80; el número de olas de calor en los últimos 40 años también se ha más que disparado. Tomando como referencia el periodo entre 1961 y 1990, “en 2020 hubo 16 olas de calor, unas 8 veces más que aquellas que típicamente se daban por año en la década de los 80”, dice.